Cada vez que hablamos de grandes cambios y mejoras a nivel social nos referimos a la educación como un refugio inequívoco, pero ¿qué áreas de aprendizaje abarca la educación? ¿en cuántas estamos trabajando? ¿responden a las necesidades de la actualidad? Normalmente asociamos el mundo audiovisual a eventos como Los Premios Óscar, o películas de moda; pocas veces a la educación. La era digital trajo consigo cambios importantes para el ser humano y, si bien el desarrollo tecnológico constituye una herramienta de apoyo, implica a su vez un cambio radical cultural, que afecta prácticamente todas las esferas de la vida moderna.
De entrada, las tecnologías de comunicación e información (TICS) constituyen un medio de integración y democratización al adquirir un rol fundamental en el acceso universal a la educación, la igualdad en la instrucción, la enseñanza y el aprendizaje de calidad, la formación de docentes, y la gestión, dirección y administración más eficientes del sistema educativo. Sin embargo, existen ciertas taras a la par. Si nos adentramos al área específica de la enseñanza, se manifiestan un sinnúmero de hechos controversiales. A pesar de que -durante años- el soporte educativo por excelencia ha sido el libro, la importancia de la enseñanza a través del medio físico ha empezado a ser desplazada debido al desarrollo de las nuevas tecnologías. La educación mediante lo audiovisual nace como disciplina en la década de 1920. Debido a los avances de la cinematografía, los catedráticos y pedagogos comenzaron a utilizar materiales audiovisuales como apoyo para hacer llegar a los alumnos, de una forma más directa, las enseñanzas más complejas y abstractas. El uso de medios de comunicación e información en las prácticas pedagógicas empezó a ser un recurso indispensable para acercar el desarrollo de las competencias de los estudiantes a las dinámicas del mundo contemporáneo. Sin embargo, el desarrollo paralelo de un entorno de multimedia digital ha dificultado el aprendizaje. Los componentes mediáticos y espectaculares de la mencionada, distraen la atención del estudiante de la construcción del conocimiento. Como dijo una educadora entrevistada por Oppenheimer: “Las computadoras son como los caramelos que malogran los dientes. Los chicos las adoran, pero una vez que han sido enganchados… Hacen que el libro parezca aburrido. Los libros no tienen efectos de sonido y sus cerebros tienen que hacer todo el trabajo”.
Actualmente existe una capacidad comunicativa extraordinaria en potencia, capaz de incrementar las posibilidades no sólo de producir, almacenar y manipular informaciones, sino también de conseguir la interacción del receptor de manera creativa. Pero eso no tiene como consecuencia directa el aprendizaje puesto que, si bien una persona no puede considerarse alfabetizada verbal ni audiovisualmente sin cierta alfabetización digital, la sola alfabetización digital no confiere ningún tipo de competencia en la comunicación verbal ni en la audiovisual. “Los avances tecnológicos, como la aparición de la multimedia, modifican sustancialmente la comunicación y potencian sus efectos persuasivos y seductores. En la comunicación multimedial, al incrementarse la cantidad de dispositivos y de códigos disponibles, el emisor se puede beneficiar de la potencialidad específica de cada uno de estos dispositivos y códigos. Pero no sustituye la competencia audiovisual, como tampoco sustituye la verbal. Muy al contrario, las exige.”, afirma Joan Ferrés Prats en su investigación sobre la educación en comunicación audiovisual en la era digital.
Hoy en día los infantes engloban uno de los grupos más vulnerables a estas manifestaciones, ya que son, por una cuestión generacional, quienes más cercanos tienen estos medios de expresión. A medida que los niños/as crecen, la capacidad de utilizar la digitalización para dar forma a sus experiencias de vida crece con ellos, ofreciéndoles oportunidades aparentemente ilimitadas para aprender y socializar, y para ser contados y escuchados. Durante sus primeros años, las sensibilidades del niño conducen a una vinculación innata con el ambiente. Por lo que la capacidad del niño de adaptarse por sí mismo al entorno con éxito depende de las impresiones de ese momento; si son sanas y positivas, se adaptará de una manera sana y positiva. No obstante, a través de la tecnología están expuestos a demasiada información desde muy pequeños, lo cual satura sus mentes. Si no se maneja adecuadamente, provoca en ellos ansiedad y estrés, lo que se conoce como “sobre estimulación”.
Estamos a tiempo para impulsar y potenciar iniciativas en comunicación audiovisual en los distintos niveles educativos, especialmente en el escolar y pre escolar. Inspirémonos y aprovechemos de grandes propuestas nacionales como “Mi Primer Festival” (una propuesta cinematográfica para niño/as) y “Lúdica” (centro audiovisual para niños y adolescentes) para aprender y ver con los ojos bien abiertos.
Edición: Kelly Pérez V.