Alrededor del mundo, el año nuevo tiene diferentes significados. Para la mayoría, es un canvas blanco en el cual pintar nuevas experiencias y deseos. Es un punto de partida completamente que nos permite establecer metas e ideas emocionantes para los próximos 12 meses. Pero, ¿cómo sabemos que estos deseos se van a cumplir? Bueno, no sé ustedes, pero yo voy a comer 12 uvas por cada mes de buena suerte.
Así como este, existen pequeños rituales que nos hemos acostumbrado a hacer cada vez que llega la media noche. Son pequeñas supersticiones que, aunque no lo crean, nos ayudan a materializar ideas del plano mental, y comenzar el camino para cumplirlas en el plano físico, en nuestra vida real. Generalmente, las supersticiones están ligadas a cambios nuevos, y que mejor cambio que un nuevo año.
Existen tres formas de explicar el porqué de las supersticiones. ¿Por qué los seres humanos nos regimos y continuamos esta serie de costumbres, que de alguna manera nos traen confort? La primera razón, tiene que ver con el experimento de B.F. Skinner, psicólogo quien, a través de una serie de experimentos, estableció la teoría del conductismo. Si bien estos experimentos fueron tratados con animales, siendo el más conocido la superstición de la paloma (donde una paloma reaccionaba al saber cuándo era su hora de comida), su teoría explica una dinámica que se repite en los humanos: la asociación de eventos. Cuando nosotros salimos a correr con las maletas a la media noche del primero de enero, o nos vestimos de amarillo para recibir el año, estamos estableciendo una causa que va a tener un efecto en los siguientes 12 meses. En otras palabras, estamos haciendo algo para poder desencadenar otro suceso. Ya sea poder viajar más o desear por mejores ingresos, nuestra mente asocia estos rituales de Año Nuevo como necesarios para que luego pasen los respectivos eventos. Hacemos algo para que pase algo.
La segunda forma de explicar el uso de supersticiones es a través del componente cognitivo. La psicología nos explica que los seres humanos necesitamos acudir a rituales o supersticiones para poder tomar control de nuestra vida. Se ha conocido que los seres humanos con menos pensamiento racional no acuden tanto a las supersticiones como las personas intuitivas. No hay algo malo o bueno sobre esto, solo son diferentes formas de afrontar el nuevo año. Además del control, se ha establecido que las supersticiones son útiles para sentirnos menos impotentes sobre los acontecimientos futuros. Nos dan cierta paz mental ya que reducen niveles de ansiedad sobre el qué pasará. Nos permiten, aunque sea mínimamente, tener algo ya hecho, nuevamente, ya controlado y no llegar a un nuevo año teniendo 0 idea de lo que vamos a hacer. Así, estos rituales se convierten en estrategias de enfrentamiento.
El tercer y último elemento sería el poder del entorno. Esta razón para seguir las supersticiones es más social/cultural. Es decir, dependemos de lo que hace el resto de personas a nuestro alrededor para comenzar a hacer lo mismo. Sin darnos cuenta, comenzamos a seguir comportamientos de nuestros papás, que ellos han seguido de nuestros abuelos; o inclusive comenzamos a seguir los rituales de nuestros amigos. Peor aún, si es que a uno de nuestros patas siempre le ligan los ascensos en el trabajo o ves que siempre se va de viaje y tiene harta suerte, vas a querer copiar todos los rituales que haga en año nuevo para que te toque lo mismo. Por otro lado, es más fácil pasar estas supersticiones si es en círculos más chicos, por eso es que no todos tenemos los mismos hábitos cuando se acerca un nuevo año. Cada uno con lo suyo.
De esta manera, nos damos cuenta que cualquier cosa que hagamos, nos da ánimos para el siguiente año, nos da esperanzas y nos emociona el futuro. Y como te digo, cada quien es diferente. En Dinamarca algunos tiran platos por la ventana para botar a los espíritus malos y atraer la buena suerte, en Panamá queman algunos muñecos nuevamente para la buena vibra y en Grecia cuelgan una cebolla en la puerta de la casa como símbolo de renacimiento. Así que sea lo que sea, los seres humanos buscamos las supersticiones, y finalmente creamos en ellas o no, sean verdad o no, nos permiten decretar nuestros deseos y metas. Nos permiten comenzar a trabajar hacia ellas, aunque no nos demos cuenta…
Editado por: Eva Azañedo