La huelga de maestros ha finalizado y miles de niños van a regresar a las aulas. Sin embargo, para no repetir errores, se deben extraer lecciones de lo vivido. No podemos voltear la página fácilmente porque el problema no está resuelto. A continuación se presentan 5 puntos claves a considerar.
1. Educación. La gran perdedora. Existe un gran problema estructural y falta un plan o liderazgo claro que nos proyecte hacia el futuro en el sector. Este problema comprende la desvalorada carrera docente, la considerable brecha entre la educación pública y privada (cuando esta no engaña a la población), y el hecho que hoy la educación no representa ese deseado vehículo de movilidad social. Profesores y ciudadanos se dan cuenta de los problemas y – ante el justificado descontento – se termina tomando decisiones para calmar tensiones en el corto plazo. Mayores sueldos no garantizan mejores profesores, aunque sí lo hace cuando se enmarca dentro de una gran política o plan nacional. El aumento es necesario, pero el plan no está claro o no se comunica bien.
2. Huelga. Es un derecho legítimo y se manejó mal. Huelgas se dan en todo el mundo, solo que se manejan de distinto modo. La manifestación empezó en Cuzco y el Gobierno hizo poco para contenerla. Dejó que crezca. Aparecieron múltiples liderazgos en todo el país con su propia agenda. Como es natural en estos casos, se politizó el tema. El famoso y necesario diálogo se demoró y, con ello, se complicó bastante.
3. Maestros. Son probablemente los actores más importantes en el proceso educativo. No obstante, se reforzaron las divisiones con el MINEDU, quien debería ser un aliado y no un enemigo. Grave error fue confundir las cosas y descalificar el reclamo al vincularlo con grupos ligados al terrorismo, sin diferenciar bien a los actores. Nuestros miedos del pasado se volvieron a manifestar. Es una pena que los maestros – muchos de los cuales hacen grandes sacrificios para enseñar – sean metidos todos en el mismo saco. Procuremos no caer en lo mismo. Los maestros también quieren que el sistema mejore. Que las evaluaciones, necesarias, estén enmarcadas en esa línea.
4. Política. Con una mirada únicamente tecnócrata no se puede gobernar. Como lo han señalado en reiteradas ocasiones analistas como Alberto Vergara, se necesita reinventar la relación entre los ciudadanos y el Estado, lo cual implica hacer política, consultar, llegar a acuerdos. No se puede trabajar aisladamente o creyéndose dueños de la verdad – por más estudios que se tenga. Estas últimas manifestaciones han relevado una seria dificultad para el Gobierno de turno, el cual necesita replantearse su manera de proceder para evitar que los problemas se repitan. Su debilidad es un riesgo para el país.
5. Ciudadanía. El desentendimiento de la ciudadanía con la política es grande y preocupante. Problemas como la huelga docente acrecientan esta distancia. Aunque las manifestaciones hayan sido visto como un problema lejano o que no nos afecta, la educación es transversal al funcionamiento de nuestra sociedad. Si nos desentendemos o actuamos con indiferencia, somos también parte del problema. “En una guerra todos pierden” y no estamos a salvo.
La educación, nuevamente, está en el ojo de la tormenta. Ahora toca reconstruir las relaciones dañadas, seguir negociando y mejorar la comunicación de los planes, capacitaciones y evaluaciones. La educación debe ser lo primero. En eso coinciden los maestros, la ministra y – esperemos – la mayoría de políticos y ciudadanos.