Lo primero que muchos piensan cuando escuchan “mutación” es en algo que no es normal, que es malo y eso causa temor. Por ejemplo, tenemos monstruos como Godzilla o superhéroes como Spiderman, Hulk o los X-Men que obtuvieron sus poderes, debido a mutaciones, por lo que escuchar que SARS-CoV-2 está mutando pueden sonar sobrenatural, ficticio y aterrador. Sin embargo, las mutaciones genéticas en la vida real no son como las que vemos en las películas y en este caso son muy útiles porque pueden ayudar a rastrear y manejar al virus. Pero, ¿qué es exactamente una mutación?, ¿son verdaderamente peligrosas? y ¿qué podría significar una mutación del virus al que nos enfrentamos?
SARS-CoV-2 es un virus de tipo ARN, su material genético está formado por 30,000 bases compuestas solo por 4 letras: A, G, C y U, donde se encuentran las instrucciones para poder replicarse. Una célula infectada libera millones de nuevos virus, todos con copias del material genético original. Cuando la célula copia ese genoma, a veces comete errores y generalmente solo se equivoca en una letra. A este error se le llama mutación y es básicamente un error tipográfico que ocurre al azar, como si estuvieras escribiendo un ensayo y te equivocas al tipear una letra; no obstante, en este caso, el cambio es permanente.
A medida que el SARS-CoV-2 se propaga de persona a persona, tiene más probabilidades de acumular más mutaciones al azar. En general, los virus de ADN tienden a tener tasas más bajas de mutación, mientras que los virus de ARN, tasas más altas, ya que mutan prácticamente todo el tiempo. Sin embargo, este virus es en realidad uno de los raros virus de ARN que tiene un mecanismo de corrección que arregla los errores cometidos al copiarse y disminuye su tasa de mutación. A pesar de esto, sí ha mutado y continuará mutando, pero no es tan aterrador como parece.
La información contenida dentro del virus tiene que replicarse, pero también traducirse. ¿Qué quiere decir esto? La traducción es el proceso de síntesis de proteínas a partir de ARN. Las proteínas son largas cadenas de aminoácidos plegadas en diferentes formas. Cada combinación de aminoácidos define algunas características del virus como su forma, cuán infeccioso es o qué tipo de organismos infecta. Para formarlas, se utiliza al ARN como molde, a cada grupo de tres letras se le llama codón y cada codón equivale a un aminoácido.
Más de un codón puede codificar al mismo aminoácido, es por ello que, a pesar de que haya una mutación en el material genético, el aminoácido puede ser el mismo. Cuando esto pasa lleva el nombre de “mutaciones silenciosas”, ya que no cambian a la proteína. Por otro lado, en las “mutaciones no silenciosas” ocurre lo contrario ya que el cambio codifica a otro aminoácido. Sin embargo, las proteínas pueden estar formadas por cientos o miles de aminoácidos, por eso depende de qué tipo es y su ubicación para saber si va a tener un efecto notable en la forma o función de la proteína. Por ejemplo, una mutación que afecta proteínas que cumplen funciones vitales, como su capacidad para replicarse, no va a seguir existiendo, ya que el virus no va a poder seguir infectando.
Las mutaciones en sí mismas no son malas y ocurren al azar por lo que no hay forma de prevenirlas. Para un virus, propagarse durante meses y llegar a más de 3 millones de huéspedes es un largo período de tiempo para evolucionar y cambiar. Desde enero, los investigadores han secuenciado miles de genomas de SARS-CoV-2 y rastreado todas sus mutaciones. Hasta ahora, no han encontrado evidencia de que estas hayan tenido un cambio significativo en cómo nos afecta o que esté evolucionando a una forma más contagiosa o mortal.
Estas mutaciones no se distribuyen uniformemente, hay partes del genoma que han acumulado muchas mutaciones, de modo que son más flexibles y pueden tolerar cambios sin causar daño al virus. Las partes con pocas mutaciones son más frágiles y mutar ahí podría destruirlo, ya que causa cambios catastróficos en sus proteínas. Esas regiones esenciales son los mejores objetivos para atacar el virus con medicamentos, lo que es una buena señal para las vacunas que están en desarrollo.
Finalmente, por conocer cómo era el genoma de SARS-CoV-2 al comienzo del brote, se ha podido rastrear cuándo y dónde cambia basado en sus mutaciones. Las mutaciones pueden ayudar a responder preguntas como: ¿qué tan rápido está mutando?, ¿cuál es el medio de propagación? y ¿cuál es su origen? Si bien es cierto, el ancestro de SARS-CoV-2 tuvo que mutar para saltar de animales a las personas, lo más probable es que haya sucedido gradualmente acumulando mutaciones durante mucho tiempo. Pero desde que infecta humanos, no hay signos de una mutación alarmante de la que debamos preocuparnos. Por ahora, el mundo enfrenta una sola amenaza, aunque esa amenaza nos está afectando de muchas maneras.
- “Emergence of genomic diversity and recurrent mutations in SARS-CoV-2” by Lucy van Dorp, Mislav Acman, Damien Richard, Liam P. Shaw, Charlotte E. Ford, Louise Ormond, Christopher J. Owen, Juanita Pang, Cedric C. S. Tan, Florencia A. T. Boshier, Arturo Torres Ortiz and François Balloux, 5 May 2020, Infection, Genetics and Evolution. DOI: 10.1016/j.meegid.2020.104351
- Trevor Bedford, Sidney Bell et al., Nextstrain.org; Vaughan Cooper; Ana S. Gonzalez-Reiche et al., medRxiv; Nature; New England Journal of Medicine. Cahill-Keyes World Map projection by Gene Keyes.
- Phan, T. (2020). Genetic diversity and evolution of SARS-CoV-2. Infection, Genetics and Evolution, 104260. doi:10.1016/j.meegid.2020.104260
Edición: Diana Decurt