Hoy, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer. Este día es para recordar el largo camino que recorrieron las mujeres para obtener derechos como el voto, un mejor salario o el acceso a educación. Hoy en día, a pesar de que se reconoce la igualdad de derechos, no muchas de las mujeres pueden decir que la igualdad es una realidad. Una evidencia de esto es la existencia de violencia doméstica. La economía ha explorado el tema y ha tratado de encontrar causas o factores relevantes. Aquí te contaremos un poco sobre esto.
Se han hecho estudios económicos para tratar de buscar factores que puedan incrementar o atenuar casos de violencia hacia la mujer. Este tema ha ganado mayor importancia en los últimos años dado que se considera un tema de salud pública, ya que está relacionado con casos de feminicidio. Un modelo económico planteado por Farmer & Tiefenthaler en 1997 sobre un entorno no cooperativo, es decir, cuando la relación marital no comparte responsabilidades, si la esposa incrementa sus ingresos, entonces hay una reducción en el nivel de violencia recibida por su esposo. Si se mira al matrimonio desde una perspectiva económica, entonces se tendría a dos individuos que buscan maximizar sus utilidades (ajá, volvamos a nuestras clases de microeconomía), pero tienen una restricción que es que la otra parte se quede en el matrimonio. Y si no se puede llegar algún equilibrio dada la restricción, entonces el matrimonio acaba en divorcio. Es decir, que uno de los individuos buscará realizar todas aquellas cosas que lo haga feliz, pero, sin perjudicar a su pareja con el objetivo de que se mantenga en el matrimonio.
En un modelo no cooperativo, cuando el esposo transfiere utilidad a su esposa, por ejemplo, al brindar dinero para los gastos del hogar, a pesar de que haya violencia, la esposa decide quedarse en el matrimonio. Pero si la mujer obtuviera mayores ingresos por su cuenta, el incremento de utilidad marginal que se daría ante la transferencia por su marido sería menor. En otras palabras, si una mujer tuviera mejor salario, tendría mayor independencia, por lo que no tendría que soportar violencia. Otro paper basado en data colombiana coincidió con los resultados de Farmer & Tiefenthaler de que un aumento de ingresos de la mujer reduce la probabilidad de sufrir violencia. Además, los autores encontraron que la relación de variables como la presencia de hijos, ocupación, años de educación de la mujer y su edad es inversa con la violencia doméstica. Así también, los años de relación podrían ser una variable atenuante. Se ha encontrado que parejas que viven juntos después de muchos años de relación muestran una baja probabilidad de sufrir agresiones.
Por otro lado, en una investigación realizada en Australia, se encontró todo lo contrario. Si una mujer gana más que su pareja, la probabilidad de que ella sufra violencia por parte de su pareja aumenta en 35%. Y esto podría deberse a que existe una “norma de género”. Este factor cultural podría ser la razón por la cual los resultados difieren de los papers basados en casos de Colombia y Estados Unidos. Por otra parte, si el ingreso de la mujer aumenta sin llegar a superar al de su marido, podría no haber un cambio significativo en la probabilidad de sufrir agresiones. Lo curioso de los resultados es que la data que utilizaron no solo fue de familias de nivel socioeconómico bajo (grupo con el estereotipo de solo haber violencia domestica). Adicionalmente, las variables como edad, años de educación o lugar de nacimiento tampoco surten efectos significativos en la probabilidad de sufrir violencia. Y esto difiere del caso colombiano en que, como se mencionó, la edad y la educación son variables que podrían reducir la probabilidad de que la mujer reciba agresiones.
Si tomamos estos casos como ejemplos, podríamos decir que solo empoderando a la mujer mediante mejores sueldos y oportunidades no sería suficiente para acabar con la violencia doméstica. Hay variables culturales como las “normas de género” que podrían afectar la relación de factores como salario con la violencia doméstica como en el caso australiano, por lo que sería importante que, a la par, se busque cambiar estas normas, y qué mejor que mediante la educación. Todos debemos ser parte del cambio.