“El principio que uso para llevar a cabo mi labor es el de igualdad”.
Richard Concepción Carhuancho, juez peruano.
Si Perú fuera una persona, es muy probable que lo primero en su wishlist para esta Navidad sea combatir la corrupción, porque al mundial ya vamos a ir. Se viene la noche buena, y este año el Papa Noel peruano se llama…Richard Augusto Concepción Carhuancho. Este tarmeño ostenta el cargo de juez Titular del Primer Juzgado de Investigación Preparatoria Nacional, pero bien se le podría reconocer como el peruano con más huevxs del año valiente. No es tan conocido como Gareca, pero su obra y gracia nos han dado un milagro navideño: un poco de justicia ciega. No nos ha regalado un mundial, pero nos ha regalado esperanza.
Concepción Carhuancho ha dictado prisión preventiva para dos expresidentes presuntamente involucrados en el escándalo de corrupción internacional de Odebrecht/Lava Jato: los cri-criminales de Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Nadine Heredia. Algo nunca antes visto en la justicia peruana. Además, respecto al mismo caso de investigación, la madrugada de este lunes 4 de diciembre, a las 3:30 a.m., también dictó prisión preventiva para los empresarios José Graña Miró Quesada, Hernando Graña Acuña y José Castillo Dibós. Para un cuarto empresario presuntamente implicado, Gonzalo Ferraro Rey, dictó arresto domiciliario en la clínica Angloamericana, donde fue internado por problemas de salud la semana pasada.
Lo que nos deja
Como sabemos, el caso Lava Jato corresponde al más grande escándalo de corrupción corporativa y estatal que ha azotado el continente americano. Es un fraude de gobierno corporativo que consistió en una pretensiosa red de coimas entre empresas del rubro de construcción y funcionarios estatales de varios países en los cuales operaba la brasilera Odebrecht. Este tipo de fraudes no son poco comunes. De hecho, se dan en toda clase de países, independientemente de su nivel de desarrollo.
En este sentido, las resoluciones de prisión preventiva y arresto domiciliario del juez Concepción, al obedecer a la aplicación de justicia ciega, han sentado un precedente de gran envergadura en la lucha contra la corrupción. El mensaje es claro: Ahora los costos de un mal gobierno corporativo, y de cometer actos de corrupción, son más elevados. ¿Nos ha puesto en el camino de una reforma efectiva y sostenible? El tiempo lo dirá.
Ahora bien, hay quienes han cuestionado, con toda razón, la validez de las decisiones tomadas por Concepción respecto a encarcelar a investigados cuya culpabilidad aún no se prueba. Se argumenta que el uso desmedido de la prisión preventiva atenta a la presunción de inocencia. A este respecto, el juez se puso en modo Popy explicó que sus resoluciones responden a elementos e indicios probatorios expuestos por la fiscalía en su expediente, incluyendo dos requisitos claves para aprobar la prisión preventiva: elementos de convicción fundados y una pena superior a los cuatro años por los delitos que se le imputan. Si bien en este artículo no pretendemos profundizar en cuál habría sido la adecuada manera de tratar la situación penal de los acusados, creemos que los cuestionamientos mencionados son válidos.
Sin embargo, y aquí nos ponemos en modo Popy también, vale la pena tomar lo positivo que dejan las medidas adoptadas por Concepción en lo que va de la investigación del caso Lava Jato: Se ha sentado un precedente en contra de la impunidad frente a la corrupción de funcionarios públicos y privados. Sin duda, para un país con una larga tradición de impunidad ante nuestros ojos, eso es un buen regalo de navidad.
Como democracia en Estado de Derecho, es un hito el hecho que por primera vez en nuestra historia hay un proceso penal contra dos expresidentes y tres figuras de poder corporativo, todos bajo el manto del mismo delito. Esta vez, estamos aparentemente rumbo al camino en el que no ganan ni el poder ni el dinero, sino la justicia. Y esto, quizás, con más acciones similares por parte de nuestro Poder Judicial, nos pueda ayudar a creer de nuevo en nuestro Estado peruano y sus instituciones. Me atrevo a decir que es, sin duda, un milagro navideño.