Los problemas no cesan. A diario nos topamos con diversas noticias negativas. En los últimos días el caso “Las Bambas” ha recobrado relevancia en los diversos medios de comunicación, casi todas las actualizaciones son alrededor de este tema. No obstante, como sabemos, este no es el único caso de crisis social que enfrenta el país. Estas múltiples actualizaciones han caleteado opacado más de una manifestación pública de actos xenófobos de personas que nos guste o no, cuentan con cierto de grado de influencia en algunas (ojalá sean pocas) personas. Tal es el caso de las declaraciones brindadas por el alcalde provincial de Huancayo, a través de un comunicado oficial, contra los ciudadanos venezolanos. Esto no hace más que alimentar el sentimiento de odio hacia los venezolanos que por diversos motivos – independientemente de si desean o no- se ven forzados a radicar en nuestro país.
Si bien el caso de “Las Bambas” es sumamente importante (involucra a los sectores de economía y minería, acaso los más importantes), no debemos dejar de hacer hincapié en este tipo de situaciones que no se presentan en nuestro país por primera vez. Hoy en día las víctimas directas de ataques xenófobos en el Perú son los venezolanos. Pero, ¿este fenómeno apareció se dejó notar con su llegada? A través de este artículo, VA te ayudará a refrescar la memoria y darte cuenta por si no lo has hecho por pensar en él o ella que desde hace ya mucho tiempo tratar despectivamente a alguien por su lugar de origen en nuestra sociedad es “normal” (sad but true).
Una de las primeras colonias que también experimentó el desprecio de los peruanos fue la japonesa. En 1899 empezaron a arribar los primeros integrantes de esta colonia, para 1930 ya tenía una presencia sólida. Indudablemente esto preocupó a la población. Como es de suponer, no podía faltar el típico político populista que en vez de calmar las aguas exacerba el odio. En este caso ese papel lo ocupó el dictador Luis Sánchez Cerro, quien expresaba abiertamente su rechazo a los extranjeros dado que los consideraba como una raza inferior. Inclusive lo hizo extenso a través de propagandas políticas. No obstante, el golpe más duro que sufrió la colonia nikkei se dio en 1941, durante la segunda guerra mundial, tras el ataque de Japón a Pearl Harbor. El gobierno, a pesar de haber firmado un Tratado de Paz, Amistad, Límites, Comercio y Navegación con el Imperio del Japón en 1873, optó por deportar a 1771 ciudadanos japoneses a Estados Unidos. Todos ellos fueron recluidos en ‘campos de reubicación’ (especie de campos de concentración para japoneses en Estados Unidos) situados en California y Texas. Vergonzosamente el Perú aportó con más de la mitad de personas que conformaron esa población. Si así de drásticos hubieran sido con la corrupción, otra sería la historia.
En 1949, tras la liberación de afroperuanos de las garras de la esclavitud, existió una gran demanda de mano de obra barata, motivo por el cual muchos chinos fueron traídos desde Cantón, Macao y Hong Kong. Durante un tiempo trabajaron en condiciones de semi esclavitud; no obstante, a medida que pasaba el tiempo, el número de integrantes de la colonia china aumentaba. Aproximadamente, 15 años después decidieron dejar sus trabajos en el campo y migrar a la ciudad. Muchos de ellos optaron por trabajar en diversos puestos (sea cual sea); esto despertó los primeros rastros de xenofobia. Los peruanos de ese entonces los culpaban de quitarles puestos de trabajo y portar enfermedades tales como la malaria. La falta de tolerancia a la colonia china muchas veces trajo consigo actos de violencia. El Barrio Chino de Capón donde por cierto hoy en día venden los min pao más ricos muchas veces fue víctima de saqueos.
Este repaso nos ha permitido recordar los errores, que en algunos casos, los peruanos han cometido más de una vez. Si bien hoy podemos decir que esos episodios son historia, desafortunadamente la xenofobia no se esfumó junto a esta. Día a día somos testigos de nuevos ataques xenófobos, especialmente hacia los venezolanos. El jueves 28 de marzo a través de la cuenta de Facebook de la municipalidad provincial de Huancayo se difundió un comunicado oficial que ratificaba la opinión del alcalde, Henry López Cantori: ver a Huancayo libre de venezolanos (parece una broma de mal gusto, pero no lo es). No le bastó este comunicado, también manifestó el mismo mensaje a través de su cuenta personal. López les atribuye el problema de la informalidad, falta de empleo, entre otros (pero como sabemos este tipo de problemas existen tanto en Huancayo, como en todo el Perú, desde antes que Maduro tomara las riendas de Venezuela) Sorry not sorry.Al parecer, este peculiar personaje, quien proclamó un discurso similar tras obtener el cargo de burgomaestre, no pudo con las críticas ya que ambas publicaciones fueron eliminados a las pocas horas.
Tras las declaraciones del alcalde Henry López Cantori, el gobierno, a través del Ministerio de Cultura, rechazó el comunicado emitido por el burgomaestre. Asimismo, instó a cada uno de los ciudadanos a fortalecer la tolerancia y el respeto entre todos. ¿Realmente es tan difícil poner en práctica esos valores?
Días posteriores a la emisión de este comunicado, comenzó a viralizarse el tema de cumbia “Las venecas” (ahora se titula “Pélenme ese gallo”) de la agrupación norteña “Son de Tambito”. Este hecho desató una ola de indignación a través de las diversas redes sociales. La letra relata la historia de un hombre mujeriego que simplemente piensa en gastar su dinero en alcohol y mujeres, específicamente venezolanas. Este video musical transluce problemas tales como el machismo, la cosificación de la mujer y, en este caso, manifiesta una clara actitud xenófoba por parte de la población. La letra inicial –ya que dada las críticas la agrupación se vio en la obligación de cambiar algunas partes de la letra– estereotipa a las venezolanas como mujeres meramente promiscuas que lo único que buscan es obtener beneficios. El video es sumamente indignante y la entrevista en la cual el autor de la canción cuenta que se inspiró para la creación de esta, le permite al receptor enfrentar una disyuntiva entre renegar, reír (irónicamente) o llorar. De por sí las mujeres en el Perú (y no es un secreto) luchamos arduamente contra la violencia, si a esto le sumamos ataques xenófobos, la situación a enfrentar es sumamente complicada.
Probablemente muchos venezolanos, japoneses o chinos nunca pensaron radicar en el Perú, mas por diversos motivos se vieron en la obligación de hacerlo. Hace no muchos años, durante la época del terrorismo, muchos compatriotas se vieron en la obligación de abandonar nuestro país. Al parecer ya olvidamos que otros países nos acogieron, inclusive la misma Venezuela lo hizo. Es muy triste que no sepamos capaces de reconocer las bondades de la migración (el chifa que tanto te gusta es producto de esta) y simplemente observemos lo negativo de esta. Las bambas es un tema que sigue ocupando planas (no tiene por qué dejar de hacerlo); sin embargo, temas como estos nos permiten darnos cuenta que los problemas del país muchas veces están más cerca de lo que pensamos y se originan simplemente por ni siquiera tratar de ser empáticos con el otro.
Editado por Isabela García.
Fuentes:
https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/arepas-huancaina-diego-macera-418395