Danza (1909) – Henri Matisse

No existe un consenso sobre qué es y no es arte. Esto es, la cualidad del arte de tener un componente subjetivo. Tanto internet como en los libros de historia se puede hallar un sinfín de artículos que ponen en cuestión si tal o cual pieza puede ser considerada arte. Estas discusiones culturales están en contraste con la asunción cultural del relativismo, que profesa que el arte se halla en la visión de quien observa, por lo que cualquier cosa puede ser arte sin requerir criterios objetivos.

Una llanta tirada en mitad del camino, un anuncio de señalética vial o la pared demolida de una construcción pueden ser consideradas arte por alguien a pesar de haberse concebido con un propósito diferente al artístico, y es válido si pensamos que todo arte es subjetivo. Sin embargo, la contradicción se torna evidente cuando las personas realizan juicios críticos, que dejan entender que existe una lógica que permite la discusión sobre el arte; si existe tal lógica, el arte debe ser objetivo.

La balsa de la Medusa (1818-1819) – Théodore Géricault

Para evitar confusiones, aclaremos definiciones asociadas. La expresión artística se manifiesta a través de diferentes formatos de arte como la pintura, música, literatura o cine. La pieza de arte es el producto artístico en sí, puede ser un cuadro, una canción, un libro o una película. Si la pieza de arte logra despertar ese encuentro sublime con la audiencia, se considera una obra de arte.

La gran ola de Kanagawa (1831-1833) – Hokusai

Para poner un ejemplo, un chico escucha la canción “bad guy” de Billie Eilish, que se creó utilizando el formato de arte de música. En el coro, tiene una sensación que no puede explicar y le genera emociones encontradas. Como experimentó lo sublime, la considera una obra de arte. Decide enseñarle el tema a una amiga, quien no cree sea una obra de arte, sino tan solo una pieza. Ella ha escuchado mucho pop antes y considera que la canción de Billie Eilish no está al nivel de otras, ya que no despertó lo sublime en ella. Este ejemplo explica como la condición de la forma y pieza de arte no es una cuestión para ninguno, ya que son conceptos objetivos que no dependen de la audiencia. Aun así, su categorización de “obra de arte” está en discusión y depende completamente de la experiencia subjetiva con lo sublime.

Mujer llorona (1937) – Pablo Picasso

Otro criterio objetivo que hallamos en el arte es que debe contar con tres elementos: la pieza de arte, el artista y la audiencia. En el caso de varias instalaciones o piezas performativas, formatos modernos de arte que surgen en el siglo XX, dos o más de los elementos se encontraban juntos. En los 70s, la artista Marina Abramović inició una serie titulada Rhythm (ritmo en inglés) que consistió de diferentes piezas performativas frente a una audiencia en una galería, un espacio entendido como artístico. En las sesiones, Marina buscaba explorar los elementos del ritual y la performance en relación con el límite del cuerpo humano, por lo que participó de ruletas rusas con cuchillos, tomó medicamentos para catatonia y esquizofrenia, se desmayó en un fuego, se desmayó frente a un ventilador industrial, y finalmente, colocó 72 objetos en una mesa y permitió que la audiencia la violente sin repercusiones por horas.

La ronda de noche (1642) – Rembrandt von Rijn

La obra de Marina, muy cuestionada como artista en su tiempo, sintetizaba a la pieza de arte, el artista y la audiencia en el mismo objeto: la vivencia, el momento espacio determinado de su performance. El artista debe crear una obra para el consumo de una audiencia para ser considerado arte y Marina cumple los requisitos: si me hallara frente a un bello paisaje pintoresco, por más que experimente lo sublime, no puede ser arte ya que no hay un creador.

Otra lógica postula que el arte debe ser también intencional. Si no es para despertar sentimientos en otros al menos debe buscar despertarlos en el artista mismo en una exploración. A pesar de ser una fotografía, y la fotografía es un arte, un selfie no es una obra de arte. Si me siento con un dibujante de la policía para elaborar un dibujo del perfil de un criminal, no es una obra de arte. Un anuncio publicitario con un jingle no es arte, porque la intención se halla en la venta.

El retrato de Adele Bloch-Bauer I (1907) – Gustav Klimt

¿Qué podemos concluir? ¿Es el arte objetivo o subjetivo? A pesar de que hallamos criterios objetivos para determinar qué son obras y piezas de arte, las opiniones siempre nunca serán objetivas. La diferencia en las opiniones y, por ende ese componente subjetivo del arte, puede ser hallada en dos instancias. En primer lugar, podemos hallar que las experiencias sublimes frente a la misma pieza varían según cada persona, dependiendo de sus experiencias o falta de ellas con el formato. Y, en segundo lugar, podemos argumentar que también dependerá de la medida en que la pieza cumpla con los criterios objetivos del formato. De aquí pueden aparecer miles de opiniones subjetivas sobre criterios objetivos que expliquen la intención del artista o la complejidad de capas de interpretación. Lo que no debemos decir es que “el arte es subjetivo y, por ende, es lo que uno quiera que sea”

La virgen del canciller Rolin (1435) – Jan van Eyck

REFERENCIAS: