Si tuviera que describir al Perú, usaría, como metáfora, la tragicomedia. Un país tribal, en el que sus ciudadanos hacen lo que quieren sin que se rija el imperio de la ley. Un lugar donde uno de sus historiadores más notables es reconocido, tristemente, a partir de una insólita frase:
“…quien se sienta feliz en el Perú es un miserable…” – Pablo Maceda
Uno de los últimos eventos en nuestra tragicomedia es que el señor Vizcarra presidente para muchos y golpista para otros ha decidido disolver el Congreso con una interpretación constitucional, por decir lo menos, antojadiza. Como menciona muy sabiamente Jaime Bayly a base de la verdad relativa, la Constitución es como las Sagradas Escrituras, ya que cada uno lo interpreta a su manera. Concepto que nos impulsa a estudiar la actualidad desde la perspectiva de otras ciencias sociales. Es así que Popper indica que, para que algo sea considerado una teoría científica, debe poder ser refutado. A partir de esta idea, defiende la libertad afirmando que sin esta los hombres no pueden cuestionar y refutar teorías, lo que detendría los avances del conocimiento. Por lo tanto, si no hay verdades absolutas, debemos reconocer la posibilidad de un margen de error en nuestras ideas y, por ende, debemos ser tolerantes. Haciendo un argumento a favor de la democracia como método para organizar la sociedad. #DemocraciaEsMetodoCientifico
Ahora, ¿cuál es la esencia de un golpe de Estado, es decir, qué hace a un golpe de Estado un golpe de Estado? Para George Forsyth, nuestro puntero oficial para las próximas elecciones, “no es golpe de Estado porque todos lo queremos”. La esencia es impopularidad. Otro argumento pobre que se suele escuchar es que la Comisión Permanente y el TC están funcionando, los medios no han sido tomados y no hay tanques en la calle #GolpeDeEstado=Pinochetazo. En este caso, la esencia sería el uso de la fuerza. Para Alfredo Barnechea (quizás con el argumento más aterrizado económicamente hablando), un golpe de Estado es la centralización del poder.
De una forma u otra, los golpes de Estado ya no son iguales a los de las décadas pasadas. Es por esto que Levitsky y Ziblatt (2018) indican que “los asesinos de la democracia usan las mismas instituciones de la democracia, gradual, sutil e, incluso, legal para matarla”. Es decir, que, hoy en día, los golpes de Estados suelen tomar rutas democráticas y no son de un día para el otro utilizando fuerzas militares. Además, agregan que los dictadores se esconden bajo la bandera de los esfuerzos para mejorar la democracia; como hacer que el poder judicial sea más eficiente, combatir la corrupción o limpiar el proceso electoral ¿suena similar a las reformas de Vizcarra?
A su vez, Levitsky (2018) indica que para que las democracias funcionen bien se tienen que cumplir normas democráticas no escritas. En la Teoría de Juegos, las normas sociales son reglas de comportamiento que rigen las interacciones con los demás. Estas evitan que la sociedad caiga en coordinaciones fallidas permitiéndole llegar a un equilibrio más deseable al haber coordinación y confianza entre individuos. En el aspecto político, menciona la importancia de la existencia de una tolerancia mutua entre los diferentes partidos y la importancia de identificarse como rivales legítimos (no enemigos) #MalditosFujiApristas. Muchos peruanos ven a los fujimoristas o apristas como políticos ilegítimos, como también se ve a la izquierda radical como una suerte de enemigos mortales #NoALaVero. Cuando estas polarizaciones llegan a niveles extremos como el caso peruano, se podría terminar matando a la democracia. Otra norma importante es la contención o la idea de que los políticos deben moderarse a la hora de utilizar sus prerrogativas constitucionales. Ejemplos de esto es que no se debería abusar del uso de cuestiones de confianza, de las mociones de censura o promover vacancias como cancha.
Por otro lado, el algoritmo para lograr un golpe de Estado exitoso consta, en primer lugar, en deslegitimizar a tus oponentes y luego, usar una crisis o, en todo caso, crearla para tener un pretexto para poder usar herramientas constitucionales o inconstitucionales de gran alcance. Muchos dicen que lo sucedido en el 92 y lo de ahora no son iguales. Pero los preparativos al golpe de Estado de aquel año se parecen, en gran medida, a lo sucedido en la actualidad. Fujimori, al igual que Vizcarra, tenía un Congreso opositor. El caso del expresidente era aún peor, debido a que el Legislativo había asignado a sus individuos de confianza en la Corte Suprema. Es así que este comenzó una campaña para destruir la imagen de sus adversarios políticos violando la norma de tolerancia mutua. El Congreso no permitió que se pase leyes en los primeros meses de mandato y es por esto que Fujimori comenzó a gobernar a través de decretos (violación de la norma de contención por ambos poderes). Estos fueron, luego, declarados inconstitucionales. En noviembre de 1991, el entonces mandatario mando más de 100 leyes, para que los congresistas las aprueben. El Congreso por supuesto todo achorado lo mando a volar. Es más, pasaron legislación para quitarle poder a Fujimori y le imposibilitaron sacar decretos de urgencias en momentos de hiperinflación y terrorismo #NoSePasen. Este último ataque, que afectaba la independencia de poderes, hizo que las agresiones políticas escalen a mayores, haciendo que Fujimori deslegitimizará aún más a el establishment político para prepararse ante un futuro golpe de Estado. Por el otro lado, el Senado propuso una moción de vacancia que no llegó a prosperar. Como respuesta final, Fujimori decidió cerrar el Congreso.
La estrategia de preparación Fujimorista o Vizcarrista para un golpe de Estado es la misma. Es una secuencia de eventos que intensifican la polarización entre las clases políticas haciendo que no se usen con moderación las atribuciones constitucionales. En los dos casos, se usó una estrategia llamada tit-for-tat u ojo por ojo en Teoría de Juegos. Se basa en que un agente primero cooperará, luego replicará la acción previa de un oponente. Si el oponente anteriormente no fue cooperativo, entonces el agente no será cooperativo. Bajo este ping pong de agresiones, se fueron erosionando las instituciones y normas democráticas. Quizás la diferencia más grande fue que Fujimori tuvo una crisis económica real en su gobierno. Vizcarra, al verse en falta de una crisis, tuvo que crear su propia crisis política.
Una de las partes finales del algoritmo es aprovecharse de una debilidad institucional de la democracia. Hayek (1944) indica que el Congreso tiene una debilidad intrínseca de popularidad es para llorar ¿Podrías creer que el Congreso en Estados Unidos tiene peor popularidad que el peruano? Por ejemplo, una estadística interesante de dicha institución es que, en los últimos 10 años, no ha superado la valla de 30% de aprobación. El caso peruano actual tiene otras deficiencias democráticas, ya que estamos en un periodo donde los pocos partidos políticos han sido deslegitimizados y en donde las personas buscan castigar al establishment. Alberto Vergara (2018) indica que los peruanos siempre bien creativos tienen la predisposición de jalarle la oreja a sus políticos votando por outsiders. Es decir, estamos frente a un escenario de renovación política sin la existencia de partidos políticos que funcionan como control de calidad. Si a eso le sumamos lo que Aldo Mariátegui suele llamar el “electarado” (falta de educación electoral en el Perú), las expectativas de las elecciones serán catastróficas desde el punto de vista institucional.
La última parte es adecuar la legislación a la medida del dictador. Nuestra Constitución ya es presidencialista, como es de esperarse, debido a que la promovió Fujimori demarcando la línea de poder en favor del Ejecutivo. En el estudio de derecho comparado, se puede observar que nuestra Constitución es una de las pocas que permite el uso de cuestión de confianza. Y, dentro de los sistemas presidencialistas, solo Ecuador y Perú tienen la opción de disolver el Congreso. A su vez, la Comisión de Venecia indico que “vincular una reforma constitucional a una moción de confianza es inusual” y que defiere de prácticas de otros países. Si el TC permitiera este tipo de cuestión de confianza, estaría abriendo una caja de Pandora para que el Ejecutivo la tenga fácil si quisiese cambiar parte de la Constitución.
Para empeorar las cosas, el Latinobarómetro del 2010 indica que Perú está entre los tres países de América Latina donde más se apoyaría un golpe de Estado. Es decir, Perú es tierra fértil para las dictaduras #QueSad.
Como conclusión, debemos ser conscientes de que las instituciones políticas diseñadas para salvaguardar la democracia han sido doblegadas, desde la erosión de las normas democráticas y los partidos políticos hasta la delimitación de una constitución aún más presidencialista. Fuera de que si lo actual es o no un golpe de Estado, deberíamos estar preocupados por nuestro querido Perú al ser tierra fértil para futuras dictaduras.
Editado por Claudia Barraza
Referencias:
Acemoglu, D., & Robinson, J. A. (2012). Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza.
Hayek, F. A. (1944). The Road to serfdom. Routledge.
Levitsky, S., & Ziblatt, D. (2018). How democracies die. London: Penguin.
Llosa, M. V. (2018). La llamada de la tribu. Alfaguara.
Vergara, A. (2018). Ciudadanos sin República: de la precariedad institucional al descalabro político. Lima, Perú: Planeta.
https://edition.cnn.com/2019/06/01/politics/poll-of-the-week-congress-approval-rating/index.html
http://www.latinobarometro.org/documentos/LATBD_INFORME_LATINOBAROMETRO_2010.pdf