Luego de un buen rato de aburrimiento mensaje a la nación, Vizcarra soltó una bombaza. Parece que los otorongos padres de la patria se irán más rápido. Al fin. ¿O no? No es muy claro, porque muchos afirman que él no puede hacer eso, que estaría siendo un dictador. Lo que es seguro: la desaprobación generalizada y el rechazo de la gente hacia el Parlamento, sentimiento recogido por el Presidente y concretado en una acción. ¿En qué consiste? Acá te lo contamos.
En todo mensaje a la nación, se muestran avances y se hacen promesas. Esta vez, cuando ya varios estaban cabeceando parecía no quedar mucho para que acabe el discurso, algo desató la hecatombe. En simple, Vizcarra anunció una propuesta: adelantar las elecciones al 2020 y así dar “solución” a la crisis institucional. Lo que se lee en el Proyecto de Ley de Reforma Constitucional es que se busca adelantar las elecciones, por medio del recorte de los períodos legalmente previstos para el ejercicio de la función pública de los actuales congresistas, del propio Vizcarra y de los parlamentarios andinos #QuiénesSerán; no es, como algunos dicen, que pretende que a partir ahora duren cuatro años.
Repasemos las etapas que deberá seguir esta propuesta de reforma para llegar a ser realidad. El último miércoles se presentó el PL N°4637/2019 al Congreso. Luego de aprobado (puede haber modificación parcial o total) por este, deberá ser sometido a referéndum #MásFeriados #MásLeySeca. No es, de ninguna forma, que Vizcarra esté convocando a Elecciones Generales por sí mismo. Esto es clave porque se cuestiona mucho su “decisión” por ser inconstitucional. Pero si es un proyecto, que pasará por el filtro congresal y ratificado vía referéndum, ¿de qué forma estaría pateando el tablero? Sería la propia población la que defina echar a todos de una vez la realización o no de elecciones anticipadas.
Si el pueblo puede dar, a través de una Asamblea o Congreso Constituyente, una nueva Constitución, ¿por qué no podría adelantar elecciones (mediante la ratificación de la propuesta)?”
No todo es color de rosa #HelloDarknessMyOldFriend. La viabilidad y eficacia de la reforma es lo que también se critica. La interrogante es sencilla: ¿creemos que adelantando elecciones vamos a solucionar la crisis institucional? La misma, según lo mencionado en el PL y por el propio presidente, radica en el obstruccionismo y poca intención de diálogo que ha mostrado el Parlamento. No obstante, si renovamos todo el Legislativo y el Ejecutivo, no tendría como consecuencia un mayor entendimiento, necesariamente; más aún, podría ser peor. Es lanzar la moneda al aire, considerando la pobre institucionalidad de los partidos políticos y la precariedad del sistema electoral antes de avalar lo propuesto: ¿no es acaso ese mismo sistema electoral que produjo la elección del actual parlamento, el que serviría de marco para las nuevas elecciones?
En buen cristiano: con los partidos que tenemos, con el marco legal-electoral que tenemos, ¿podremos tener un mejor Parlamento? Esto está directamente relacionado con el problema de la representatividad. No es un secreto que la gente echaría a patadas la mayoría de los congresistas hoy mismo: no se sienten representados. Sin embargo, el asunto está en que la renovación de parlamentarios, per se, no solucionará nada. El sistema electoral es la variable determinante para obtener un Congreso que realmente represente al pueblo.
Y, por si fuera poco, añadamos el factor tiempo. Ningún partido (uno de verdad) se crea –en sentido amplio- en pocos meses #PartidosBamba. Ello, sin contar los requisitos que el propio sistema exige, relativos al número de firmas, comités por departamento y distrito, etc. Basta recordar los numerosos partidos chicha y de alquiler nuevos que han aparecido en los últimos años, casi casi propiedad de los candidatos. Entonces, ¿los partidos existentes podrán ganar la legitimidad, con la que no cuentan actualmente, en cuestión de meses?
Lo que queda claro ahora es que la pelota está en la cancha del Congreso. Un posible escenario es que todo vaya según lo que pretende el Ejecutivo: primero, aprobación; luego, referéndum; y, por último, elecciones. Otro sería que modifiquen o rechacen la propuesta, frente a lo cual el gobierno podría hacer uso de la cuestión de confianza (segunda vez por Vizcarra). De ser desconocida, el presidente tendría luz verde para cerrar el Parlamento. E incluso aquí, el Legislativo podría vacar a Vizcarra por considerar inconstitucional su cierre #ChaosReigns. Al final, la dinámica entre el Ejecutivo y el Congreso seguirá siendo un juego político de fuerzas, tensiones y distensiones, en medio de la indignación ciudadana por el actuar de los políticos, en general, de nuestro país.
Editado por Isabela García.