Los gobernantes de muchos países (sobre todo PPK) son conscientes de que es importante invertir en deporte para mejorar los índices de salud nacional, y por qué no, para lograr una posición significativa en el medallero de los juegos olímpicos. Esto no es nada nuevo. Sin embargo, no todos sabíamos que esta inversión en deporte incluía también, como todo en esta vida, el uso de incentivos.
Fair enough, los medallistas de estas competencias reciben en sus países muchos regalos como viajes, autos, dinero, etc. Por ejemplo, dos deportistas de India recibieron dinero en efectivo, BMW’s y muchas tierras por haber obtenido medallas de plata y bronce en los Juegos de Brasil 2016. Y ni que decir de Joseph Schooling, que no podía ocultar su felicidad por recibir más de 750 mil dólares del gobierno de Singapur ganar la primera medalla de oro en la historia de Singapur en los 100 metros mariposa y batir a su ídolo Michael Phelps.
Pero estos no son casos aislados, otros países que despilfarran grande sumas de dinero otorgan grandes premios a sus atletas son Italia, y Francia. Estos países les pagan a sus atletas nada menos que 165 000 y 66 000 dólares respectivamente por cada medalla de oro que obtengan. Pero, ustedes se preguntarán, ¿cuánto paga Perú? El premio que se ofrece en nuestro país también es muy tentador, 60 300 dólares por colgarse la presea dorada, 30 100 por la de plata y 22 000 por la de bronce. Ahora sí que me pongo a hacer deporte.
Para que decir que no si sí, muchos pediríamos cosas similares si el gobierno nos ofrece cualquier cosa material que nosotros queramos. No obstante, me alegra afirmar que, al parecer, no todos pensamos igual. No todos piensan en pedir bienes de lujo por haber conseguido una medalla, de hecho, algunos deciden no pedir nada. Este es el caso de una atleta keniana de tan solo 22 años, protagonista de la historia, un tanto distinta, que VA les trae el día de hoy.
Faith Kipyegon no hizo ningún pedido por obtener una medalla de oro en los 1500 metros planos en los últimos Juegos Olímpicos; sin embargo, fue su padre quien le hizo un pedido al presidente de su país, Uhuru Kenyatta, para que le brinde electricidad y no vuelva a perderse la oportunidad de ver a su hija correr y ganar medallas para Kenia. Ella y su famili
a son oriundos de Ndaibit, un pueblo que si bien nunca ha conocido los beneficios de la electricidad, nunca perdió la faith y gracias a esta joven, empezaron a tener acceso a este servicio básico tan solo nueve días después de su triunfo.
Además, la gente empezó a poner se su parte y Samsung le entregó a esta familia un televisor pantalla plana mientras SuperSport le brindó el decodificador. Tras estas novedades su padre afirmó: “Solo puedo agradecerle a Dios que me haya regalado una hija tan maravillosa que ha transformado nuestro pueblo y pido que le dé fuerza y salud para que siga ganando más medallas para Kenia”.
El contraste de los incentivos no es solo cuestión de caprichos, sino que en ciertos casos puede llegar a reflejar la calidad de vida que hay en diversos países, el desarrollo con el que cada nación cuenta y la realidad con la que tienen que lidiar muchos deportistas. Asimismo, si bien es cierto que el deporte es bueno para salud, mejora las condiciones físicas y te mantiene en buen estado; ¿quién diría que el deporte también podría mejorar las condiciones de una aldea de la forma en la que lo hizo Faith Kipyegon? Realmente sorprendente, merece ser compartido.
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