Hace menos de 50 años, se viene formando una corriente de pensamiento que indica que la forma en la que vemos el crecimiento y el desarrollo de los países está mal. Primero, se consideraba que el progreso solo se podía ver a través del crecimiento económico (evolución del PBI per cápita), pero esto resultó no ser suficiente. Luego, se empezaron a hacer uso de las teorías del desarrollo multidimensional. Este indicaba que existían diversos factores que determinaban el progreso de las sociedades. Se incluyeron la educación, la salud, la demografía, entre otros. En línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se estableció la última estrategia hasta el momento para medir el desarrollo. Esta se relaciona con una de las comidas más ricas y menos saludables: la dona.
En los últimos años, se ha hablado de economía lineal y economía circular. Ambas son maneras de ver cómo la economía debería comportarse no son teorías económicas y, también, reflejan la conducta económica de las sociedades. En términos generales, la economía lineal es producir, consumir y desechar; y la economía circular, producir, consumir, reusar o reciclar, consumir de nuevo y desechar. Muchos pensaron que trasladarse hacia esta última no tendría grandes efectos positivos (solo desacelera el proceso de destruir el planeta) y decidieron pensar en formas más “elaboradas”. El resultado fue una dona.
La idea central de este nuevo modelo de medición es que la prosperidad y el progreso deben tener en cuenta dos aspectos fundamentales: cubrir las necesidades de las personas y respetar los límites del planeta. Para que exista desarrollo, es necesario que se utilicen muchos recursos. El crecimiento económico apunta al mayor bienestar de las personas en un mundo perfecto y, por ello, es necesario que trabajemos para eliminar la pobreza, mejorar la educación, conseguir la igualdad, etc. Sin embargo, hay que usar lo que tenemos con conciencia; es decir, no hay que exagerar tampoco. Es por eso que la dona establece bases para la humanidad y límites para la naturaleza, e incluye los conceptos de shortfall y overshoot.
Cuando no cumplimos con uno de los ODS, estamos cayendo en el shortfall nos estamos quedando cortos. Cumplir todos estos objetivos asegura una base para que la humanidad pueda vivir con calidad. En este punto, hemos solucionado este problema y nos encontramos dentro de la dona. Pero como somos unos exagerados, el problema es que muchos recursos se van a depredar por buscar este desarrollo: se va a atentar contra nuestro futuro por buscar un presente digno. Cuando sobrepasamos el techo ecológico, caemos en el overshooting y nos salimos de la deseada dona. Aquí es donde más se entiende por qué se eligió esta forma. La estructura circular se debe a las diversas dimensiones del desarrollo sostenible (economía, educación, salud, sociedad, energía, entre otros). Pararse dentro de la estructura (muy al centro) significa que las personas no están viviendo con calidad, mientras que encontrarse fuera de todo el círculo equivaldría a estar atacando nuestra calidad de vida en el futuro no muy lejano. Lo ideal, entonces, es situarse dentro de la dona en la parte que se come.
La economía de la dona tampoco llega a considerarse una teoría económica ni un campo de la disciplina, sino una nueva manera de entender el desarrollo multidimensional y sostenible. Una consecuencia de esta nueva perspectiva es que nos permite evaluar a los países y conocer en qué sector de la dona se encuentran. La gran mayoría de países desarrollados ha logrado satisfacer las necesidades básicas para una vida digna de sus ciudadanos, pero no han tomado en cuenta las limitaciones naturales. Se encuentran muy por afuera de la dona y están afectando la capacidad global para desarrollarse sosteniblemente. Por otro lado, los que están en vías de desarrollo tienden a situarse dentro de la dona, pues no han logrado conseguir las condiciones mínimas de calidad. Estos países tienen más problemas porque usualmente se encuentran al mismo tiempo dentro y fuera de la dona. Esto sucede porque, al no cumplir con los ODS, explotan indebidamente sus recursos para conseguir alguno de los objetivos rápidamente y sin medir las consecuencias. Perú se encuentra en el segundo grupo de países y cumplimos con la regla general. En diversas dimensiones como la igualdad, calidad de vida, democracia y salud, caemos en los dos problemas: shortfall y overshooting. Solo tomando en cuenta la estructura de la dona, podemos apuntar a un desarrollo sostenible que asegure un presente y un futuro donde podamos vivir tranquilos.
En conclusión, la dona es nueva manera de ver el desarrollo desde todos los puntos de vista importantes. Dejemos de pensar que solo una dimensión es importante, y empecemos a considerar el crecimiento integrado entre todos los aspectos de nuestra vida y nuestra sociedad. Es necesario que todos los países apunten a caer en la dona. La próxima vez que comas una, podrás pensar qué estás haciendo para asegurar un futuro en el que podamos comer más de estas o lo que sea que quieras comer, ya que el objetivo es que sí exista un futuro.
Edición: Claudia Barraza