Hace poco vi una película en Netflix llamada “¿Cuánto vale la vida?” (Mírala, está buena) que trata sobre cómo un abogado, a cargo del Gobierno americano, tuvo que asignar un valor monetario a cada persona que perdió la vida en las Torres Gemelas para pagarles a sus familiares. Te parecerá increíble, pero no a todos se les pagó la misma suma de dinero porque, de acuerdo con la fórmula planteada, algunas vidas valían más que otras. Esto nos lleva a cuestionarnos si es que existe algún modelo económico que la mida con precisión. ¿Cómo saber cuánto vale la vida?
Sabemos que todo tiene un precio, ya sean bienes o servicios. Usualmente, estos precios se fijan en función de cuánto una persona está dispuesta a pagar. Pero ¿si el bien fuera la vida? Existe un ratio que los economistas usamos para poder “medir” el valor de la vida: the value of a statistical life (VSL). Este es un ratio de intercambio entre el riesgo de muerte y el dinero. Por ejemplo, si sabes que la probabilidad de morir es 20% en el trabajo que tienes actualmente, pero te ofrecen otro empleo donde te pagan el doble con una la probabilidad de muerte del 30%, ¿aceptarías? Esta disposición que tienes al cambio entre la probabilidad de morir y el dinero que recibes a cambio es lo que mide el VSL. Es una forma de medir el valor de la vida y es muy usada por los creadores de políticas (policy makers). Recolectando información en Estados Unidos, planteándoles el mismo escenario a varias personas, se llegó a la conclusión de que el valor de la vida es de 10 millones de dólares en el 2017. (Pero no te emociones, el seguro de vida no te va a pagar eso). En otros países, ese valor es menor, dado que la elasticidad ingreso del VSL es positiva. En el caso peruano, el VSL es un poco más de 3 millones de soles.
Como mencionamos, el VSL es usado por los policy makers, ya que ayuda mucho con el análisis de costo-beneficio. El profesor Robert Pindyck lo utilizó para poder medir la pérdida de utilidad en la sociedad a causa de la muerte de las personas en catástrofes. Ello con el fin de evaluar la introducción de un posible impuesto que ayude a prevenir los efectos de una catástrofe, como podría ser una pandemia. Hoy en día, sabemos que una pandemia no solo surte un gran efecto en la tasa de mortalidad, sino también en la economía: la reducción de mano de obra lleva a que el consumo baje, por ejemplo. El problema está en que, de por sí, a las personas les cuesta pagar sus impuestos, pero es posible que un impuesto que ayude a reducir los efectos de una catástrofe no sea una idea tan loca si consideramos que las personas valoran más su vida que el dinero. Así, con el VSL, pudieron calcular la disposición a pagar de las personas para poder reducir el riesgo de muerte ante una catástrofe. Pindyck concluyó que esta disposición es alta a pesar de que este tipo de situaciones no sucedan todos los días. En otras palabras, las personas preferirían reducir su consumo hoy para pagar un impuesto que ayude a reducir la probabilidad de muerte. Tiene la misma lógica que los seguros.
Finalmente, es interesante saber que hay formas de poder valorar la vida como cualquier otro bien. Y para evitar un valor subjetivo tenemos indicadores como el value of a statistical life (VSL) que es una forma numérica y confiable de poder valuar la vida. Además, ayuda a crear políticas. Sin embargo, la decisión entre tener mayores ingresos, pero aumentando la probabilidad de muerte puede ser subjetiva. Hay diferentes factores que se deben considerar y se refleja en la gran diferencia VSL entre dos países; por ejemplo, Estados Unidos y Perú. Existen escenarios distintos que puedan afectar el análisis de costo-beneficio cuando intentamos valorar un bien, incluso, la vida. Por ejemplo, tal vez no consigues trabajo y no tienes dinero para comer, por lo que aceptarías un trabajo con mayor riesgo. Pero eso ya depende de ti. ¿Cuánto crees que vale tu vida?