Ya se acerca el bicentenario del Perú y como ciudadanos tenemos ciertos deberes que cumplir con tal de mejorar nuestro país día a día. Entre ellos, hemos elegido un nuevo mandatario en elecciones democráticas, acción que viene de la mano con el control y el cumplimiento de los objetivos de su gestión. En este sentido, se puede decir que las elecciones tienen consecuencias que desmantelan el funcionamiento de los gobiernos en cuanto a sus políticas públicas y su eficacia.
Al respecto, la economía pública, y su aplicación en la política, ayuda a explicar los mecanismos por los cuales la ciudadanía se hace escuchar en una sociedad a través de la rendición de cuentas o accountability. Especialmente, esta cobra más sentido a puertas de un nuevo mandato presidencial acompañado de distintos retos por afrontar en el país desde el 28 de julio.
Para comenzar, el accountability, al igual que los mercados, se guía por la oferta y la demanda. La primera, es representada por los funcionarios públicos encargados de brindar ciertos servicios. La segunda, por el sector de la ciudadanía receptora de aquel servicio. Esta última puede hacerse escuchar de dos maneras distintas mediante la voz y la salida.
- Voz: es representada por la opinión pública o reclamos directos de la ciudadanía sobre cierta política o servicio público. Por ejemplo, mediante huelgas o partidos políticos.
- Salida: implica que los ciudadanos, ante la ineficacia del Estado, puedan tener distintas alternativas para la provisión del servicio público. Es un arma poderosa porque puede amenazar al gobierno con desplazarse hacia otros lugares donde otro gobierno sí cumpla su palabra o sea eficaz. Se suele comportar como un mercado competitivo o de competencia perfecta, ya que la ciudadanía encuentra varios oferentes del servicio que busca. Sin embargo, pueden generarse monopolios de servicios públicos, como SEDAPAL.
Es importante mencionar, que la decisión de recurrir a la salida, a la voz, o a una combinación de ambos mecanismos, dependerá de los retornos esperados de un mejor accountability y de los costos asociados a este.
El siguiente gráfico muestra que los costos de ejercer la salida (Cs) y voz (Cv) son crecientes, lo cual significa que, ante un mayor grado de falla del mercado, más difícil será ejercer estos mecanismos. Por otro lado, la demanda o retorno esperado del accountability (R) tiene pendiente negativa: a mayor falla del mercado, menor será la posibilidad de exigir cuentas.
Indudablemente, el público tenderá a utilizar la voz sólo cuando exista una alta probabilidad de que el sector público efectivamente rinda cuentas. Sin embargo, a pesar de que ciertas agencias del Estado cumplan con protocolos de transparencia, muchos servidores públicos actúan bajo la mesa y sus acciones se convierten en actos delictivos a costa de la ciudadanía y de una correcta administración de los recursos públicos. En este contexto, es importante fortalecer el rol de la Contraloría General de la República, dirigido a fiscalizar y evitar actos de corrupción relacionados a las compras públicas del Estado, además de mejorar el sistema partidario del país encargado de hacer escuchar la voz de millones de peruanos.
No obstante, ante la existencia de conflictos y lucha de intereses particulares que generan imperfecciones en este mercado de negociaciones entre funcionarios públicos, la aplicación de las políticas se retrasa y se incrementa la ineficacia institucional. En muchos casos, no se llega a una solución: no se halla un punto de equilibrio entre ambos bandos y se generan desequilibrios entre la salida y la voz. Por ejemplo, si lo relacionamos con hechos recientes, los reclamos ante un posible fraude electoral han agrupado a diferentes colectivos, los cuales han ejercido una voz fuerte para defender sus ideas. A pesar de esto, la salida es débil porque existe una única institución encargada de validar el resultado electoral, el Jurado Nacional de Elecciones, el cual ha validado un limpio proceso.
Por otro lado, también pueden existir otros escenarios que brinden una mayor fortaleza entre ambos mecanismos. Concretamente, los reclamos de estudiantes universitarios ante el régimen de sus respectivos centros educativos canalizan sus voces y si no están conformes con la situación, pueden encontrar una salida y cambiarse de institución, dada la variedad de universidades en el país. Ahora bien, también existen barreras que pueden obstruir tanto la voz cómo la salida. Es conocido que, en una democracia, pueden existir ciertos obstáculos institucionales como el permiso para llevar a cabo marchas o, si nos situamos en una situación más particular, algunos estudiantes pueden ver más complejo el cambiarse de universidad dado el contexto socioeconómico, capacidad de movilización o convalidación.
En definitiva, los peruanos hemos aprendido grandes lecciones a lo largo de estos 200 años y todavía nos quedan muchas enseñanzas y retos por enfrentar. Si bien como ciudadanía las diferentes opiniones y juicios nos caracterizan, el deseo por un Perú unido encabezado por servidores públicos responsables nos conecta para alcanzar dicho fin. De esta manera, la economía nos demuestra, una vez más, que las relaciones entre individuos funcionan a través de incentivos, a pesar de ciertas barreras que pueden aparecer en el camino para hacerse escuchar. Por esa razón, nos toca fortalecer nuestro rol como ciudadanos y estar vigilantes a puertas de un próximo gobierno con el fin de asegurar un correcto funcionamiento del orden democrático.
¡Feliz bicentenario, Perú!
Edición: ASOL