Parte de hacer a América grande de nuevo es destruir a las demás empresas para que no tengan más poder que tus propias empresas. O por lo menos, eso es lo que parece pensar Donald Trump, quien ha aprovechado la reciente polémica alrededor de su fanboy Alex Jones. Esto nada más revela lo que viene pasando desde ya hace bastante tiempo: las empresas están entrelazadas con el gobierno, no con el fin de crear un ambiente de libre mercado, sino para cementar un mayor poder político.
Oficialmente hemos llegado a la era de las Fake News. Servicios de internet como Twitter, iTunes, Facebook y Youtube han censurado a InfoWars, sitio de teorías conspirativas tales como : “los químicos en los jugos de caja vuelven gays a los niños”, “el gobierno estadounidense está generando huracanes”, “Barack Obama nació en Kenia y es el líder global de Al Qaeda” y “Michelle Obama es transexual”. Probablemente sea lo mejor que haya podido pasarle a esta cadena: las grandes compañías de internet la han reconocido como importante.
Ignoremos por el momento que estas son las mismas empresas que el año pasado -cuando se trataba de la neutralidad de red- hicieron una multimillonaria campaña para que los proveedores de servicio de internet no pudieran manipular la cobertura dada a ciertos tipos de contenido, con el principal argumento de que esta era una amenaza a la libertad de expresión, pues ciertos puntos de vista podrían ser silenciados por las grandes corporaciones (y las dos corporaciones más grandes del mundo son Apple y Alphabet). Lo más relevante acá es que también se está desatando una pugna política sobre si las redes sociales deberían poder manejar el contenido mostrado en sus sitios.
Bajo la situación actual, las redes sociales tienen un fuerte control al respecto. Ya antes de InfoWars, Twitter había suspendido permanente la cuenta de Milo Yiannopoulos; y Youtube, si bien no ha cerrado muchos canales, sí se vio “forzado” a desmonetizar varios tipos de contenido luego de los eventos que involucraron a PewDiePie y Logan Paul. Incluso recientemente el presidente Donald Trump ha alegado que Google se encuentra priorizando contenido de izquierda para desprestigiar a su mandato. Si bien Google ha negado tal aseveración, no sería una sorpresa que luego se descubra que sí lo está haciendo, pues si ya antes ha pasado que han priorizado contenido con el objetivo de promover sus propios productos, ¿por qué no lo harían con el contenido político?
Como tal, el gobierno estadounidense podría empezar a aplicar medidas antitrust (regulación antimonopolio) contra compañías de internet. No sabemos si ello se va a limitar a regular el manejo de contenido político, y bien podría ser que, como con Amazon, Trump desee romper el poder del sector informático. Tal situación podría dañar mucho al sector que en este momento domina la lista de empresas más grandes. Hasta la fecha, este ha sido el área menos regulada de toda la economía global, y por eso es que tenemos smartphones, y no algo que habría diseñado un comité gubernamental.
El principal perdedor acá sería Apple, y no por su posicionamiento en el mercado, sino por la integración vertical. Aunque empresas como Google se hayan expandido de su servicio original a desarrollar browsers y sistemas operativos, Apple es la única compañía que ha logrado integrar exitosamente tanto el hardware como el software a un nivel muy superior al resto. Tanto así que, después del caso antitrust contra Microsoft, es sorprendente que Apple haya evitado cualquier tipo de daño por parte del gobierno. Si Trump se encuentra hablando en serio, entonces puede que esta vez no corran con la misma suerte.
La verdad, yo no creo que esto se trate de la percepción pública de Trump, sino de romper lo que él percibe que es el sector con mayor poder en este momento, tanto político como económico (y tiene razón, pues ahora ellos manejan el contenido al que accedemos). Esta situación no es distinta a la de las ciudades-Estado italianas y los conflictos entre los Medici y los Visconti. El poder estatal ahora ha sido reemplazado por los intereses económicos de cada sector productivo. Mientras que en otros tiempos los Estados Unidos pudieron crecer con un Estado que reguló poco a la industria y permitió que florecieran múltiples innovaciones tecnológicas, ahora estos sectores de la industria no ven mejor cosa que hacer que pelearse por quién controla al Estado para perjudicar al otro, ya sea Google cuando quiere dañar a los proveedores de servicio de internet, o Trump cuando quiere dañar a Google. Trump ha hecho que vuelva la brutalidad al gobierno, situación de la cual escaparon los europeos que buscaron un mejor futuro en América siglos atrás.