Si el 2020 fuera una película, Estados Unidos sería uno de los protagonistas, pero, esta vez, no sería el héroe de la guerra contra el fin del mundo, sino la primera víctima en un filme de terror. La llegada de la COVID-19 en febrero, las protestas iniciadas en mayo tras el asesinato de George Floyd, los incendios en la costa oeste, y las elecciones presidenciales marcadas por una gran incertidumbre y polarización política son hechos que, en los últimos meses, han remecido a todo el país norteamericano.
Si nos detenemos a pensar en las elecciones presidenciales, podríamos decir que el 3 de noviembre será una fecha histórica y sin precedentes para dicho país y el mundo. Aquí, la gran interrogante es quién ganará estas elecciones: ¿Trump tendrá la misma suerte de hace 4 años? Aunque no lo creas, la clave para responder esta pregunta podría tener una explicación puramente económica gracias al factor de descuento y los modelos intertemporales.
Empecemos por decir que, al igual que los consumidores, los electores tienen preferencias sobre los candidatos. Por lo tanto, los votantes eligen a aquel que maximice su felicidad a través de ciertos elementos como propuestas, ideología y carisma que se alineen a sus inclinaciones electorales. Sin embargo, esta decisión puede llegar a cambiar en el tiempo, debido a los diferentes acontecimientos que envuelven a los postulantes. En este caso, el modelo de utilidad descontada ayuda a explicarlo: un individuo valora más el presente que el futuro, por lo que tiende a descontar la felicidad que una variable le brinda, a través de un factor de descuento β. En teoría, nuestra felicidad a través del tiempo es representada en la siguiente función:
Indudablemente, esto se aplicó en el escenario del 2016: si bien la mayoría de los estadounidenses votó por Hillary Clinton, el Colegio Electoral escogió a Trump, pues él era el candidato que satisfacía las preferencias de un gran porcentaje de los miembros. Esto se dio bajo el supuesto de que el “Make America Great Again” los representaba y estarían conformes con su elección durante todo el periodo, al mismo tiempo que les restaron importancia a circunstancias futuras, pues es muy probable que su voto óptimo recayera sobre las promesas inmediatas.
Ahora, se podría introducir otro concepto de la teoría económica: el descuento cuasi hiperbólico. La idea que ahora tienes del descuento se dio bajo el contexto de que el elector era consistente en el tiempo: este veía a Trump como el candidato óptimo en todos los periodos de su vida. Pero, seamos realistas. Uno no siempre se mantiene firme en las decisiones que toma. Según la encuestadora USC Dornsife, Donald Trump ha perdido aproximadamente un 9% de los votantes que lo apoyaron en 2016. Esto marca la diferencia, teniendo en cuenta que Joe Biden lidera en los estados decisivos y mayoritariamente republicanos como son Pennsylvania, Michigan y Wisconsin.
Para ser un poco más específicos, entre los electores de color que votaron por Trump en el 2016, 1 de cada 5, según la encuesta, votará por Biden. Además, para la mala suerte de Trump, se ha registrado una caída del 15% en los votos de los electores blancos sin título universitario, quienes, cabe resaltar, son el gran soporte del candidato. Por lo tanto, los votantes sufren de inconsistencia dinámica: escogieron a un candidato en el 2016, pero, una vez que llegó el 2020, no volverían a votar por él, pues no lo ven como óptimo. Entonces, ¿cuál es ese otro factor de descuento “electoral”?
Si incluimos una lista sobre factores que desincentivan a votar por el candidato republicano, los principales serían:
- Ineficaz manejo de la COVID – 19: contracción de la economía del 32.9% entre abril y junio y más de 220 mil muertos;
- Indiferencia sobre el virus y su propia salud;
- Aumento de la violencia en las ciudades y creciente presión sobre la injusticia social;
- Investigación del New York Times sobre impago de impuestos;
- Creciente popularidad de Biden y los polémicos debates electorales;
- La falta de empatía que el presidente Trump ha demostrado durante estos cuatro años.
Para simplificar, lo que resume este factor de descuento adicional es lo que, en economía conductual, se llama el sesgo hacia el presente. En el 2016, los electores se vieron motivados y muy seguros de votar por Trump, mientras descartaban las posibilidades de riesgo y costos futuros. Sin embargo, cuando el 2020 se materializó, rechazaron esa decisión. Esto, también, ayuda a entender situaciones típicas como “el lunes comienzo la dieta” o el “5 minutos más y comienzo a estudiar”.
Definitivamente, la decisión de millones de estadounidenses en unos pocos días determinará el futuro de una potencia mundial en caída. La cuenta regresiva ya se encuentra en su último tramo. Si bien muchos opinan sobre el claro desenlace de esta película, la economía ha demostrado que nada está dicho y que tanto Trump como Biden deberán reunir sus últimos esfuerzos para llegar a la Casa Blanca en el 2021.
Edición: Claudia Barraza