El 2020 no es el primer año en el que funciona “Trabaja Perú”, el programa del gobierno dedicado a generar empleo temporal destinado a la población en situación de pobreza o que haya sido afectada por emergencias ̶i̶n̶c̶l̶u̶y̶e̶n̶d̶o̶ ̶p̶a̶n̶d̶e̶m̶i̶a̶s̶ ̶v̶a̶r̶i̶a̶s̶ o desastres naturales, como lo enuncia su propio sitio web. Justamente, en la página web del programa, se puede encontrar cifras que hablan de hasta 27 mil 366 trabajos temporales generados durante el 2019, con una inversión de más de 136 millones de nuevos soles. Este año, se proyecta generar más 226 mil nuevos empleos y ya se ha hecho inversiones por alrededor de 85 millones de soles. Todo esto ha generado bastante expectativa en Trabaja Perú. Sin embargo, la realidad es que los retos que presenta la cuestión laboral en el país no son pocos ni fáciles; y -lamentablemente- Trabaja Perú es otro programa social más que evita afrontarlos.
Primero, lo obvio: el Covid-19, la pandemia mundial causada por el nuevo Coronavirus, le ha bajado los pantalones a un sinfín de países que, por generaciones, ignoraron problemas con repercusión social en sus sistemas de salud, de trabajo e incluso de vivienda. El ejemplo más claro es el de Estados Unidos, con más casos positivos de covid que cualquier otro país en el mundo, un sistema de salud insolvente con costos estratosféricos, una crisis social a raíz del conflicto racial iniciado con la muerte del ciudadano Floyd, y una nueva “housing crisis” a punto de estallar. En el Perú, problemas similares están poniendo a prueba nuestra capacidad de respuesta: un sistema de salud cerca del colapso, una enorme porción de la población sin ingresos debido a la cuarentena, y un imparable ascenso en las cifras de contagiados. Pero, obviamente, al igual que en los EEUU, en el Perú, la raíz de estos problemas es muy anterior al 2020 y a la crisis que se vive. Entre la población, quejas sobre la cuestión del trabajo o la ineficiencia del sistema de salud publico son pan de cada día, pero cada vez que se busca generar un debate político serio sobre -por ejemplo- derechos laborales, saltan voces que denuncian supuestos comunismos.
Durante años, pues, se ha preferido posponer la discusión sobre el tema laboral en el Perú que abrir la caja de Pandora. Y tiene bastante sentido si uno repara en la magnitud de los retos que presenta la cuestión laboral en un país como el nuestro, y la -ya tradicional- negativa de nuestras autoridades a alejarse de las políticas de liberalización económica iniciadas en el gobierno de Alberto Fujimori. De hecho, hasta antes de esta crisis, había quienes postulaban que la inestabilidad laboral no era un problema, sino que así se supone que debía ser un verdadero libre mercado del trabajo. Sin embargo, llegó la crisis, y la falta de una eficiente protección de los derechos laborales, sumada a la inestabilidad e informalidad laboral que aquejan al Perú, han puesto nuestra economía al borde de la recesión. Tenemos que responder y debemos elegir: ¿abordamos el problema real y lo solucionamos, o nos tomamos un paracetamol?
No pretendo sugerir que 200 mil empleos no sean una noticia maravillosa entre tanta desdicha, así sean únicamente empleos temporales. Evidentemente, una respuesta rápida y efectiva es necesaria contra los estragos que ha causado la pandemia del covid-19. Sin embargo, la respuesta no basta. Si algo hemos aprendido de esta dolorosa experiencia, es que ya deberíamos estar haciéndonos la siguiente pregunta: ¿dónde debemos estar cuando la próxima crisis golpee para que no nos ponga contra las cuerdas de nuevo? Ciertamente, si queremos que el siguiente golpe no nos vuelva a tumbar, tendremos que haber abordado el tema del trabajo desde una perspectiva mucho más amplia y ambiciosa que desde la cual lo aborda Trabaja Perú. Generar empleos no basta, peor si se trata de empleos temporales. El peruano no puede seguir viviendo de cachuelos. Se debe dar solución a los problemas de fondo: la informalidad, los derechos laborales colectivos, el tema salarial, la inestabilidad, etc. De lo contrario, durante la próxima crisis a la que nos enfrentemos, se repetirá el mismo escenario: empleadores suspendiendo perfectamente a todos sus trabajadores mientras pagan sus deudas y minimizan sus pérdidas con las “ayudas del gobierno”.
Los retos que asume y que no se atreve a asumir Trabaja Perú, nos hablan de cómo históricamente hemos evitado abordar la cuestión del trabajo, y de nuestro largo historial de preferir la respuesta anquilosada y torpe por encima de la prevención. Esta crisis se presenta como una nueva oportunidad para buscar la cura definitiva a los problemas ya históricos del trabajo en el Perú, o de hacernos otro tratamiento sintomático… mientras tanto.