Las últimas semanas más de uno ha salido corriendo de su casa, cuarto u oficina a causa de un temblor. Esperamos afuera, junto al vecino que no logró ponerse la camisa; y que el Dios en el cual crean, los ampare. ¿Qué hay de cierto del cataclismo que le espera a Lima y provincias aledañas?
Predecir un terremoto no es algo que se pueda hacer, solo se puede estimar el lugar donde ocurrirá debido a la acumulación de energía en la unión de las placas tectónicas y a las deformidades que se producen en estas zonas.
Durante años, la comunidad científica ha intentado avanzar en el campo de la sismología. Con esto, se ha logrado saber que en ciertos lugares los grandes terremotos se dan de manera periódica. Ejemplo de ello es Lima, donde cada 100 años se da un cataclismo de más de 8 grados en la escala de Richter.
Sin embargo, debemos entender que una estimación científica no puede ser exacta, de serlo sería una falacia. Las estimaciones científicas siempre contemplan un rango de error y no son una regla a cumplir. Por ello, es que se habla del famoso Silencio Sísmico de Lima, ya que no tenemos un terremoto de gran magnitud desde 1746.
Eso significa, que se sigue acumulando energía y las deformidades frente a la capital siguen creciendo y en algún momento todo aquello se tendrá que liberar.
¿Los temblores menores ayudan a liberar esta energía? NO
En la zona del litoral de Lima, Ancash, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna, solo los terremotos del 1940, 1966, 1970 y 1974 que presentaron magnitudes menores a los 8 Mw, lograron liberar cierta cantidad de energía, mas no en su totalidad. Otro ejemplo de ello es la zona sur del Perú, donde no se vive un gran sismo desde 1868, pero la energía acumulada desde entonces fue liberada en un 60% por el sismo del 2001 de 8.2 Mw.
¿Qué pasará con Lima en un gran terremoto?
Con un sismo de7.5 – 8 en la escala de Richter, a 33 km de profundidad, en el mar frente a Lima, la “Costa Verde” y el talud del río Rimac, ubicado en el Cercado de Lima, podrían colapsar. Los ríos Lurín, Chillón y Rimac desviarían su curso a causa de deslizamientos. Se verían afectadas la carretera panamericana Norte y la carretera central, dejando a Lima encerrada. La onda alcanzaría un área de 265 000 kilómetros, y llegaría a ciudades de la sierra central. Finalmente, acabaría con un tsunami en las costas de Lima, Ica y Ancash, que podría acabar con el principal puerto del País.
Si bien no se puede predecir un terremoto, sí se pueden evitar los daños. Países como Japón se respaldan no solo en una alarma que avisa 40 segundos antes, sino también en la educación de su gente ante los sismos, y la construcción de edificios con materiales e infraestructura resistente a estos.
¿Qué ocurre con las falsas predicciones?
En 1975, Brian Brandy, un físico norteamericano, habló sobre un posible terremoto de 8.5 de Mw en Lima, Perú. No se sabe si fue la prensa quien infirió esta predicción o él quien la dijo. Lo que se sabe es que esto causó revuelo en el país. Los turistas no querían venir, además, debido al temor de los inversionistas a perderlo todo, se aplazaron las grandes construcciones. Se estimaron pérdidas de 300 millones de dólares.
Hay que tener siempre presente que el Perú es un país sísmico antes de creerle a cualquier vidente, brujita o pseudocientífico sobre la supuesta “predicción” de un terremoto. Entonces, si yo en este momento doy una fecha tentativa de un año para el siguiente gran sismo, es muy probable que acierte. También, si digo que es posible que suceda entre Arequipa y Lima o al sur del Perú, voy a acertar. Son zonas con acumulación de energía, la cual están constantemente liberando.
La mejor solución ante este escenario es darnos cuenta sobre qué tenemos control y sobre qué no. No podemos predecir un terremoto, pero si podemos prepararnos mentalmente para este, organizarnos y saber qué hacer durante el temblor. También, podemos exigir a la hora de comprar una casa o departamento que esté preparado para un gran sismo. Y por supuesto y más importante aún, no dejar de vivir, ir a la playa, de paseo ni dejar de hacer nuestras rutinas diarias por estar a la espera de un cataclismo que puede que llegue mañana, como en la siguiente generación.
Edición: Juan Diego Linares