¿Quién no conoce a alguien que haya adquirido un préstamo o, por lo menos, que haya escuchado del término “deuda”? Cuando una persona quiere consumir y disfrutar de un bien en el presente, pero no cuenta con todo el dinero necesario, suele recurrir a un crédito: este le permite disfrutar de un bien o servicio con una promesa de pago posterior. Suena muy bien, ¿verdad? Sin embargo, hay que entender, primero, el funcionamiento de una deuda y el precio del dinero (o el costo que debemos asumir por adquirir un préstamo) #NadaEsGratis. Este último es la tasa de interés y, si bien habría que distinguir entre tasa nominal, real, pasiva y activa; pensemos solo en aquella que debemos asumir cuando buscamos un crédito #FacilitoNomás.
En el Perú, las tasas de interés varían según el tipo de crédito. Es así que, por ejemplo, los créditos de consumo en tarjetas de crédito suelen ser más costosos que un préstamo vehicular o hipotecario. Así mismo, a más de uno, podría sorprender que la tasa de interés que se le cobra a una micro y pequeña empresa, en promedio, es mucho más alta que aquella destinada a los grandes negocios. Pero ¿por qué se da esto? ¿Podríamos pensar que es injusto que se le cobre más al que tiene menos y menos al que tiene más? La verdad duele. Lo cierto es que existen muchas variables explicativas para una tasa de interés alta; sin embargo, un factor determinante son las imperfecciones en los mercados.
Una de las tantas fallas de mercado en la economía es la asimetría de la información. Esta situación se da cuando, en una transacción, una de las partes tiene más información que otra. Pensemos en una persona que se acerca a un banco a solicitar un préstamo. Si el banco le aprueba el crédito, esta obtendrá el dinero solicitado de manera casi inmediata y se compromete a pagar la deuda en el futuro, asumiendo el costo del crédito (interés) y el principal (el dinero que recibió al inicio). El compromiso por acuerdo mutuo queda reflejado en el contrato. Pero ¿qué nos garantiza que hay voluntad de pago? Podría ocurrir el caso en que la persona se acerca al banco desde un inicio con la mala intención de no pagar y hace todo lo posible por no aparentarlo, con el objetivo de que se le apruebe el préstamo. Si esto último ocurre, muy probablemente dicha persona no volverá a acercarse a ese banco, lo cual representaría una pérdida para la entidad financiera.
El problema en el que un banco no puede diferenciar a los usuarios se denomina selección adversa. Esto último se da cuando, previo a la firma de un contrato, una de las partes menos informada no puede distinguir la buena o mala intención de la otra. Esto genera una asignación ineficiente de los recursos, pues podría existir gente muy honesta que esté dispuesta a pagar su deuda, pero, por el temor hacia los que intentan engañar al sistema, la cantidad de dinero colocado se reduce y es menor que la óptima #JustosPaganPorPecadores. Este problema se soluciona parcialmente con el historial crediticio. Las personas, a lo largo de sus vidas, tienen un récord financiero que le permite a las entidades conocer y distinguir mejor entre buenos y malos pagadores. Así, mientras más información tenga el banco sobre nosotros, mejor será la asignación del dinero.
Lo cierto es que las tasas también están relacionadas al riesgo que una persona representa. Una alta tasa de morosidad genera alto riesgo para la entidad bancaria, pues la probabilidad de no pagar es mayor. Así, a los malos pagadores se les cobrará tasas mucho más altas o, incluso, no se les prestará dinero. Los buenos pagadores, por su parte, podrán acceder a tasas más competitivas.
Ahora que entendemos mejor cómo funciona el sistema, volvamos a la pregunta inicial. ¿Por qué una microempresa o emprendimiento que acaba de surgir se enfrenta a mayores tasas de interés en comparación con aquellas que se les otorga a las grandes empresas? Como ya hemos visto, esto se asocia al riesgo. Un negocio que acaba de surgir representa un alto riesgo de no ser rentable o de no generar los flujos de ingresos esperados que permitan pagar una deuda en el futuro. Por otra parte, una gran empresa consolidada en el mercado y con mucha información proveniente de estados financieros previos permite a las entidades financieras conocer su capacidad de pago y las hace mucho menos riesgosas (la probabilidad de que no paguen es mucho más baja). Recuerda, a más riesgo, mayor la tasa de interés.
Finalmente, ahora que conocemos mejor estos conceptos, ¿qué podemos hacer a nivel de país para mejorar esta situación? PagaTuDeuda. El comportamiento crediticio debe mejorar. Mientras menos personas evadan su responsabilidad de pagar la deuda, menor será el riesgo promedio, con lo cual las tasas podrían reducirse, y, así, incentivar el consumo y la inversión. Así mismo, es importante tomar créditos con responsabilidad, de manera que se garantice la capacidad de pago futuro. Y ya lo sabes, si todos aportamos a reducir la morosidad de los peruanos, en un futuro, accederemos a un mejor crédito #GanamosTodos.
Edición: Claudia Barraza