Más del 90% de la población mundial respira aire de baja calidad, es lo que indica el último reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la calidad del aire en el ambiente. No son buenas noticias, por obvias razones, ya que nuestra salud y la salud pública son las afectadas. Veamos por qué el aire está tan contaminado, por qué esto es tan alarmante y cómo se relaciona con el cambio climático.
El aire que respiramos está compuesto un 78% por nitrógeno (N), un 28% por oxígeno (O2) y un 1% por argón. También contiene vapor de agua y pequeñas cantidades de otros gases, como el dióxido de carbono (CO2) y metano. Entonces, cuando inhalamos, a nuestros pulmones no ingresa solamente O2, sino otros gases y además lo que conocemos como contaminantes atmosféricos.
Dentro de los contaminantes atmosféricos, están los de origen natural y los antropogénicos, de los cuales los más perjudiciales y peligrosos son las partículas en suspensión (PM, por sus siglas en inglés). Las PM son tan diminutas que pueden penetrar nuestros pulmones e inclusive llegar a nuestra sangre, como sucede con el O2. Su efecto en nuestra salud y medioambiente depende de su composición, y pueden, por ejemplo, contener metales pesados como mercurio y arsénico.
El último reporte de la OMS nos muestra el monitoreo de las PM10 y PM2.5, que son las partículas menores a 10 y 2.5 micras de diámetro respectivamente. También muestra el seguimiento a otras partículas contaminantes como el dióxido de nitrógeno (NO2), que es producido por automóviles y diversas industrias. Los estándares actuales, que establece la OMS, nos dicen que el aire tiene una calidad buena o aceptable cuando no supera anualmente los 15 µg/m3 para las PM10, los 5 µg/m3 para las PM2.5 y los 10 µg/m3 para el NO2. Por ejemplo, Lima tiene una calidad de aire horrible, desastrosa y peligrosa, inclusive en distritos como San Borja repletos de áreas verdes ocurren picos diarios donde las PM2.5 superan los 30 µg/m3 y las PM10 los 60 µg/m3, y ni hablemos del NO2.
El gran problema está en que estas partículas contaminantes perjudican nuestra salud silenciosamente. Un ser humano respira unas 23 mil veces por día, imaginen esto por 365 días, o por 10 años, si cada vez tenemos un peor aire, nuestros problemas de salud crecerán y tendremos más gastos. La calidad del aire terminará golpeando lo que más nos duele: ¿no? el bolsillo, y no solo eso sino también el bolsillo del Estado. Solo en Europa se ha calculado que la contaminación atmosférica costó a los europeos más de 100 000 millones de euros en 2009.
Se sabe que respirar aire contaminado puede ocasionar impactos cardiovasculares, cerebrovasculares (derrame cerebral) y lógicamente respiratorios. El NO2 puede irritar tejidos e inflamarlos, desencadenando alergias, asma, y reduciendo la función pulmonar. Sobre todo, en niños a quienes incrementa el riesgo de desarrollar asma infantil y tener bajo peso al nacer. Los efectos de las PM no quedan allí, también posiblemente están relacionadas con la aterosclerosis, el neurodesarrollo, la función cognitiva, la diabetes, etc.
El problema de la contaminación del aire se relaciona con el cambio climático. Las PM y otros contaminantes contribuyen a enfriar o calentar el clima del planeta. Algunos cambian el paisaje, y otros, como los compuestos de nitrógeno, pueden causar pérdida de biodiversidad en los ecosistemas, con procesos como la eutrofización, cuando un cuerpo de agua se llena de algas que impiden que ingrese la luz, lo que ocasiona una reducción de la fotosíntesis en el ecosistema y por tanto del oxígeno disponible. Esto hace que animales como los peces desaparezcan.
Nuevamente, todo se reduce (principalmente) a los combustibles fósiles, origen de varios contaminantes. Ya es hora de pasar a las energías renovables de manera seria, en conjunto con la energía nuclear. Entre muchas cosas, nuestro futuro depende de la transición energética de combustibles fósiles hacia sistemas energéticos seguros y saludables. En nuestras manos está exigir que eso suceda y que todas las decisiones de nuestros gobiernos tengan como punto central el cambio climático. Cada uno, desde nuestras posibilidades, puede tomar acción frente a lo que viene pasando, desde enseñar a más personas sobre el tema hasta desarrollar políticas y ser parte de la toma de decisiones.
La mayoría de los países no cumple con los requerimientos mínimos de calidad de aire, esto es un problema global, que va de la mano con la crisis climática. La actualidad refleja una situación similar a la que nos mostró la película «Don’t Look Up» ¡vayan a verla!, donde las personas calificadas y conocedoras de la situación real nos dicen una y otra vez la gravedad del asunto, pero los gobiernos, grandes empresas y parte de las personas giran la cara para otro lado. No permitamos caer nuevamente en esa costumbre nuestra de tomar cartas en el asunto cuando ya es muy tarde. Hay muchas razones para luchar por ello, por el planeta, por la biodiversidad, por nuestra vida, por la salud o, aunque sea, por el dinero.