La guerra en Siria, que tantas muertes ha causado y que ha hecho a millones de personas abandonar sus hogares, podría entrar a su fase final si los rebeldes logran dejar de lado sus diferencias internas y negociar la paz.
Este mes se cumplieron 6 años desde que la guerra empezó en Siria. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, ONG ubicada en Reino Unido, estima que 320 mil personas han muerto y 145 mil han sido declaradas desaparecidas, y estas cifras no dejan de subir. Básicamente, la guerra está dividida en tres frentes: el gobierno de Siria, la oposición moderada y el grupo terrorista Estado Islámico. Todos luchan contra todos, y no parece haber un final a los enfrentamientos militares a corto ni a mediano plazo. Aunque pareciese contradictorio, la intervención de potencias mundiales, como EE.UU y Rusia, solo ha prolongado el enfrentamiento, sin beneficiar a ningún frente en particular y permitiendo la expansión del Estado Islámico. Es por esto que la comunidad internacional ha considerado que la solución más óptima si se quieren evitar más desgracias es llevar a las partes –gobierno y grupos rebeldes– a negociar sobre la mesa. No obstante, cada vez que se ha intentado algo así, desde finales del 2011, nunca se ha llegado muy lejos. Hoy, la oportunidad de negociar la paz se vuelve a asomar con la iniciativa de la ONU de retomar las conversaciones; sin embargo, las fuerzas rebeldes se encuentran más divididas que nunca, así que el éxito de esta operación dependerá, principalmente, de si las fuerzas rebeldes puedan dejar de lado sus diferencias internas, que son muchas y existen desde hace bastante tiempo.
¿Cómo se desencadena la guerra y qué papel ocuparon los rebeldes?
Todo empezó a mediados del año 2011 con una serie de manifestaciones en el mundo árabe en contra de los gobiernos opresores y a favor de la democracia y los derechos sociales. Esto por sí solo no llevó a la guerra civil, sino las violentas respuestas por parte del gobierno que, para frenar las quejas, ordenó asesinar a los revoltosos e imponer el orden. Es así que varias agrupaciones militares que estaban en desacuerdo con las medidas del gobierno y parte de los jóvenes que salieron de sus casas a protestar decidieron formar el Ejército Libre Sirio, que llegó a ser la fuerza opositora más importante hasta finales del año 2012. Parecía representar a una oposición unificada y deseosa de un cambio total en Siria, impulsada por valores progresistas y liberales. Pero este imponente grupo fue perdiendo fuerza, debido al abandono de las potencias occidentales que antes lo apoyaban y al cambio de bando de muchos de sus hombres que se pasaron al lado de grupos extremistas que terminaron por conformar el Estado Islámico.
En la actualidad, la oposición ya no está tan unida como antes y cada grupo actúa casi de forma independiente. De por sí, en la región del Oriente Próximo, donde se ubica Siria, siempre han existido muchas divisiones, ya sea por religión, por etnia, por aspiraciones políticas o por su posición con respecto a occidente. Por esto, resulta muy fácil que surjan disputas internas entre los mismos rebeldes, pues cada agrupación busca algo distinto. Por esto, cuando se habla sobre oposición en Siria, se debe hablar sobre un gran número de facciones: algunas islamistas, otras liberales y algunas yihadistas. De hecho, vale la pena recalcar que algunos grupos incluso están vinculados al antiguo grupo terrorista responsable del atentado del 11 de septiembre, Al-Qaeda, lo que implica que, por un largo tiempo, EE.UU llegó a apoyar conscientemente a organizaciones vinculadas al acontecimiento más lamentable de su historia. Desde finales de febrero de este año, se ha iniciado una nueva ronda de negociaciones auspiciadas por la ONU en Ginebra y la gran parte de las agrupaciones rebeldes, a pesar de sus diferencias, están siendo representadas por una coalición llamada el Alto Comité para las Negociaciones (HNC, por sus siglas en inglés). Hasta ahora, las conversaciones parecen resultar más conciliadoras que antes, pero los desacuerdos internos en la oposición podrían seguir amenazando al proceso de paz.
¿Por qué es tan difícil sentarse a conversar?
Porque tanto el gobierno como algunos grupos dentro de la coalición rebelde no creen que las negociaciones puedan resolver las disputas existentes. Por un lado, el gobierno no tiene los suficientes incentivos para querer ceder peticiones a sus enemigos. De hecho, el gobierno, con el gran apoyo de Rusia en los últimos años, se ha recuperado notablemente de una inminente derrota y se podría decir que ahora está ganando la guerra, retomando cada vez más territorios y debilitando tanto a los rebeldes como a los grupos terroristas. La razón por la que asiste a las negociaciones de paz es porque Rusia, el país que le permitió cambiar los papeles en la guerra, lo está presionando para hacerlo, en un intento de aumentar sus influencias y de conseguir estabilidad en la zona. Pero es claro que si fuera solo por el gobierno sirio, la guerra continuaría hasta vencer completamente a los insurgentes.
Y por el otro lado, algunas agrupaciones rebeldes tampoco tienen mucha esperanza en las negociaciones porque creen que sus peticiones no serán aceptadas. En efecto, una de las peticiones más relevantes por parte de los rebeldes es retirar del poder al actual líder del gobierno, Bachar el Asad. Pero la influencia que goza este personaje dentro del gobierno es casi absoluta, por lo que es muy difícil que el gobierno logre ceder ante una petición así. Existen muchas diferencias por el momento irreconciliables que dificultan el proceso de paz y que podrían llevar a que las negociaciones tomen mucho tiempo por resolver, pero los rebeldes ya no están en condición de exigir mucho, pues están perdiendo la guerra y las potencias occidentales los han abandonado. Además, lo que busca por ahora la ONU no es llegar a un acuerdo absoluto entre ambas partes, sino permitir que se realice una tregua que detenga los enfrentamientos militares para poder centrar la atención a la verdadera amenaza: el Estado Islámico. Aunque es claro que si esta tregua temporal se lleva a cabo, las posibilidades de negociar la paz definitiva se verían muy incrementadas.
El mayor reto para la oposición hasta ahora
Entonces, ponerle fin a este enfrentamiento que ha acabado con tantas vidas y que ha obligado a millones de sirios abandonar sus hogares depende mucho de cómo los rebeldes logren vencer sus propias diferencias para poder negociar la paz con el gobierno. Sin duda, sería el mayor reto que enfrentarían desde que empezó la guerra. Siria cada vez se vuelve un país más caótico donde vivir y en el que sus pobladores ya no ven un futuro alentador para sus hijos. Se está dando ahora una oportunidad de oro que debe aprovecharse, pues es muy raro que países como EE.UU y Rusia, que tanto daño han hecho, ahora están propiciando el diálogo sobre la violencia, con la finalidad de derrotar al Estado Islámico. Así que por más loables que hayan sido las aspiraciones de la oposición al iniciar la guerra civil, me parece que es hora que abandonen ese sueño ya imposible y se concentren en reconstruir su país, que ha sufrido mucho y que será tarea de todos –amigos y enemigos– volver a hacerlo habitable. Siria, una sola fuerza para ustedes también.