“Tan solo el 42% de funcionarios públicos tienen educación superior[1]. En un país con una precaria institucionalidad y muy necesitado de reformas estructurales, es evidente que se necesitan y se buscan funcionarios públicos de calidad. Pero ¿quién en su sano juicio va a querer trabajar por el Estado?”. Así comienza la clase el profesor del seminario “Gestión Pública”.
Un alumno rápidamente le responde: “Profe, creo, pero tan solo creo, que todos estamos en este seminario porque aspiramos a trabajar en el sector público”.
“¿En serio? ¿Lo han pensado detenidamente? ¿Por qué quieren trabajar ahí y no en una cómoda oficina de una empresa privada?”.
Recibe las respuestas que esperaba: “Deseo transformar el país…tengo vocación de servicio…quiero trabajar por un Perú mejor”.
“Muchachos, no se puede transformar al país desde el sector público. Ejecutar cualquier cosa toma demasiado tiempo. Nunca estás tranquilo con la Contraloría respirándote en la nuca y cuestionando tus decisiones técnicas. El auditor cree saber más que el especialista técnico”.
“Siempre estarás expuesto a la persecución política del Congreso porque ellos creen saberlo todo. Les encanta invitarte a su circo, ya que no hay nada que les divierta más que planificar una interpelación. Tienes que justificarte ante gente que realmente no te quiere escuchar y para la prensa siempre serás un potencial corrupto. ¿Cómo se puede trabajar tranquilo así? ¿Cuánto tiempo te queda para dedicarle a tus labores relevantes? ¿Después de 10 años, mejorará tu calidad de vida o seguirás con miedo a firmar o ser perseguido? ¿Tu sueldo compensa todo el riesgo?”
“Las hojas de retiro están sobre la mesa, si se desanimaron con lo que dije cójanlas al salir, para ustedes este seminario no tendría sentido”.
La historia del profesor representa la información que los universitarios leemos en los periódicos. La respuesta de sus alumnos, el impacto de esto: ilusiones rotas y desincentivos a servir al país.
Sin duda hay alternativas más fáciles y más cómodas. Pero si en verdad hay deseos de transformar el país, hay que dejarlo todo en la cancha por esa vocación. No hay logro sin batalla ni éxito sin esfuerzo, si se trabaja con lobos, hay que aprender a aullar.
Todos se van de la clase no sin antes coger la hoja de retiro. Todos se van excepto uno. “Alumno, ¿crees que tienes lo necesario para sobrellevar al sector público?”
“Tal vez ahora no, pero quiero aprender. Yo creo que sí se puede transformar al país”. “Efectivamente, necesitamos más como tú“.
Quizá en la clase se hubieran quedado más personas si se dieran señales claras de que el sector público está comprometido a atraer buenos profesionales. Mientras tanto y a falta de incentivos, a lidiar con lo que se tiene.
[1] http://elcomercio.pe/economia/funcionario-publico-jose-luis-bonifaz-428007