Alguna vez deben haber escuchado que el Perú es un país multicultural. Pero, ¿cómo? ¿No se supone que en un país todos deberían compartir más o menos la misma cultura? Pues, en realidad, no. Existen diferencias tan marcadas entre compatriotas que se hacen esfuerzos continuos desde distintas áreas por lograr una verdadera integración entre ellos. El punto de todo esto es formar identidades nacionales y supra nacionales que vayan más allá de conocer y aceptar la existencia de otros grupos en el mismo espacio-tiempo histórico, pero ¿por qué?

Antes de continuar, vale la pena definir un concepto claro de cultura para guiarnos por hoy. Como siempre, para esto podemos recurrir a la vieja confiable la RAE, según la cual: la cultura es un “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”. Ahora bien, aquí podemos encontrar la primera clave de por qué el Perú es un país “multicultural”. Sencillamente, se debe a que la cultura no se define sobre la base de naciones, sino en base a grupos sociales; y estos pueden ser muy distintos los unos de los otros, pese a que compartan nacionalidad.

El Perú es un excelente ejemplo de esto. Una de las mejores proxys que se utiliza en las ciencias sociales para identificar grupos étnicos es la lengua materna de la población. Según la ENAHO 2015, el 14% de peruanos tiene como lengua materna el quechua (lo equivalente a 4’352,932 personas), el 2% tiene al aymara como lengua materna (522,671 personas) y el 1% tiene otras lenguas nativas como lengua materna (282,708 peruanos). Esto significa que el 75% restante de peruanos (25’058,301 personas) tienen como lengua materna el castellano.

cuadro

Esto puede ser un buen indicio de la amplia variedad cultural que existe en nuestro país. De hecho, basta con reconocer la existencia de distintas culturas en una misma entidad política territorial para empezar a hablar de multiculturalidad, al menos, a nivel nacional. Sin embargo, existe mucho camino por recorrer más allá de la multiculturalidad, ya que se puede pensar en este concepto como una idea estática que describe la foto del panorama nacional en vez de explicar cómo se desarrolla la trama de sus interacciones. Para poder hacer lo último, es necesario adoptar una visión más proactiva con respecto a la posición en la que se le permita interactuar a cada grupo social con el resto. Es por eso que surge la interculturalidad como un proceso de construcción de relaciones equitativas entre personas o grupos sociales a través del reconocimiento de sus similitudes y el respeto de sus diferencias.

interculturalidad

Pero, ¿por qué querríamos hacer todo esto? En principio, por ejemplo, para facilitar la construcción de una identidad nacional. En segundo lugar, porque los enfoques interculturales en distintos ámbitos permiten el enriquecimiento de todos los grupos sociales que interactúan bajo esta figura. Y, en tercer lugar, porque resulta en un entendimiento profundo de la propia cultura y de la ajena. Este último punto es importante puesto que muchas veces los conflictos se originan por malentendidos y ¿qué peor que entender mal toda la configuración de un grupo social distinto al nuestro con el que tenemos que interactuar?

Nuestro país y el mundo están en constantes conflictos. Y tal vez un primer paso para terminar con muchos problemas sea el entendimiento entre las partes. No suena tan loco una vez que lo decimos así, pero parece que es más difícil de lograr de lo que parece, al menos de manera estructural. Sino, pueden ver lo que dice el activista y cineasta Jeremy Gilley sobre el día internacional sin conflictos (21 de setiembre) fundado en 1999:

Creo que la cooperación, basada en el entendimiento básico de aquello que nos une para explotar todo lo que nos diferencia en pos de un objetivo en común, puede hacernos aprender mucho del resto y explotar la diversidad y riqueza de cada cultura. Solamente empezando así lograremos construir mejores naciones y, quién sabe, quizás un mejor mundo para los que nos sigan.