La responsabilidad social empresarial y el modo de actuar de una empresa deben ir de la mano (Pizzolante, 2008). Si intentamos únicamente aparentar, como puede suceder con prácticas comerciales como el denominado «Greenwashing», tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. Ese fue el caso de DuPont. Acompáñenme a ver esta triste historia.
Hacia inicios de los 2000, DuPont, multinacional americana de larga trayectoria, parecía operar con toda legitimidad para los residentes del pueblo de Parkersburg, en West Virginia. La mencionada cinta muestra que la compañía era vista como la principal proveedora de empleos en la zona o «la mano que alimentaba» a la comunidad. Es por ello que todos —o casi todos— los habitantes del área le brindaban total respaldo para continuar con sus operaciones. Cuando una empresa cuenta con legitimidad y credibilidad, se le permite construir un relacionamiento con sus grupos de interés o stakeholders (Pizzolante, 2008).
Pero detengámonos y observemos un poco más de cerca. Robert Bilott, abogado ambientalista especializado en la defensa de empresas químicas, fue contactado por Wilbur Tennant, granjero local, quien afirmaba que las aguas de las que bebían tanto su ganado como la población de Parkersburg estaban siendo contaminadas por DuPont. Contaba con grabaciones en las que se veía a los animales muertos, con signos de toxicidad y una sustancia jabonosa que contaminaba el arroyo local. DuPont, por supuesto, se defendió y refutó toda acusación —algo que, lamentablemente, también nos hemos acostumbrado a ver en las autoridades del gobierno peruano—. Únicamente mandaron a realizar un estudio parcializado, el cual responsabilizó a Tennant por la muerte de sus animales. Asimismo, la compañía se negó a proporcionarle al abogado la documentación solicitada respecto a sus actividades en la planta de Parkersburg. Pero, cuando un juez forzó a la compañía a compartir la información… ¡una gran cantidad de cajas con documentos que incriminaban a DuPont tuvo que ser entregada al despacho de Bilott! De ese modo, él pudo construir un caso sólido contra la empresa.
Lo que ocultaba DuPont
El PFOA o C8, un compuesto que Bilott encontró mencionado en los documentos, había sido inventado por 3M años atrás y adquirido por DuPont para ser utilizado durante el proceso de elaboración del teflón. 3M había dado varias recomendaciones para su uso, que incluían su incineración o el envío a lugares destinados a desechos tóxicos. La misma DuPont había establecido en sus protocolos internos que el PFOA no podía arrojarse al agua. Aun así, esto no se había respetado: la operación en Parkersburg desechaba los residuos al río Ohio. El agua envenenada por DuPont era, como se ha mencionado, consumida no solo por el ganado de Tennant, sino por todas las comunidades humanas que residían cerca: casi 100 mil personas.
DuPont había realizado estudios en secreto junto a 3M durante décadas sobre los efectos dañinos del PFOA en animales y humanos, que incluían afecciones al hígado, la adhesión al plasma sanguíneo, cáncer y defectos de nacimiento. Incluso hallaron altas concentraciones de este producto químico en la sangre de algunos de sus trabajadores. Todo esto, sin embargo, nunca había sido divulgado por la empresa. Flores y Rozas (2008) sostienen que «las sociedades deben velar por los derechos de otros agentes que tienen relación con ellas». DuPont, no obstante, estaba velando sólo por sus propios intereses, atentando contra la salud y bienestar de la comunidad y de sus propios colaboradores.
RSE y Relaciones Públicas
En anteriores artículos respecto a relaciones públicas (Relaciones Públicas, un superpoder al alcance de tu marca; Crisis reputacional: ¿será el fin del Hombre Araña?), he mencionado que, cuando una empresa afronta una crisis de reputación, lo principal es asumir la responsabilidad e, inmediatamente, proporcionar soluciones. El silencio, sin embargo, siempre generará incertidumbre. Este refleja que la empresa ignora cómo responder al problema o, peor aún, quiere mantenerlo oculto. Eso fue lo que ocurrió con DuPont.
Cabe mencionar que, aunque en 1993 la empresa había tenido la oportunidad de desarrollar una alternativa menos tóxica al PFOA para la elaboración del teflón, se habían opuesto. Esta decisión se debió a que los productos elaborados con la sustancia dañina representaban para ellos una cifra de mil millones de dólares de utilidad por año. En lugar de revertir su accionar, cayeron en la falacia de medir la rentabilidad únicamente en términos económicos.
Reflexión final
El mundo y sus modelos de negocio han evolucionado a un punto donde la rentabilidad es importante, pero no es lo único ni lo principal. Traducida en un buen gobierno corporativo, debe tener un equilibrio con el desarrollo que propicie la empresa a nivel ambiental y social, a través de una perspectiva ASG (Ambiente + Sociedad + Gobierno Corporativo) que guíe las decisiones tomadas en la organización. Respecto a este punto y sobre lo que es un buen gobierno corporativo, Flores y Rozas (2008) nos dirán que este «es una herramienta gerencial que ayuda a prolongar la vida de las empresas y a crecer en una nueva arquitectura económica». Los líderes deben incorporar esto en sus procesos y decisiones a fin de impulsar en sus organizaciones el desarrollo de una «cultura de la transparencia».
El caso de DuPont nos enseña que la RSE no significa ponernos una «insignia de fan destacado» que diga que somos eco amigables; debe ser un verdadero compromiso con la comunidad y el medio ambiente. Un precio que las buenas personas de Parkersburg, West Virginia, tuvieron que pagar con su salud y, en algunos casos, con sus vidas.
Editado por Isabella Solimano
Referencias
- Pizzolante, I. (2008). La revolución de la transparencia. De la responsabilidad social empresarial a la empresa socialmente responsable, pp. 77-118.
- Rich, N. (06 de enero, 2016). The Lawyer who became DuPont’s Worst Nightmare. Recuperado de https://www.nytimes.com/2016/01/10/magazine/the-lawyer-who-became-duponts-worst-nightmare.html
- Ruffalo, M. (productor) y Haynes, T. (director). (2019). Dark Waters [cinta cinematográfica]. Estados Unidos: Participant y Killer Films.