Argentina volverá a las urnas este 27 de octubre para elegir a su próximo presidente por el período 2019-2023. Sin embargo, el panorama en que se darán las elecciones llena de incertidumbre a su población. Aun cuando todavía la fecha de inscripción de las listas de candidatos no se vence, solo dos opciones parecen viables: la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y el actual presidente, Mauricio Macri.
Después de los ocho años de Fernández de Kirchner en la presidencia, los cuales terminaron con una fuerte deuda pública y aparición de casos de corrupción, el triunfo de Mauricio Macri en el 2016 parecía responder a la necesidad de cambios políticos y económicos. No obstante, en la actualidad, las expectativas de mejora de la población son mínimas (por no decir que ya han desaparecido). Argentina está sumada nuevamente en una grave crisis económica, caracterizada por el constante aumento de la pobreza y la inflación (que ahora alcanza el 32% y 47%, respectivamente), las cuales solo resaltan la incapacidad del gobierno de Macri para controlar la situación, que no parece encontrar una solución en el futuro más cercano.
El descontrol en Argentina ha desencadenado varias consecuencias, pero la que políticamente resalta es la posible candidatura de la expresidenta Fernández, ya sea como próxima candidata a la presidencia o a la vicepresidencia (escándalo, es un escándalo). Y es que parece que, para los argentinos, la actual crisis sirve como justificación suficiente para volver a depositar su confianza en una de sus figuras políticas más controversiales, que actualmente está siendo procesada por diez casos de corrupción durante su gobierno, donde en cinco de ellos ha sido dictada una prisión preventiva algo así como Keiko, de la cual solo se pudo salvar por la inmunidad que sostiene al ser senadora.
Mirando desde lejos la situación de Argentina, podemos apreciar desde ya muchas similitudes con nuestro país. Las elecciones del 2016 llevaron a la presidencia del Perú a un gobierno “de lujo” que respondía a la necesidad de buscar una nueva perspectiva en la implementación de políticas públicas para el crecimiento económico y desarrollo social. Ahora, la situación ha cambiado y en estos tres años, el gobierno actual no ha logrado el progreso prometido en campaña, sumando a esto que solo ha podido transmitir debilidad a la hora de defender la aplicación de sus políticas.
Aunque en el Perú, la reelección para el cargo presidencial está prohibida (sin considerar otras posibles interpretaciones, debido a que nuestro actual presidente fue elegido vicepresidente inicialmente), puede que lo único que haya obtenido este gobierno sea que los peruanos ya no vuelvan a confiar en una candidatura que tenga la misma propuesta de lograr cambios, y que nos atengamos a seguir eligiendo a las viejas confiables figuras políticas. No obstante, como Cristina, la mayoría de estas figuras están siendo investigadas: muchas de ellas están en prisión preventiva, y sorpresivamente, también como la exmandataria, todavía mantienen una base de seguidores fieles que pueden sostener una posible candidatura.
Al final, puede que tanto las elecciones de Argentina, como las de nuestro país, dependan de la aparición de un outsider (dícese de una figura que emerge fuera del sistema político tradicional), que indudablemente sea representante de mejores ideales que los candidatos de siempre (Kenji, tú no); de lo contrario, como cada elección, tanto peruanos como argentinos seguirán votando por el mal menor.