Desde niños nos han repetido una y mil veces que nuestro país es uno de los que más diversidad posee tanto en flora como en fauna, sin embargo, ¿que tanto conocemos realmente de las maravillas que este posee? ¿En el Perú se realizan suficientes investigaciones científicas para descubrir lo que nuestro territorio oculta?
Lamentablemente, tal y como dijo Antonio Raimondi: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, un banco que los peruanos no han sabido aprovechar pese a toda la información que se podría heredar de los pueblos indígenas, quienes aún mantienen sus costumbres y conocimientos ancestrales. Uno podría pensar que el problema termina aquí y que la solución es destinar más recursos hacia la investigación y exploración pero no es así; desde la época colonial, nuestro territorio ha sido asediado constantemente por investigadores extranjeros quienes supieron ver en él una mina de conocimientos a explotar, dejando poco margen para proyectos peruanos que no choquen con estudios ya realizados.
Si bien esto puede sonar como “Ya los gringos han descubierto todo, no nos queda nada por hacer”, se debe considerar que nuestros anteriores gobiernos no han tenido como prioridad apostar por aumentar significativamente los presupuestos para la investigación y desarrollo de proyectos, lo que resulta en que, si se quiere hacer un estudio a fondo (pues cada vez debemos adentrarnos más en el bosque virgen, llegar a mayor alturas en la cordillera o realizar observaciones extremadamente meticulosas en cuanto a los componentes y principios activos de las plantas) los investigadores peruanos se verán a sí mismos recurriendo a financiamiento de entidades extranjeras quienes si bien reconocen el trabajo que realizan estos, tienden a, de una forma u otra, dejar en claro que es gracias al país de estas que se pudo llegar a un descubrimiento.
El Perú necesita ponerse las pilas para quitarse lo mendigo y coronarse sobre su trono, al igual que en el fútbol, no lograremos nada depositando toda nuestra fe en solamente una elite de “4 fantásticos”, los investigadores deben enfocarse en trabajar en conjunto con el resto del equipo peruano, es decir con los pueblos indígenas quienes tienen conocimientos comprobados empíricamente acerca de las plantas medicinales que crecen en los alrededores de sus asentamientos (el estudio de esta interacción entre humanos y su entorno vegetal es conocido como etnobotánica y ha sido probado efectivo para el descubrimiento de nuevas plantas medicinales y alimenticias así como también de formas de cultivo y aprovechamiento de suelos).
Un claro ejemplo de resultados obtenidos mediante la consulta a nativos indigenas es el descubrimiento de la Sangre de Grado (Croton Lechleri), un árbol cuya resina ha sido usada desde tiempos inmemorables por distintas tribus de la amazonia como potente cicatrizante y antibacteriano, usos comprobados científicamente mediante exposición de distintos tipos de bacterias a esta resina y clínicamente aplicándolo a heridas profundas obteniendo resultados increíbles. A causa de los estudios de los principios activos de la Sangre de Grado y del nuevo sustento científico a sus propiedades curativas, muchas casas naturistas empezaron a usar esta resina para sus productos galenicos, sin embargo la creciente popularidad de estos ocasionó que se tenga que talar cada vez una mayor cantidad de árboles reduciendo drásticamente la población de estos, puesto que para obtener esta resina se deben realizar diversos y profundos cortes de manera circular en el tronco, el cual debe haber sido previamente derribado y colocado sobre un plástico para facilitar la recolección del látex. Y así como se nos destaca a los peruanos por nuestra capacidad de emprendimiento, también somos conocidos (desgraciadamente) por nuestra “viveza”; se ha detectado que en muchos mercados turísticos de la amazonia se venden botellas llenas de resinas de árboles cualesquiera cocidas y teñidas para que se asemejen a la de sangre de grado y así poder estafar a los visitantes con estos productos a un precio desorbitante y que además, si son aplicados a una herida abierta pueden causar diversos daños tales como necrosis o proliferación de las bacterias que los incautos buscaban eliminar.
No obstante, existe un faro de esperanza para la ciencia peruana: el Concytec (Consejo nacional de Ciencia, Tecnologia e Innovacion tecnologica). La labor de esta institución es promover la investigación con el fin de generar nuevos conocimientos tanto científicos como tecnológicos, labor que desde la administración de su ex presidenta Gissela Orjeda venía realizando de manera satisfactoria mediante la creación de políticas públicas para la promoción de la investigación en nuestro país, el incentivo a jovenes recien graduados a permanecer y ejercer sus profesiones en nuestra nación y un significativo aumento en la cantidad de concursos por becas tanto estatales como también coordinadas con el sector privado. A pesar de esto, y siguiendo los pasos del BCP durante su campaña publicitaria del 2015, debemos afirmar una vez más que el peor enemigo de un peruano es otro peruano. Durante el año pasado la bancada fujimorista presionó la salida de Gissela Orjeda de este consejo mediante una serie de acusaciones, de las cuales, la mayoría fueron desvirtuadas inmediatamente, agregando a esto, la congresista Ursula Letona intento pasar un proyecto para modificar la ley que otorga la facultad de elegir al presidente del Concytec al consejo de ministros con el fin de que este sea elegido por el Congreso de la República (el cual presenta una mayoría parlamentaria de su bancada).
Después de ser sometido a votación, aquel proyecto de ley no fue aprobado y en Julio Fabiola León-Velarde,ex rectora de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, poseedora de reconocimientos como el del Congreso de la República a “Peruanos Distinguidos” en el 2015 y la “Orden al Mérito de la Mujer 2012” otorgado por la nación y de una hoja de vida en la que presenta distinciones gracias a sus trabajos tanto dentro del país como en Europa y América del Norte, asumió la presidencia y se perfila para afrontar los retos propuestos por el “Plan Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación para la Competitividad y el Desarrollo Humano 2006-2021”, el cual busca principalmente aumentar la cantidad de proyectos financiados por el estado (y el monto máximo otorgado a estos), fortalecer las redes de cooperación entre universidades e instituciones generadoras de conocimiento científico y descentralizar los proyectos científicos pues actualmente ,de acuerdo al diario Gestión, lima concentra el 62% de este tipo de iniciativas.
“Necesitamos tener presencia en regiones, con una estrategia coherente que permita revertir las cifras del centralismo de Lima”-Úrsula Zavaleta, subdirectora de Innovación y Transferencia Tecnológica del Concytec.
Es necesario invertir mayores sumas de capital en la investigación como país, inculcarle a los niños las ganas de siempre satisfacer su curiosidad frente a la ciencia, visitar a las comunidades más alejadas y escuchar todo lo que tienen para contarnos. En un mes en el que todos los peruanos nos sentimos más orgullosos que nunca de serlo gracias a nuestra ansiada clasificatoria mundialista, un mes en el que hasta el más pesimista grita a todo pulmón que ama al Perú, debemos plantearnos las siguientes preguntas: ¿Puede un país progresar sin investigación? ¿Qué poder del estado debería elegir a la administración del Concytec? ¿Aprovechamos correctamente todos los recursos naturales que nuestro país nos ofrece?. Es momento de empezar a revalorar nuestra biodiversidad, estudiarla para así poder utilizarla adecuadamente y poder protegerla como Pedro Gallese lo hace con la portería.