A estas alturas de la pandemia, seguramente ya tenemos mucha información sobre la COVID-19 y las implicancias que ha tenido en las economías del mundo. Lo cierto es que las vacunas contra esta enfermedad representan una esperanza para retornar a la normalidad que conocíamos antes de que todo esto empiece #YaEstoyHarto. Con estas y sus usos aprobados por distintos Gobiernos, la mayor campaña de inmunización de la historia está en marcha. Según datos recolectados por Bloomberg, más de 1.71 mil millones de vacunas han sido administradas en el mundo. En el Perú, más de 3.2 millones han sido aplicadas y aproximadamente 3.07% de la población ha recibido ambas dosis. Según la Presidencia del Consejo de Ministros, se tienen contratos que permitirían la llegada de más de 60 millones de dosis durante el presente año. Si bien estas cifras entregan un poco de esperanza al país por los momentos difíciles que vivimos, ¿serán las vacunas la llave que abrirá las puertas hacia una recuperación del consumo privado?
Una de las formas de medir el nivel de producción de una economía es mediante el Producto Bruto Interno (PBI). Este es el valor de los bienes y servicios finales producidos durante un periodo de tiempo en un territorio. Una de las formas de medirlo es mediante el método del gasto. Parte de este último está compuesto por el consumo privado, que es lo que las personas adquieren de bienes y servicios. La fórmula se representa de la siguiente manera:
Donde:
Y: demanda agregada
C: consumo
I: inversión
G: gasto público
X: exportaciones
M: importaciones
El consumo privado tuvo una contracción de -8.0% de contribución a la generación del PBI en el primer semestre de 2020. Fue de esperarse estas cifras, pues el consumo se sustenta en el ingreso de las familias y, al tener estas menores retribuciones, se tiene mínimas disponibilidades para consumir. Así mismo, el cierre de sectores económicos como centros de entretenimiento imposibilitan que se destine dinero a estas actividades, dadas las restricciones impuestas por el Gobierno #LasJuergasSeExtrañan.
Si bien, en general, el ingreso familiar vio una caída por el cierre parcial de la economía (cuarentenas), existen personas que tuvieron la oportunidad de continuar con el trabajo remoto, por lo que su ingreso no se redujo. Sin embargo, muy probablemente sí disminuyó su gasto en consumo, debido a las mismas restricciones y paralización de los sectores económicos. Ello se evidencia, por ejemplo, en menos cantidad de viajes, cenas fuera de casa, entre otros; así como también hubo un cambio en las preferencias, en donde se priorizó la estadía en los hogares. Por tanto, existen diferencias significativas en el ahorro disponible que tendrían estos dos grupos de la población (quienes aumentaron ahorros y quienes redujeron este) ante una eventual reapertura total de la economía y vuelta a la normalidad.
Las decisiones de consumo que realizamos todos los individuos, aunque pasen desapercibidas en ocasiones, se basan en una maximización de utilidad sujeto a ciertas restricciones que enfrentamos. Así, la función de utilidad de una persona varía respecto a otra, dependiendo de qué tanta importancia asigne a ciertas cosas sobre otras. Por ejemplo, quizá antes de conocer un mundo en pandemia, no considerábamos tanto la salud y exposición a un virus en las acciones que realizamos. Por ello, la función de utilidad de las personas durante esta coyuntura, muy probablemente, ha cambiado. Muchos valorarán en mayor magnitud la buena salud hoy, mientras que otros apreciarán más contar con fuentes de ingreso, un trabajo, tener a la familia unida, entre otros.
Una vez que la pandemia termine y todos los sectores sean reactivados, dependerá mucho del nivel de ingresos y ahorros de las familias, así como de sus decisiones de consumo y la reactivación económica. Según McKinsey & Company, diversas encuestas de consumo realizadas en Estados Unidos y Europa Occidental demuestran un fuerte repunte de la demanda privada luego de la pandemia. Ello se debe a un aumento masivo de entre 10 y 20 puntos porcentuales en la tasa de ahorro de esos países, lo que los deja en una posición fuerte para gastar luego de la reapertura total de la economía. Si bien el caso peruano difiere de esta situación, lo cierto es que ello revela que un despliegue eficaz de la vacuna podría poner fin a la pandemia mediante la restauración de la demanda de los consumidores (incremento del consumo privado) a niveles anteriores a esta coyuntura #Optimistas.
Para finalizar, las vacunas podrían otorgar mayor seguridad a las personas, lo cual generará un ligero cambio en nuestras funciones de utilidad a maximizar (menor temor de riesgo de contagio). Para lograr alcanzar la salida de esta crisis sanitaria y económica, es indispensable la rápida, oportuna y segura vacunación de los peruanos. Esta responsabilidad recaerá en el siguiente Gobierno, el cual deberá priorizar la inmunización colectiva a fin de poder salir más tranquilos a volver a vivir, trabajar y realizar una vida “normal”.
Edición: Claudia Barraza