Diplomacia, comercio y alianzas militares… todo terminó esta semana entre el país más rico del mundo y sus vecinos en el golfo pérsico. Catar ha sido objeto de una presión internacional sin precedente, que tendría consecuencias negativas para la región.
Situado en el golfo pérsico, Catar tiene 2.7 millones de habitantes, de los cuáles 11.6% son ciudadanos cataríes, ya que la gran mayoría proviene de India y Nepal. Millones de inmigrantes viven en situaciones precarias construyendo los estadios con aire acondicionado que acogerán la Copa Mundial de fútbol del 2022. El pequeño país importa 40% de su comida, y la mayor parte de sus ingresos proviene de la venta de petróleo. Las millonarias ventas le permiten financiar un estado de beneficios para sus ciudadanos, y una política exterior controversial.
Por su influencia regional, Arabia Saudí, seguida de Bahréin, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Yemen y hasta las Maldivas, cancelaron sus relaciones diplomáticas con Catar. Los países del golfo expulsaron a diplomáticos cataríes de sus países, llamaron a sus embajadores de Doha, y dieron un ultimátum de 14 días a todos los ciudadanos cataríes para que se retiren. Incluso, cerraron el espacio aéreo, marítimo y terrestre; y aerolíneas como Emirates y Etihad cancelaron sus vuelos desde y hacia Doha.
Esta es la crisis más grave del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, desde su creación en 1981, y un intento agresivo de aislar a la nación petrolera. ¿Qué motivó a la repentina ruptura? Acá tres razones:
Extremismo
Los países de la región pérsica consideran que la influencia regional de Catar estimula el extremismo. Una crisis diplomática ya había ocurrido en 2014, cuando la cadena de noticias internacional Al Jazeera, controlada por el gobierno catarí, criticó el golpe de estado contra Mohamed Morsi, líder de los Hermanos Musulmanes. Catar se opuso a la toma de poder de Abdel Fattah el-Sisi, actual presidente egipcio, y desde entonces las relaciones entre ambos países han sido tensas.
Catar también apoya a Hamas en la franja de Gaza, considerada una organización terrorista por Estados Unidos, Arabia Saudí y sus aliados. Se le acusa a Catar también de apoyar a otras facciones militantes islamistas en Siria, así como a Hezbolá en Líbano y a Al Qaeda en Yemen. Por estas razones, los gobiernos árabes declararon que Catar está tratando de desestabilizar la región, apoyando al terrorismo y estimulando el extremismo.
Irán
Los países del golfo pérsico también ponen como excusa el tono reconciliatorio que Catar tiene con Irán, un país de mayoría chiita y principal enemigo de Arabia Saudí, de mayoría sunita. Fuentes polémicas mostraron que altos funcionarios del gobierno catarí consideraban a Irán una potencia regional a la que no se puede ignorar, causando malestar en la región. Irán apoya a los enemigos del golfo, incluyendo su respaldo a la insurgencia de los hutíes en el conflicto en Yemen, que ya ha cobrado más de 8,000 vidas y ha dejado más de 45,000 heridos.
Catar se habría aproximado a Irán a costa de que desde 2010 comparten la explotación del yacimiento de gas natural South Pars-North Dome, el más grande del mundo.
Donald Trump
La decisión de los países del golfo ocurre a días de la reciente visita de Donald Trump a la capital saudí, donde el presidente estadounidense reiteró su llamado a combatir el extremismo islámico, condenando a Irán y a milicias islamistas. El canciller americano, Rex Tillerson, llamó desde Australia a la unidad en la región. En Estados Unidos, correos electrónicos del embajador de los Emiratos Árabes Unidos, Yousef Al Otaiba, fueron filtrados, demostrando un interés emiratí en desacreditar internacionalmente a Catar.
Las implicaciones que esta ruptura tendrían para las relaciones con Estados Unidos están aún por definirse. Estados Unidos cuenta con una base militar en Catar, la cual es fundamental en la lucha contra el Estado Islámico (EI) o Daesh.
El drama en el medio oriente continúa, y un problema más ocurre en una región que necesita estabilidad. Las implicaciones no están claras todavía, y Catar se ha limitado a negar las alegaciones en su contra. ¿Complot? Quizás… pero este problema acaba de empezar.