Hasta hace poco, muchos varones de las zonas rurales de los distritos de Ocongate y Marcapata –en la altura de Cuzco– se veían obligados a trabajar en Madre de Dios para sostener a sus familias (sí, aquel departamento en el cual reina la tala y la minería ilegal, así como la trata de menores para servicios sexuales). Sin embargo, diversos proyectos productivos en estos distritos cuzqueños han generado nuevas oportunidades para la población, que ya no necesita ir a la selva, trabaja en familia, y está más insertada en el mercado. Todavía falta mucho por desarrollar, pero es posible sacar algunas reflexiones de estas experiencias. No todo es Lima y se puede aprender de todo el Perú. Voz Actual presente desde el interior del país.
El queso de Ocongate (y el problema del free rider en las organizaciones de productores)
Generalmente, una de las estrategias más utilizadas para la promoción del sector agrícola y ganadero en el país, ha sido la formación de organizaciones de productores, quienes podían calificar para fondos concursables que financiaban proyectos (como Incagro y PNIA) u otros programas públicos. Sin embargo, el impacto de estos programas es discutible y se han encontrado problemas para la sostenibilidad, debido a que finalmente nadie asume una responsabilidad formal dentro de la organización de más de 50 productores, la cual sólo se mantiene unida para recibir la ayuda. Hay muchos incentivos para ser free rider: beneficiarte sin aportar nada.
Se requiere aplicar otras estrategias. Por ello, para la producción de queso en Ocongate se decidió trabajar más de cerca con las familias. Así, aquellas que desean ingresar en el negocio (y asumir un riesgo controlado), reciben capacitaciones especiales para el desarrollo del producto. Al asumir la familia la responsabilidad, los miembros se comprometen y el proyecto se vuelve más sostenible. Una familia productora de queso puede dinamizar la comunidad rural, dado que requiere de la leche producida por diversos ganaderos. Se genera una nueva dinámica. Luego que el producto ingresa al mercado, las organizaciones de productores se forman solas y se mantienen en el tiempo. Con ello, la producción de quesos en la zona mantiene una tendencia creciente, y ya no depende tanto de ayuda externa que genera dependencia.
La crianza de cuyes (y la especialización de Adam Smith)
La especialización en la producción es importante. Adam Smith lo mencionaba hace casi 250 años en “La Riqueza de las Naciones”: dividir funciones para realizar tareas más específicas genera mejores resultados. Sin embargo, aplicarlo en el sector agropecuario es difícil, debido al riesgo que enfrentan las familias cada temporada (la producción muchas veces es de subsistencia), lo cual requiere realizar actividades muy diversas, pero de poca tecnificación. No obstante, poco a poco y cubriendo los riesgos con el apoyo de organizaciones públicas o privadas, por ejemplo a través de seguros, se puede promover una mayor especialización, lo cual genera mayores ingresos para las familias.
Así, en Ocongate se encuentran familias que se especializan, por ejemplo, en la crianza de cuyes -vendiendo más de 100 a la semana-, mientras otros se especializan en leche, quesos, horticultura, entre otras actividades productivas. Las ventajas de la especialización son grandes, ya que permite aplicar nuevas tecnologías agropecuarias (¡aquello que siempre nos quejamos!), se consiguen productos de mejor calidad y una mejor posición dentro del mercado. Es fácil decirlo, pero para aplicarlo se requiere de un trabajo cercano con los productores (asistencia técnica desde su realidad) para observar los beneficios de la especialización. Los ingresos se pueden multiplicar y permiten escapar de la pobreza.
Invernaderos familiares (y sus beneficios directos e indirectos)
A más de 4,000 metros sobre el nivel del mar, el invierno es duro y afecta la producción. Sin embargo, los más de 500 invernaderos familiares en la zona, muestran que es posible plantear estrategias para continuar produciendo incluso ante condiciones adversas. En un invernadero se pueden cultivar diversas especies de vegetales. El microclima que se genera permite sembrar y cosechar vegetales todo el año, manteniendo una producción constante para la alimentación de la familia e incluso para la venta. Estos son los beneficios directos.
Sin embargo, un adecuado análisis social de costo-beneficio debe considerar los beneficios indirectos. Entenderlos es tal vez el mayor desafío para promover su aplicación a mayor escala. Así, por ejemplo, tener un invernadero mejora considerablemente la salud de las familias: de una dieta muy básica basada en el consumo de papa, se pasa a una alimentación más balanceada, con una variedad de verduras que aporta distintos nutrientes. Se reducen enfermedades y se mejora la calidad de vida. Un gran beneficio indirecto que es clave considerar.
Ciertamente existen desafíos mayores, y los proyectos presentados alcanzan únicamente a una porción de la población. Los proyectos acá descritos fueron impulsados por el CCAIJO, una asociación sin fines de lucro promovida por los jesuitas para desarrollar proyectos productivos y educativos en la zona. Actualmente las municipalidades están tomando algunos de estos proyectos y trabajándolos a mayor escala, con sus propios recursos. Esto es una buena noticia, pero todavía hay un largo camino por recorrer. Para esto distritos, así como para muchos en el interior del país, las elecciones del 7 de octubre son muy importantes. Estos programas pueden funcionar mejor con el soporte de las Municipalidades Distritales.