El Perú, país que se encuentra entre los últimos puestos de la prueba PISA, ¿está para perder tantas semanas de clases escolares? El 15 de junio inició la más reciente huelga de maestros. Ya van más de seis semanas, y todavía muchos escolares no pueden atender a sus colegios. Mientras el gobierno va despacito para lograr un acuerdo suavecito (¿?) con los profesores, los alumnos siguen en sus casas esperando que se reanuden las clases. Las negociaciones entre el Ejecutivo y los maestros acaparan los titulares, pero son pocos los que lanzan soluciones para mitigar los efectos colaterales. La verdad que pocos titulares se han dedicado a buscar alternativas.
No se trata de buscar un reemplazo permanente para los profesores ni de, dejando las motivaciones políticas de lado, minimizar los catalizadores de la huelga. Se trata de encontrar la forma en que los escolares aprovechen el tiempo durante las huelgas o recuperen las clases perdidas.
Recientemente, la periodista Patricia del Río (PdR) abrió el debate y propuso que profesionales voluntarios reciban capacitaciones para dictar clases en épocas de huelga. La alternativa pecó de simplista – no puedes poner a cualquiera a dictar a niños de segundo de primaria en un colegio de Río Santiago en Amazonas – y fue duramente criticada. De hecho, no es la alternativa más acertada, pero es de las pocas que se han propuesto abiertamente – perdonen a este redactor por no haber escuchado de otras. Más aún, propone una solución desde la sociedad civil. Invita a reflexionar sobre cómo, desde nuestra posición, podemos contribuir con un granito de arena. En tiempos donde abundan las críticas y quejas, es bueno darse un tiempo para reflexionar.
Lo primero que hay que destacar es que una medida de este tipo es estrictamente TEMPORAL – los maestros son irremplazables. Segundo, cada persona debería pasar por cierto nivel de escrutinio para evaluar si es apta de manejar grupos y si posee un conocimiento adecuado sobre la materia. La idea es que pueda apoyar o reforzar el aprendizaje de grupos pequeños – como en academias o profesores particulares – porque manejar un mayor número de alumnos requiere de habilidades pedagógicas especiales. Y tercero, se debería evaluar alianzas con ONG u otro tipo de organizaciones para llegar a las regiones alejadas. Es relativamente fácil conseguir personas en ciudades urbanas, pero dudo mucho que encuentres varias de estas en el distrito de Las Piedras (Madre de Dios). Dicho esto, lo más rescatable de la propuesta de PdR es que haya sentado un precedente para discutir alternativas desde la sociedad civil.
Por otro lado, ¿el Minedu estará pensado en cómo recobrar el tiempo perdido? Se entiende que muchos de sus esfuerzos estén destinados a zanjar la huelga. Pero la verdad espero que por lo menos el 5% de su fuerza ya esté pensando en cómo sobrellevar la situación post huelga. Alargar el año escolar, agregar días a la semana escolar, sintetizar los contenidos de la currícula nacional, recortar vacaciones son tan solo opciones vagas que se me ocurren. Espero que el equipo del Minedu sea más creativo que yo, porque es sumamente complicado encontrar una solución satisfactoria. Por lo pronto, se ha mencionado que en algunas regiones – como en Cusco – las clases se extenderán hasta enero.
Si bien se puede reflexionar sobre muchas alternativas para combatir la situación actual, ninguna va a llegar a ser concluyente del todo. La segunda pregunta clave es ¿cómo evitamos que cada año se pierda tiempo escolar en huelgas? Una solución que mire hacia el futuro va a requerir más del 5% de la fuerza del Minedu. La mirada debe estar puesta en corregir los incentivos para que no solo las personas con los peores puntajes de admisión se dediquen a estudiar pedagogía. Solo así nos ahorraremos tinta en noticias que ya estamos tan acostumbrados de escuchar.