En medio de las elecciones 2024 en México, la violencia ha dejado su huella: el exconsejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, comentó que el proceso electoral 2024 es el más violento, pues se han registrado 34 candidatos asesinados, además de 17 secuestros, 21 desaparecidos, 137 atentados y 218 amenazas solo desde junio del 2023 hasta mayo de este año. La inexactitud del número yace en las víctimas que, temiendo por sus vidas, evitan hacer la denuncia correspondiente. Las elecciones del próximo domingo 2 de junio tienen más de 98 millones de personas aptas para votar. Sin embargo, el problema aquí es la violencia electoral, en cómo ha venido afectando a los aspirantes al poner en riesgo la integridad de quienes participan en el proceso.
–Céline González, investigadora del programa México Evalúa
“Hay ciertos municipios donde hemos observado que ha bajado muchísimo la participación de una elección a otra y que han tenido estos picos de violencia (…) Es muy fácil para los grupos criminales llevar a cabo estas estrategias puesto que posteriormente no hay una investigación seria, no hay sanciones”
Según estadísticas desde el 2018, la violencia electoral es creciente y varía dependiendo de cada región, y el perfil de las victimas suelen ser de opositores del alcalde en municipios rurales, compitiendo claramente por este cargo. Según la investigación del blog Votar entre Balas, este año ha aumentado el número de muertes de candidatos a diputados federales, además de que la violencia ejercida no siempre recae en el candidato sino afecta a su círculo cercano como colegas del trabajo o partido, y familiares.
Un claro ejemplo de esta situación es el caso de Ivone Gallegos, líder política de Oaxaca. Primero, presenció el lamentable asesinato de su compañero de partido, seguido por su esposo, y, por si fuera poco, ella misma terminó su carrera política como víctima del crimen. Aunque su caso ha recibido bastante atención mediática, ¿Qué pasa con aquellos que no logran los titulares? Esta falta de visibilidad, evidentemente, no hace más que incrementar la impunidad y el miedo entre los políticos novatos, porque, claro, ¿Quién no querría postularse en un ambiente tan acogedor y seguro para fomentar la libre elección?
Las reacciones de los candidatos varían. Algunos optan por una campaña digital, evitando así sus apariciones presenciales en ciertos lugares. Otros intentan llegar a un acuerdo con los grupos que los amenazan. Lamentablemente, muchos terminan siendo una víctima más de la violencia, porque nada dice “democracia saludable” como tener que negociar con tus potenciales asesinos. Y esta violencia no solo se manifiesta en los asesinatos reportados, sino también en amenazas y otros actos de violencia que, sorpresa, no siempre llegan a ser denunciados.
Se requiere una intervención amplia que aborde la seguridad como la principal reforma. Además, sería ideal reducir la impunidad para disminuir los incentivos para la violencia, lo cual, ya de por sí, es un reto monumental para México, especialmente con una autoridad que minimiza los acontecimientos:
“Les puedo decir que ha habido, afortunadamente, menos agresiones que en otras elecciones. Solo que ahora hay mucho sensacionalismo, es muy lamentable, pero se lucra bastante con los asesinatos y con el dolor humano. Es temporada de zopilotes, pero sí estamos pendientes.”
–Presidente Andrés Manuel López Obrador
Es indignante escuchar a las autoridades minimizar la situación y desviar la atención al “sensacionalismo”, en lugar de abordar la raíz del problema y garantizar la seguridad de todos los ciudadanos, pues el simple hecho de ejercer tu decisión de ser candidato no debe ser un riesgo para la vida del individuo.
Edición: Álvaro Ego