Por desesperación, por odio, por impulso, por celos, por una discusión, por una ruptura, por enojo, por cansancio, por miedo. ¿Justifica este acto?
Aceptémoslo, el ser humano no es uniforme. Cada individuo tiene su manera de expresar sus conflictos y sus impotencias. Algunas maneras son mesuradas, otras son aberraciones criminales. ¿Qué es lo que hace que estas sean o aceptadas socialmente o condenadas por la eternidad? La educación, la sociedad y sus leyes.
El humano es un ser de impulsos. Golpear, saquear, matar, atacar, violar, todo eso sucede, desde una óptica psicoanalítica, en la mente de cualquier individuo. Películas, dramas y tragedias no presentan personajes estrafalarios e inexistentes. Muy al contrario muestran, quizá, de lo que puede ser capaz cualquier individuo desgarrado de toda moral e independizado de toda ley. Se trata de seres de carne y hueso como usted y yo. Seres que bajo situaciones de presión, estrés, elocuencia emocional o frenesí se comportan como verdaderos endemoniados.
Cada personaje sadista, dostoyevskiano o shakespeariano dibuja una posibilidad. Recalca lo destructivo que puede ser uno cuando da rienda suelta a sus instintos e impulsos tanáticos y actúa sin remordimiento, ni consideración. Mejor dicho, cuando es irracional. E inhumano.
El ser humano alberga en su interior la posibilidad de hacer o el bien o el mal. Y está en su voluntad, escoger. Escoger si dejar ir al ser amado con madurez o cortarle las piernas en señal de impotencia. Escoger si respetar el valor de la libertad personal o desfigurar a puñetes a su pareja. Escoger si tolerar un errático estilo de vida o envenenar una cena servida.
Hay un condimento que no debemos perdemos. Y es que el amor saca lo irracional de nosotros. Es así. El amor enloquece, debido a su carácter intenso, pleno y existencial. Crimen pasional es aquel acto cometido bajo situaciones extremas causadas por emociones explosivas como la ira o el desengaño repentino.
Se pueden evitar los crímenes pasionales en una sociedad que enseñe a sus conciudadanos algo de budismo zen, meditación, inteligencia emocional, consciencia, filosofía.
¿Pero qué enseñamos? ¿No enseñamos acaso a ser perros a las personas? A ir en pos de lo primero que les llame la atención, lo primero que quieran. ¿No les enseñamos a ser caprichosos? ¿No enseñamos a descartar, a comprar, a intercambiar? ¿Acaso el mercado y nuestro modelo neoliberal no educa a sus adeptos a pasar del deseo a la acción de manera mecánica? ¿Creen que les importa que la población piense o que reflexione? ¿Creen que les importa que se detengan a pensar y repensar que lo que van a hacer es correcto? Y, ¿cuál es la consecuencia si tenemos ciudadanos reactivos e impulsivos?
Y, ¿se quejan? ¿Le piden a estos tipos, hijos de la sociedad que cambien su actitud? ¿Le pedirían a un perro que hable o a un conejo de camine y sepa usar un Ipod?
Las flechas deben ir hacia aquellos que controlan la educación, la sociedad y las leyes en nuestro país. ¿Qué quieren pues estos señores que todo lo controlan? Obvio, que linchemos al violador, que agarremos de piñata al golpeador, que apedreemos a la mala mujer. Como si eso solucionara el problema. ¿No es acaso un subterfugio, una evasión de la responsabilidad? No estoy en contra del castigo, golpeemos a esos desgraciados, sí. Pero, también exijamos al Gobierno un cambio en la educación, la promoción de valores que instauren la cooperación y la virtud y la instauración de leyes más justas y más duras.
La pregunta es hasta cuándo y hasta cuánto. No quitemos las pintas de las paredes, ni removamos los papeles de las fachadas, vayamos a marchar. ¿Qué hacemos sentados y desparramados tras maquinas compartiendo como cojos contenidos? Es más, yo mismo me voy a marchar. Dejo este artículo por motivos obvios. Dije suficiente, lo demás depende de ustedes. O ser cojos o tomar acción por las cosas que están sucediendo. Si los profesores consiguieron aumento a punta de marchas, ¿por qué no organizarnos así?
Si las personas se limitan a mirar, la indiferencia se generaliza, si las leyes son blandengues, el mal desborda y el pecado amenaza. Si el miedo desaparece, sin que el amor fecunde, la violencia azotará nuestras vidas. Reflexionemos.