Películas polémicas sobran. Probablemente, la ganadora a la película más polémica de los últimos años sea la nueva película musical animada del estudio de cine DreamWorks que recicla canciones viejas: Trolls World Tour. En este caso, los ofendidos son las cadenas de cines, preocupados por la amenaza existencial que representa esta producción.
Para ponerte en contexto: a menos que hayas llegado aquí revisando mis artículos de hace dos años, me doy la libertad de adivinar que te encuentras en cuarentena debido al COVID-19. Asumiendo ello, en los últimos meses difícilmente has podido ver el estreno de alguna película y te estás dedicando a ver películas antiguas a través del streaming (o Putlocker). Y si era difícil para los espectadores, también lo es para los productores. No es como que una vez acabada la pandemia podrás ver las películas programadas para el 2021: la grabación también se va a ver retrasada por un largo tiempo. En resumen, toda la industria que vive del séptimo arte se encuentra en aprietos.
Y es acá cuando Universal Pictures, propietaria de DreamWorks, tiene una brillante idea: en lugar de retrasar el estreno de una película que ya tenían disponible, Trolls World Tour fue estrenada a través del streaming en la fecha programada del 10 de abril. En ausencia de competencia, Universal te permite ver la película por 48 horas al módico precio de… ¡20 dólares! Entonces, gracias a padres y madres ingenuos que no pensaron que a los niños les encanta ver la misma película cada día, esta película recaudó 100 millones de dólares en tres semanas (y sin tener que pagar las comisiones de los cines). Hasta aquí, nadie se encontraba molesto. Pero, para la desgracia de algunos, NBCUniversal declaró que una vez que los cines reanuden sus operaciones, tienen proyectado estrenar películas en ambos formatos.
Ante esto, la cadena de cines más grande del mundo, AMC, se niega a proyectar cualquier película de Universal en cualquiera de sus 1,000 establecimientos alrededor del mundo, según declaraciones del director ejecutivo. Y Regal Cinemas, si bien no ha llegado a tal extremo, también se opone a proyectar las películas que no respeten la ventana teatral. Hay que considerar que esto ocurre durante un golpe bajo a los cines: el simple hecho de que exista el streaming es un peligro. No solo es que, con Marriage Story, Netflix ya ha llegado a los Oscar; sino que Disney+ también ha tenido estrenos en exclusiva, y es probable que otros estudios decidan imitar la estrategia de crear sus propias plataformas de streaming. Es por esto que muchos ya se están preguntando si este es el fin de los cines y en el futuro todo el contenido lo veremos desde casa.
Este es un terreno especulativo, pero mi opinión es que no. Los cines continuarán existiendo, aunque tal vez sean mucho menos importantes. Si bien hay producciones riesgosas que simplemente no tiene sentido estrenar en cines cuando la demanda no se encuentra asegurada, a menos que los equipos de sonido se vuelvan mucho más baratos, siempre habrá motivos para ver películas de acción en una sala con la infraestructura necesaria. Y puedo decir que estoy seguro de esto porque no es la primera vez que los cines se encuentran en una crisis similar, pues esto ya ocurrió antes gracias a la televisión. Es precisamente debido a que esta reciclaba películas antiguas (tradición que hoy continúa Frecuencia Latina) que los estudios optaron por las películas épicas, que duraban tres horas y tenían los mejores efectos especiales de la época. En pleno inicio de la cuarta fase del Universo Cinematógrafico de Marvel (MCU), no cabe duda de que los cines siempre tendrán algo que ofrecer.
Mientras tanto, esto representa una gran oportunidad para los directores más experimentales que ahora podrán recibir financiamiento para sus producciones. Así como la crisis anterior empujó a los estudios a tener que innovar y permitió el surgimiento de directores como Clint Eastwood y Francis Ford Coppola, el COVID-19 tiene el potencial de crear una nueva era de oro cinematográfica. Pero este desarrollo es uno impredecible. En palabras de Sean Malone, la belleza del mercado es que no necesita una mano que lo guíe, sino que se adapta por sí mismo. Como no hay forma de saber el mejor camino a seguir, gradualmente se sabrá que estrategias les permitirán a los cines adaptarse a los nuevos tiempos en los que, por más difíciles que puedan ser, tienen oportunidades de subsistir si logran distinguirse del streaming para justificar precios más elevados.
Edición: María Gracia García