Tras el aparente fin de la Guerra Civil Siria, parece que hay nuevas zonas de conflicto, hecho que levanta la pregunta de qué pasó, por qué es que la democracia liberal que conocemos en Occidente no tiene casos de éxito en estos países, sino que solo hay movimientos democráticos que quitan a dictadores para hacer una revolución en el sentido matemático de la palabra, pues los nuevos gobiernos se convierten en dictaduras.
El ataque en Guta Oriental marca la fase final de la guerra civil siria, puesto que este representa el último territorio importante controlado por grupos terroristas islámicos. Si no has estado prestando atención en los últimos meses, Guta Oriental está en una situación similar a la de Aleppo hace más de un año: controlada por el Estado Islámico y del cual emigra la mayor parte de refugiados, quienes buscan huir del terror y los bombardeos. Ahora, la violencia está escalando rápidamente en este nuevo frente de batalla.
Por más que antes hubiera parecido que la guerra estaba acabando, tras la práctica desaparición del Estado Islámico, debemos recordar que hay otros grupos terroristas, usualmente financiados por Arabia Saudita. Otro actor importante, Turquía, ha tomado recientemente mayor relevancia. Dado el apoyo a otros grupos terroristas aliados con los intereses sauditas, resultó una tregua del gobierno sirio con las fuerzas kurdas el mes pasado.
Como siempre, estas mismas fuentes de financiamiento para los terroristas son las primeras en hablar de crímenes de guerra; entre las cuales, la voz más fuerte parece ser Al-Jazeera, un conocido medio pro-islamista.
En medio de estas acusaciones de un lado al otro, vale la pena reflexionar y pensar: ¿Cómo es que llegamos acá? Retrocedamos casi seis años en el tiempo: la Primavera Árabe. Dentro de Occidente, la lectura al respecto eran grupos pro democráticos que buscaban derrocar a las dictaduras corruptas que se habían prolongado décadas en el poder. Desde el 2014, se empezó a hablar del Invierno Árabe: Libia se había convertido en un Estado fallido, Egipto degeneró en un gobierno islamista que fue derrocado por los militares, y había guerras civiles en Siria, Irak y Yemen.
Un primer vistazo nos haría concluir que fueron los gobiernos quienes respondieron con cada vez más agresión y ello aumentó el autoritarismo. Ciertamente el gobierno sirio está más militarizado de lo que ya estaba. Pero, hay que pensar en quiénes eran los que estaban en contra de estas “dictaduras”. En Egipto hubo un período prolongado de control de la Hermandad Musulmana, el grupo rebelde terrorista que derrocó a Mubarak. Se aplicó la ley islámica (“sharia”) en Egipto; nunca antes en toda su historia republicana se había tenido control religioso de la política. ¿Quieres saber qué pasaría si los rebeldes derrocaran a Assad? El gobierno de Mohammed Morsi es la película.
Assad es incluso más secular que Mubarak, lo cual lo hace objetivo de los intereses islamistas para ejercer su poder. Su gobierno es uno de ideología nacionalista árabe, movimiento seguido principalmente por cristianos, alawitas y chiitas en Siria e Irak. Todos estos grupos se manifiestan en contra del control de la mayoría sunita, la cual intenta instaurar gobiernos religiosos que afectarán gravemente a quienes no se ciñan a las creencias sunitas. Quienes no creen como ellos son herejes e incompatibles con el gobierno teocrático que se busca. Coincidentemente, los gobiernos de Arabia Saudita y otros Estados del Golfo mantienen esta doctrina, y es por ello que están tan interesados en financiar a los terroristas islámicos en el conflicto armado interno la guerra civil siria.
Por estas situaciones, debemos recordar lo que decía Karl Popper acerca de la “tolerancia de la intolerancia”: “Si extendemos la tolerancia incluso a aquellos que son intolerantes, entonces los tolerantes serán destruidos, y la tolerancia con ellos.”. Cada vez que escuchemos que un grupo rebelde pide democracia, debemos pensar a qué se refieren con ello. La democracia no es ni el Estado de derecho, ni el gobierno secular, y por supuesto tampoco es tolerancia. La democracia nada más significa que, si el 50%+1 está de acuerdo en algo, debe aplicarse. Yo creo firmemente que nos encontramos en una crisis de la democracia, no solo por lo que sucede en Oriente Próximo, sino también por lo que pasa en Occidente.
Necesitamos pensar en qué es lo que valoramos y el porqué de ello. Y debemos entender muy bien ese porqué. Occidente cree que valora la democracia, pero en realidad valora lo que ha llegado a asociar con ella, lo cual hace que entendamos muy mal lo que pasó en la Primavera Árabe. Si se vio a esta con esperanza, no era por el hecho mismo de que se den elecciones, sino porque creíamos que los países en cuestión iban a abandonar sus tendencias autoritarias. El Ejército Libre Sirio exige democracia, pero no está luchando por nada que sea valioso para Occidente. La democracia ciertamente tiene sus méritos, pero hay situaciones en los que esta va a chocar con aquello que es realmente valioso. Es en estos casos que debemos reflexionar y decidir qué principios antepondremos a otros.