La historia de Susana
No tengo buenos recuerdos de la adolescencia. Durante la universidad atravesé muchos momentos de ansiedad, dudaba de mí misma y me ponía mal todo el tiempo, me sentía fea e inútil. Me sentía sola pues sabía que nadie me iba a comprender, y para ser sincera, yo tampoco entendía qué me ponía tan mal.
Mis amigas siempre salían, pero a mí no me gustaba salir con ellas. Siempre tenía una excusa para quedarme, no iba a someterme a tal sufrimiento de ver sus cuerpos esbeltos, siempre lindas coqueteando con todos los chicos, muy seguras de sí mismas. Yo no era así, me escondía, no sabía cómo actuar. Usaba ropa holgada para que nadie se diera cuenta de que yo no era tan flaca como ellas. Además, tampoco me gustaba salir porque los sábados por la noche mis papás salían de casa y eso significaba que la tendría para mí sola, y podría hacer lo que quisiera. Tenía tanta tristeza que calmaba mi desesperación comiendo. Iba a la cocina y comía potes enteros de manjarblanco, galletas, alfajores, y muchas cosas más. Yo estaba acostumbrada a realizar dietas muy estrictas durante la semana, pero los sábados, en menos de una hora, me comía todo y más de lo que me restringía de lunes a viernes. Me aseguraba de guardar todas las envolturas y no tirarlas en la basura de la cocina para que mis padres no sospecharan. Aun así, me señalaban que estaba engordando a pesar de la dieta. Eso me hacía sentir muy mal y culpable.
Cada día me sentía más gorda y por ende más deprimida y frustrada, aquello desencadenaba aún más mis ganas de seguir comiendo, era un círculo vicioso. Cada vez era más difícil controlar que no lo notaran y fue así como me di cuenta de que tenía que pedir ayuda. No fue fácil. Durante el tratamiento entendí que evitar alimentos haciendo dietas muy estrictas sólo aumentan esos deseos de comer. Aprendí también que podía comer aquellos alimentos que yo consideraba prohibidos, aunque en cantidades moderadas. Todo fue un proceso, al comienzo fue muy difícil, pero poco a poco fui mejorando. Aún me falta un largo camino por recorrer, pues todavía tengo recaídas, pero mi peso va mejorando, y aprendí a aceptar que mi contextura es gruesa y no, eso no tiene nada de malo.
El testimonio de Susana nos ayuda a entender los pensamientos y emociones de quienes padecen el trastorno por atracón, el cual afecta a una gran parte de la población, incluso más que otros trastornos más conocidos como la anorexia y la bulimia. Como vimos en el caso de Susana, las personas que padecen dicho trastorno tienden a experimentar una compulsión por comer grandes cantidades de comida (muchas veces poco saludables) en cortos periodos de tiempo. Sintiendo al final del episodio culpa, vergüenza, frustración entre otros sentimientos muy comunes en pacientes con trastorno de atracones. Este trastorno fue incluido en la última versión del manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM-5).
Generalmente, las personas que padecen este trastorno tienen sobrepeso u obesidad, lo cual genera una alta preocupación por estar delgados. Los motivos de esta preocupación excesiva no suelen ser gozar de salud o bienestar, sino que suelen originarse por una cuestión de estética e imagen. Por esto, se realizan intentos fallidos de dietas muy estrictas y restrictivas, que a largo plazo desencadenan episodios de atracones de comida. Estas dietas pueden funcionar como desencadenantes del trastorno y también como perpetuantes, ya que suelen ser dietas que se realizan de manera obsesiva con una lucha interna por no salirse de ellas. Las dietas fallidas son de tres formas: i) en las que se intenta no comer, ii) en la que se restringe la cantidad de comida y iii) al restringir ciertos tipos de alimentos considerados “prohibidos”. El efecto psicológico de la restricción alimentaria, aunque solamente sean algunos alimentos, conlleva a obsesionarte con ellos, y es por esto que cuando se decide comerlos y “salirse de la dieta” para estos pacientes es sinónimo de fracaso.
Las características que se observan en las personas que padecen dicho trastorno incluyen la sensación de pérdida de control sobre la conducta alimentaria, atracones asociados a momentos con mucha ansiedad, estrés, depresión o aburrimiento desarrollando sentimientos de culpa, enojo y vergüenza después del episodio. A diferencia de otros trastornos, el trastorno por atracón no conlleva a conductas compensatorias como las purgativas. Las consecuencias de dichas ingestas compulsivas pueden llevar desarrollar hipertensión arterial, colesterol elevado, diabetes tipo II, entre otros.
Existen ciertos rasgos genéticos-hereditarios, emocionales y de comportamiento que pueden contribuir a la aparición de desórdenes de la conducta alimentaria en ciertas personas. Uno de los factores es cómo circulan los mensajes de hambre o saciedad a nivel cerebral. Así, es posible explicar los atracones como una falla en la regulación del circuito de placer en el sistema nervioso central. Otro factor, relacionado al comportamiento, es la relación que se tiene con la comida desde pequeños, pues si se tiene la costumbre de recurrir a dulces frente a situaciones de estrés se puede recrear o persistir este comportamiento en la vida adulta. Entre otros factores que contribuyen también se ha encontrado que las personas tímidas o con dificultades para relacionarse suelen poseer el trastorno de atracones, y de igual manera para las personas con rasgos obsesivos, perfeccionistas y de competitividad. Estos son algunos de los factores más comunes, pero existen muchos más que suelen ser distintos en cada persona.
A diferencia de otros comportamientos compulsivos, como el alcohol o las drogas, la recuperación del paciente no depende de la completa supresión de las ingestas, pues esto es imposible. Es por ello que es importante el desarrollo de una relación amigable con la comida, lo cual debe llevarse a cabo por un equipo multidisciplinario, y con mucho apoyo de los más cercanos. Se debe recalcar la importancia del tratamiento frente a este tipo de comportamientos, los cuales muchas veces pueden pasar desapercibidos. Por este motivo es importante mantenernos alertas y bien informados para identificarlo y actuar de manera adecuada ante este tipo de situaciones.
Editado por: Daniela Cáceres