Has acabado tus exámenes parciales y te alistas para armar una buena juerga, llamas a tu comitiva y buscas el pack de Tambo+ respectivo para una buena noche. Todo pinta bonito hasta que observas tu calendario y te das cuenta de que tienes un trabajo parcial que entregar en 24 horas. Y te preguntas: ¿Cómo se me pudo olvidar? ¿Se podrá terminar con una amanecida? ¿Realmente vale la pena tanto sufrimiento por el título? ¿Será este el fin del hombre araña?
Siempre se estigmatiza al que hace todo a última hora. Al momento de hacer grupos de trabajos es tu última opción. A veces, incluso es mejor estar sin él que incluirlo en el grupo. El que hace la caratula e imprime. Sin embargo, a veces también suele sorprendernos terminando “su parte” a tiempo y de manera impecable… ¿Y cómo lo hace? Yo no sé. ¿Cuál es el negocio? Sepa usted #xD
Intuitivamente, siempre pensamos que trabajar muchas horas seguidas cansa y nos hace menos productivo (conocida como la ley de rendimientos marginales decrecientes). Es decir, avanzas cada vez menos por hora dedicada al trabajo hasta que ya no puedes seguir. Entonces, si dejamos que toda la chamba se acumule, y es demasiado peso para el tiempo que queda hasta la entrega, no vamos a poder terminarlo.
Pero esto no siempre se cumple. Existen varios factores que explican esa fuerza sobrehumana para terminar todo faltando cinco minutos. #EsMiDon,MiMaldición
En primer lugar, la manera más fácil de tumbarnos la ley de productividad marginal decreciente es introducir shocks positivos en nuestros cuerpos consumiendo café. Sí, hablamos de ese néctar de los dioses del Olimpo capaz de despertar a la tortuga más lenta. Si es que a la mitad de la sesión de trabajo sentimos que nos estamos cansando y nos cuesta avanzar, nuestra salvación puede ser una buena dosis de cafeína. Y aunque volvemos a sentir el bajón, pues podemos empujarnos seguir consumiendo otra taza más.
El único problema es que tomar café es equivalente a prestarte dinero. Estamos trayendo energía del futuro al presente de tal manera que, cuando se acabe el efecto, vamos a tener que pagar la deuda. Entonces si con la cafeína ganamos cuatro horas más de alta productividad, al finalizar estas terminaremos extenuados como si hubiéramos estado despiertos más tiempo. Es una buena estrategia para correr y terminar el trabajo rápidamente, pero no para algo que demande muchas horas.
Otro factor que explica cómo escribiste esos bellos ensayos que hermanan la estética con la irresponsabilidad masiva es la presión por entregarlo. Puede ser que necesites esa nota para irte por poco a un examen, o tus padres te tienen amenazado y tienen secuestrado a tu Firulais, o simplemente el hecho de tener menos de 24 horas para entregarlo ya es suficiente para sentir ansiedad.
Es en ese momento, casi como por una obra milagrosa de Dios, obtienes una súper creatividad para el floro (mismo Alan García) y unas manos que escriben dos mil palabras por hora sin errores teóricos ni gramaticales. Es así como el miedo y la aversión al riesgo de jalar impulsan tus habilidades para hacer trabajos y por lo tanto el producto final es uno de calidad a pesar de haberlo dejado para el último minuto
Yutaka Kayaba (2016) realiza una investigación sobre el desempeño de los alumnos respecto a una tarea con una fecha límite y encuentra que los mejores resultados se dan cuando se deja este proyecto a última hora. Por lo tanto encuentra que puede existir una relación causal entre la motivación del deadline con la calidad y el esfuerzo.
Pero no todo es color de rosa. No importa que tan milagroso seas o Redbull’s te metas, si es demasiado peso para poco tiempo la tarea será imposible y tendrás que entregar medio trabajo. ¿Cuál es el punto óptimo entonces? Veamos el siguiente gráfico:
Donde la curva roja es la “producción” extra por trabajar una hora más y el área debajo de esta es cantidad total “producida”. Entonces con ocho horas dedicadas a la tarea, la zona demarcada por las franjas grises será lo que habremos avanzado, si nos falta hacer algo más aumentamos la cantidad de horas por trabajar para que el área debajo de la curva aumente hasta terminar la tarea. ¿Qué sucede si tenemos que seguir trabajando y llegamos a pasar esa cantidad de horas denominadas “Máx” en el gráfico? Hemos llegado al tope, estamos demasiado cansados y simplemente no podemos trabajar más. Entonces si el peso del trabajo es tal que requerirías más horas que el máximo que podrías dedicar, no lo terminarás.
Entonces, en base a esta explicación del café y la presión de hacerlo al último minuto podemos defender que procrastinar no necesariamente te lleva al fracaso. Es más, con las condiciones correctas nos puede volver más productivos y creativos frente a un escenario con varias horas de trabajo disponibles pero poco aprovechadas. La próxima vez que te dejen un trabajo individual o grupal (a menos que te boten por irresponsable) no dudes en proponer dejarlo hasta el final por el bien de la nota. Cabe resaltar que este artículo fue terminado el último día antes de la entrega a edición.