Se acerca octubre, se reinician las eliminatorias y todos volvemos a desempolvar las calculadoras para saber si aún es matemáticamente posible que Perú vaya al mundial. De este modo, creyendo firmemente que la fe es lo más lindo de la vida, mucha gente empezará a apostar a favor de nuestra nación. Sin embargo, alguna vez nos hemos puesto a pensar: ¿qué impacto podría tener este mercado en la economía del país?
Como muchos ya saben, actualmente existen dos tipos de apuestas deportivas: las apuestas en punto de venta y las apuestas online. Estas últimas han tomado mayor fuerza en los últimos años. Para el 2017, este negocio digital recaudó USD 300 millones y para el 2018 esta cifra creció a USD 1,800 millones. Esto ha venido en aumento con la participación de Perú en el mundial, el desarrollo de los Juegos Panamericanos y la reactivación de los eventos deportivos post pandemia.
Al igual que muchos otros, este mercado actúa en base a expectativas, las cuales incentivan o no el actuar de los agentes. Estas influyen en las vidas de los jugadores. Algunos apuestan como un pasatiempo y otros lo hacen de manera profesional, analizando y balanceando riesgos. Seguramente ha escuchado muchas historias de noches millonarias y personas que apostando amasaron una gran fortuna. Sin embargo, estos casos no son nada comunes, al contrario, se trata de casos bastante excepcionales.
Para que este tipo de negocios resulte rentable, en promedio, los usuarios de estas casas de apuestas en línea deben perder sus apuestas. Esto implica que las personas sacrifican sus ingresos para apostar. Entre ellos, incluso hay quienes deciden apostar sus bienes (casas y autos) con la esperanza de recuperar lo apostado. Este tipo de decisiones escapan de la racionalidad de los agentes y bordean la ludopatía. Si bien, hay agentes amantes del riesgo, que obtienen mayor nivel de bienestar al apostar grandes cantidades de dinero, esto implica un riesgo, en ocasiones, irracional.
Por otro lado, a nivel nacional, la limitada regulación del mercado online permite la existencia de una gran variedad de casas de apuestas, las cuales brindan múltiples bonos, cuotas y beneficios a sus usuarios. En nuestro país, las únicas dos restricciones son: solo pueden jugar mayores de 18 años y está prohibida la promoción de carreras de perros. Si bien existe un proyecto de ley que propone mayor regulación, esta ha sido observada y no pudo aplicarse hasta la fecha.
Como nosotros ya hemos conocido a partir de artículos anteriores, los mercados más perfectos del mundo son aquellos que cuenta con; una amplia oferta y demanda del producto; mercados en donde las empresas son tomadoras de precios; se conoce la información completa de las demás organizaciones y consumidores en el mercado y no cuentan con barreras de entrada o de salida. En el caso del mercado de apuestas, efectivamente existe una gran cantidad de oferta y demanda; a pesar de esto, las barreras de ingreso son bastante altas, debido a los volúmenes de dinero que maneja este negocio y el desarrollo web que implica su implementación.
Cualquier tipo de regulación económica tiene como objetivo incrementar la eficiencia con la que opera el mercado, de tal manera que se pueda replicar un mercado competitivo y así lograr mejoras sustanciales en beneficio de la sociedad. Aun así, existen múltiples fallas en la regulación, debido a asimetrías en la información y a la irracionalidad de los agentes, lo cual incluye al Estado como ente regulador.
Dados los volúmenes de las transacciones que circulan en estas casas de apuesta, la regulación de este tipo de juegos causaría gran impacto en nuestro país. El incremento de la fiscalización puede resultar beneficioso, ya que reduciría la posibilidad de prácticas nocivas para la libre competencia y contra el bienestar de los usuarios; como estafas y filtraciones de datos personales. De igual manera, la recaudación de impuestos se incrementaría sustancialmente. Tomando como ejemplo a España, donde estas empresas tributan ante el Estado, para el 2018, las casas de apuesta representaban el 1.8% de su PBI. En Colombia la regulación se viene dando desde el 2012 y ha provocado el cierre de más de 300 casas de apuestas virtuales y presenciales. Esta contempla el uso de los recursos recaudados de este mercado en inversión al sector salud de dicho país, lo cual incluso podría replicarse en el Perú, guardando las distancias que las diferencias legales y sociales peruanas demandan.
En conclusión, este mercado podría representar un gran impulso económico, mientras sea regulado de la manera adecuada. Si bien, ya está en los planes del gobierno peruano hacerlo, aún hay aspectos que mejorar para que este pueda ponerse en práctica. Mientras tanto, sigamos alentando y confiando en nuestra selección, porque podemos perder todo, pero nunca la esperanza. ¡Arriba Perú!