El presidente de EE.UU, Donald Trump, canceló una serie de reuniones diplomáticas en Latinoamérica con la justificación de que quería “supervisar la respuesta que tomaría EE.UU frente al uso de armas químicas por parte del gobierno sirio y vigilar los acontecimientos globales”. Esta respuesta se materializó en el ataque a las bases de armas químicas por parte de EE.UU, Francia y Reino Unido, que podría acarrear serias consecuencias para la seguridad global.
El régimen de Bashar Al Assad en Siria se ha caracterizado por el levantamiento de la oposición en contra del gobierno, comenzando en la Primavera Árabe en el 2011 (manifestaciones en distintos países árabes a favor de la democracia). Este conflicto responde a la falta de libertad política, desigualdades socioeconómicas y la corrupción por parte del gobierno, lo que motivó a que se realicen protestas pacíficas con la esperanza de que el régimen de Al Assad se termine, al igual que lo que pasó con las dictaduras en Túnez y Egipto en el 2011.
No obstante, estas revueltas ascendieron a una escala mayor. El gobierno sirio reaccionó con la matanza de los manifestantes, lo que generó un círculo de respuestas entre el gobierno y los distintos grupos opositores que surgieron (entre ellos ISIS), los cuales también entraron en conflicto por sus diferencias. La complicada situación por ser una guerra “todos contra todos” ha traído un saldo lamentable de más de 400,000 personas muertas según la ONU, así como el desplazamiento de los sirios a otras ciudades y la intervención de potencias mundiales.
¿Qué intereses hay detrás de la intervención directa de EE.UU?. No es sorpresa que EE.UU sea el principal actor internacional, pues en distintas ocasiones ha intervenido en los problemas de países árabes (curiosamente ricos en petróleo), al creerse “el salvador internacional y de los derechos humanos”. En este caso, ha financiado las armas de los opositores (incluso ello pudo haber favorecido a los extremistas), y ha realizado dos operaciones militares, el más reciente el ataque a las bases químicas, en respuesta al supuesto uso de armas químicas por parte del gobierno en la población. Estas últimas se dieron durante el gobierno de Trump y es posible que detrás de ello, exista una razón económica, debido a que Siria es una zona estratégica para transportar el petróleo, por lo que a EE.UU y a los otros países socios les convendría tener un mayor control sobre Siria, con el declive del régimen de Al Assad. Además, está el deseo de Trump de mantener su “credibilidad” y realzar su poder frente a otras naciones, pues había prometido que reaccionaría ante el uso de armas químicas.
El riesgo de que estén involucrados otros países en el reciente ataque, es que este empiece a deteriorar la paz internacional, ya que se ha discutido sobre la posibilidad de que se esté dando una nueva Guerra Fría (palabra utilizada por el Secretario General de la ONU). Ello debido a que EE.UU y Rusia (aliado de Al Assad), y sus respectivos socios, están en constante disputa por el control militar sobre el territorio sirio. Con el ataque de EE.UU, que Trump calificó de “Misión Cumplida”, el mundo está a la espera de la reacción de Rusia ante la provocación de EE.UU, quien Putin calificó de “agresión”. Es probable que Putin incremente sus fuerzas en el territorio sirio para ganar un mayor control sobre la crisis y demostrar también su poderío, sin embargo, aún no se menciona ninguna acción en concreto. Por su parte, el gobierno sirio ha mencionado que el ataque no impidirá que el ejercito continue luchando por su soberanía.
Hablar de una “Tercera Guerra Mundial” es irse al extremo, pues los países involucrados reconocen las inminentes pérdidas que traería un conflicto armado en la actualidad, por lo que un ataque militar de Rusia es poco factible. Por ello, las diferencias entre EE.UU y Rusia, se podrían quedar solo en amenazas y manifestaciones de poder, no obstante, esto podría incrementar las tensiones globales y dañar la estabilidad de la paz internacional. Las acciones que se cometen desde los grupos opositores, los países involucrados, y el gobierno de Al Assad, solo están incrementando las muertes de miles de inocentes. Es claro que el camino para la paz es el dialogo y los países deben incentivar esta vía (una forma correcta de intervenir), el reto está en la dificultad de lograrlo con actores que solo agravan el conflicto.