Al ritmo del cajón peruano las tres llamadas de Lucha Reyes, Sin Decirte Adiós, nos introducen a un espacio de intimidad, familiaridad y jarana. De un momento a otro, todos formamos parte de la cantina en la que, en algunos instantes, se presentaría la aclamada Morena de Oro del Perú.
Sin Decirte Adiós, escrita por Eduardo Adrianzén y dirigida por Rómulo Assereto, es un intento por descifrar a uno de los personajes más emblemáticos de la música criolla. No es una obra biográfica, sino que busca sugerir pasajes y personas importantes en la vida de la cantante a raíz de las historias que la han rodeado a través de los años. Si alejamos el mito de la persona encontramos a un ser humano como nosotros, que sufre, se equivoca, sueña y toma decisiones. La obra nos transporta a diferentes líneas temporales para entender a Lucila, un viaje del que se desprenden, inevitablemente, algunas de las problemáticas sociales que forman parte de la vida de una mujer peruana, afrodescendiente, pobre y violentada.
Una mujer que es golpeada por su marido porque no hace lo único que se supone que una esposa debe hacer: obedecer. Una mujer que es obligada a tener hijos y que es juzgada por no tener ese deseo. Una mujer a la que su esposo le promete cuidarla de todo lo malo que pasa afuera, que le jura que sin él estaría desprotegida, pero quien verdaderamente es el que más daño le provoca. Una mujer que se tiene que conformar con todo aquello, porque no es “bonita” y es lo mejor que podría conseguir.
El 24 de abril pasado, el nombre y la historia de Eyvi Ágreda estaban en cada uno de nuestros televisores. ¿La razón? Eyvi no correspondió los “sentimientos” de Carlos Hualpa. Ante el rechazo, Hualpa le arrojó gasolina y le prendió fuego mientras estaban en un medio transporte público, no sin antes gritar: “Si no eres para mí, no serás para nadie”.
Por tu gesto traicionero
Por el daño que me hiciste
Porque nunca me quisiste
Por eso te digo adiós
Una mujer que camina por la calle, acepta un aparente gesto de amabilidad de un desconocido al invitarle un poco de gaseosa y lo siguiente que recuerda es un descampado, su cuerpo desnudo y la tierra entre sus uñas. Una mujer que poco se va dando cuenta de lo que le ha pasado, de lo que le han hecho y se siente injustamente sucia.
Seis mujeres, la última una menor de 16 años, denunciaron a Adolfo Antonio Barreto Basurco, “el taxista violador”. Seis mujeres que tuvieron la desdicha de subirse a su carro, de que él tomara un desvío y de que las llevara a un descampado, donde las violaba, las golpeaba y las amenazaba. Seis mujeres que tuvieron que rogarle a su agresor para que no siga, para que no las mate.
Apiádate de mí,
si tienes corazón.
Escucha en sus latidos
la voz de mi dolor
Una mujer afroperuana que tiene que soportar ser constantemente ninguneada por su color de piel. A la que ahora llaman Morena de Oro, porque negra suena mal (?), a pesar de que toda su vida le gritaron negra. Una mujer a la que su propio padre le dice que agradezca incluso la injusticia, que sea humilde y servil, porque no solo es negra, también es pobre.
Sofía Carrillo, periodista y conductora de televisión, denunció haber sido víctima de discriminación racial por parte de un funcionario del área de Migraciones del Aeropuerto Jorge Chávez. Al olvidarse de sellar su pasaporte, el funcionario justificó este hecho, en son de broma, con un desatinado comentario: “ya pasaron las doce del día, por eso te estás olvidando”. Este se originó de la frase “los negros solo piensan hasta las doce del día” y su desafortunada utilización es solo un ejemplo de lo naturalizado que está el racismo en el Perú.
Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta,
en un silencio sin lágrimas,
lloraba la niña negra
Anaí Padilla, quien realiza una gran interpretación a la altura de Lucila Reyes, logra conmover a la totalidad del público con la perfecta combinación de transparencia y fortaleza plasmada en su último y cautivante monólogo. En él encontramos verdad, y no solamente la verdad de Lucha, sino la verdad de una sociedad que, cincuenta años después, sigue sin poder salir del machismo, la violencia sexual y el racismo.
Vivimos en un mundo donde todo es interés,
no hay cariño, no hay verdad, en ti ya hay maldad.
Pensaste que, tal vez, te iba yo a rogar
No sabiendo que en mi vida por amor no sé llorar
PD: Lucha Reyes, Sin Decirte Adiós se presenta en el Teatro La Plaza hasta el 5 de junio.