El camino a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú viene siendo todo un tren descarrilado. Las acciones, las decisiones, las manifestaciones, todo esto nos viene dejando un largo rastro de reacciones sociales (y económicas) que terminan por alterar el gallinero. Es increíble, pero rutinario después de cada quinquenio, que las encuestas determinen el valor de la moneda nacional y el baile que este hace cada vez que conocemos los nuevos porcentajes de los candidatos. Sin embargo, no es para menos; contamos con 2 pesos pesados, representantes de lo ajeno.
Ya no solo se trata de la danza del dólar, sino de la influencia ideológica en la gente. El país no parecía haber estado tan polarizado como ahora, o quizá siempre lo hemos estado, pero nunca nos habían hecho pensar que había tanto en juego. Castillo y el disque comunismo, comandado por un sentenciado por corrupción. Quizá el enfoque no es el adecuado, quizá no vemos que una corrupción está peleando contra otra. No vemos todo lo que Keiko Fujimori trae consigo en su carrera a palacio: estuvo en prisión por una investigación por lavado de activos, relacionado a aportes que habría recibido para su campaña electoral, de parte de empresas como Odebrecht, BCP (Dionisio Romero, caso loncheras), Juan Rassmus, Grupo Gloria, entre otros.
El lunes 10 de mayo, el director del diario La República, Gustavo Mohme, deslizó un hecho que debería causar escalofríos, pero que se ve, fue pasado por paños fríos. Clara Elvira Ospina, directora periodística de Canal 4, se reunió con Keiko Fujimori para, según Mohme, informarle que el canal no apoyará ninguna candidatura y se mantendrían neutrales. Como se cuentan las cosas, se indica que una hora después de la reunión con la “china”, Ospina fue llamada a sesión por el directorio, convocada por directivos de Canal 4 y El Comercio, donde la periodista fue despedida después de 12 años.
Ahora, un sector importante del Perú invoca al apoyo incondicional por Keiko y el fujimorismo, más bien Keiko y el conformismo. Las razones varían, pero principalmente se esgrime el hecho de que Keiko mantendría vigente el modelo actual, aquel modelo que nos abrió al mundo en los noventa e hizo que la moneda nacional en nuestras billeteras tenga sentido y no dé vergüenza. El dichoso sistema alabado por la prensa más derechista, pues es mencionado y aguardado en cada reportaje sobre Castillo y su sombrero. Aquel sistema que nos fue impuesto a balas y violencia, secuestros y esterilizaciones. En realidad, lo que un sector de la izquierda increpa es el afán de que las cosas permanezcan como están, es decir, Lima en su salsa, mientras que en el ande seguimos pensando que el frío se combate con frazadas, donaciones y fósforos.
Castillo (y Cerrón) no controla, al parecer, la línea periodística de algún medio. Pero con lo que sí cuentan es una habilidad para el show, un fetiche por la fanfarronería. A pesar de las comprobadas falencias de su fórmula política, cuenta con el apoyo de un sector importante del interior del país. A pesar de que su plan de gobierno (que no cuenta con un capítulo claro sobre el manejo de la pandemia) propone un gasto superior a 120 mil millones de soles, siendo un costo natural 15 mil millones de soles.
Muchos ahora darían lo que fuese por escoger entre Keiko y Acuña, a pesar de lo bien sabido por todos. Pero no, debemos hacernos responsables del destino que venimos labrando para nosotros, en base a desigualdad, discriminación y viveza. Castillo pareciera tener miedo a un eventual triunfo, pues los tropiezos que comete son cada vez peores. “Los equipos técnicos son parte del pasado, parte de la repartija”, dice el “rondero”. No le falta razón, sin embargo, no se da cuenta que, apuntando ese rifle, no hace más que agravar la imagen de su primitivo sistema, que dicho sea de paso, sigue siendo una verdad a medias. Verónika Mendoza decidió dar su apoyo al partido de Cerrón, un conservador que creyó conveniente atacar a la candidata a congresista Gahela Cari de la manera más ignorante posible, propia de un candidato de RLA. Es increíble que la misma Gahela Cari haya dado su brazo a torcer, ratificando el apoyo a Perú Libre, invocando al antifujimorismo. “Este acuerdo no borra las acusaciones en contra del enfoque de género de los virtuales congresistas de Perú Libre o las acusaciones de su presidente, sino que abre el camino para seguir luchando contra la violencia de género”, dijo Gahela Cari a la revista CARETAS. ¿Cómo se impulsan las leyes en pro de la comunidad LGBT+, cuando el líder de la agrupación política que está a un paso de ser gobierno califica a una persona parte de esta comunidad como “FENÓMENO”?
¿Será posible que alguna vez un político se alinee a los verdaderos intereses de los pobladores del Perú? Difícil. Lo que debemos tener en mente es que la polarización o el apoyo incondicional no sirve, y es que experiencia nos sobra en cuanto a promesas incumplidas. La vigilancia, los ojos bien abiertos, y las opiniones. La gente siempre termina perdiendo, y los políticos ganando. La manifestación de la molestia del pueblo no cobrará tanta importancia en un tiempo, quizás. Ante políticos de círculo cerrado, ojos bien abiertos.