Voy a ser sincera con ustedes: este iba a ser un artículo festivo. Iba a hacer un llamado a todos a sacar el cajón, a ponerse la camiseta y a cantar a todo pulmón letras de nuestra Chabuca, del maestro Polo Campos y del gran Felipe Pinglo. Sin embargo, hay situaciones que simplemente no se pueden ignorar. Hoy te hablo a ti que ya tienes tu disfraz para Sexy Halloween, a ti que ya planeaste una noche en La Peña, a ti que estás rompiendo la dieta en Mistura, a ti que estás haciendo tu cola por tus merecidas 50 lucas y a ti que fuiste visteado hasta por el empadronador. Hoy déjame que te cuente, peruano, que el mes de los terremotos no nos decepcionó y trajo consigo un remezón tan fuerte del que solo nos queda levantarnos.
No podemos negar que el inicio aparentó ser distinto. Banderas por todo lo alto, un país vestido de rojo y blanco, familias reunidas, estadios llenos y un sueño latente. Un octubre con sabor a julio y en el que no menos de uno se sintió #MásPeruanoQueEn28. Sin embargo, no todo fue perfecto. A pesar de los intentos por evitarla, la reventa apareció para bajarnos de la nube. 600 soles era lo mínimo que tenías que pagar para poder alentar a la selección en vivo y en directo. De 60 a 600 soles. Esto no solo desató ataques hacia los organizadores (y, con justa razón, al pésimo servicio de Teleticket), sino que dio a pie a una infantil competencia de hinchas. Los que reclamaban haber sido fieles contra a los que, para ellos, “recién se subían al carro”. El día llegó y todo lo anterior quedó eclipsado, un empate que también criticaron mantiene viva la esperanza de Rusia 2018 (#NoviembreEmpiezaNosVamosAMoscú?).
Extraído de http://larepublica.pe/deportes/1108360-memes-en-facebook-del-partido-peru-vs-colombia-por-eliminatorias
Y así, en el momento en el que nos sentíamos más patriotas que nunca, el remezón llegó. Pero como buen terremoto, empezó lento. Las críticas hacia la mala organización del INEI en las capacitaciones, debates sobre la pregunta de autoidentificación, el sector que se negaba a quedarse en sus casas por un día y la noticia de que, aparentemente, ciertas entidades privadas iban a tener acceso a los resultados, nos iban indicando que algo mayor se acercaba. El domingo 22 no solo terminó con miles de peruanos reclamando no haber sido censados porque el INEI no supo calcular la cantidad de fichas necesarias por distrito. El domingo 22 terminó con una mujer violada mientras cumplía su labor como empadronadora en el distrito de Villa El Salvador por un energúmeno que no encuentra excusa mayor a “ella no gritó”. El domingo 22 nuestro hogar ganó una etiqueta más: “Perú, país de violadores”.
Al principio no podía aceptarlo. Me dolía, me duele, reconocer que esto es cierto. Pero la catástrofe es innegable: una mujer de 35 años y una bebé de dos meses violadas en una misma semana (y estos son sólo los casos que resonaron en los medios). La realidad es que solo en el primer trimestre del 2017 hubo 1.778 denuncias por abuso sexual en el país. ¿Saben qué es lo peor? Al peruano le impacta más estar décimo en el ranking de la FIFA que ser el segundo país con mayor violencia sexual en Sudamérica. Para mí, más que un país de violadores, somos un país de indiferentes. Ignoramos sobre el tráfico de menores en la selva peruana, donde se venden y explotan sexual y laboralmente niños; porque si no nos afecta, no es nuestro problema. Este fenómeno es el culpable de que consideremos la violencia como un hecho normal y cotidiano. A tal punto de que una chica, después de haber baleado a un joven por tratar de llamar su atención en la calle y de haber amenazado a su familia por dinero, tome la decisión de asesinar al cocinero de una chifa por servirle poco pollo.
Extraído de https://peru21.pe/peru/son-divertidos-memes-censo-2017-fotos-380811?foto=12
Extraído de https://elcomercio.pe/
El terremoto y sus grietas salieron a la luz así que ahora es momento de la reconstrucción. Es tiempo de ser consciente de que la reventa acaba si tú no la compras; de darte cuenta que quedarte un día en casa no te mató; de informarte sobre lo que pasa en tu país y no solo en la capital; y de que la gente entienda que la lucha por el fin de la violencia hacia la mujer no es tarea de #NiUnaMenos, es tarea de todos. En especial de que es tiempo de hacer en lugar de decir. En épocas de reconstrucción también llega la esperanza. Yo me quiero aferrar a ese país que respetó el himno colombiano, a ese país que alcanzó la meta de la Teletón, a esas familias que le brindaron comida a los empadronadores y a ese país que se moviliza en la búsqueda de un canadiense desaparecido en Huaraz. Me da esperanza saber que un taxista arriesgó su vida por proteger a una pasajera de ser violada y me motiva a seguir luchando no haber encontrado un comentario que justifique a ese monstruo que pudo violar a su propia hija. Pero no nos engañemos ni por un segundo, lo que explotó en octubre no fue inesperado, pero sí nos agarró desprevenidos. Se nos avisó de muchas formas que esto existía, ninguna de estas problemáticas son nuevas. Sin embargo, como siempre, nos resignamos a la destrucción que traiga el terremoto de ocho, porque es más fácil que prepararse en los temblores de cuatro.