La Policía Nacional del Perú constantemente ha recibido críticas, ya sea por temas de corrupción, abuso de autoridad o poca eficiencia durante operativos policiales. Sin embargo, el 14 de noviembre sepultó –para algunos– aquella imagen de héroes que la policía obtuvo durante la pandemia por el covid-19. En este artículo, recordaremos tres sucesos que demuestran por qué la PNP necesita de una reestructura y/o reforma policial para un mejor funcionamiento.
¿De héroes a villanos?
Luego que el aislamiento social obligatorio se decretara tras la llegada del covid-19, por el entonces presidente Martín Vizcarra, los peruanos se mostraron satisfechos con el trabajo de los efectivos policiales y miembros del Ejército. La imagen de la Policía se revaloró, obteniendo un 86% de aceptación por su labor, según una encuesta de Ipsos en abril del 2020.
Aquella percepción de una PNP abusiva, coimera o corrupta quedó de lado para algunos peruanos quienes les entregaban víveres, comida y agua durante la jornada de trabajo. Sin embargo, dicha percepción donde la Policía tenía el respaldo del país se fue debilitando al terminar la cuarentena y por su accionar frente a los siguientes sucesos, que indicarían la urgencia de una reforma:
La tragedia de Los Olivos
Uno de los casos que más debate y conmoción generó fue lo ocurrido en el local Thomas Restobar de Los Olivos que dejó 13 fallecidos, 6 heridos y 23 detenidos. Si bien el hecho dividió a la opinión pública entre responsabilizar a los asistentes o a la Policía por cerrar la puerta para evitar la huida de los asistentes, lo cierto es que ambos son, de diferentes formas, responsables e incluso las autoridades municipales están dentro de esto por no fiscalizar.
Pero, enfocándonos en la PNP, esta tragedia demostró que la Policía no contaba con un plan estratégico para la intervención. Los efectivos policiales al entrar al local esperaban unos 35 o 34 asistentes, no 126 personas, número que los superaba totalmente. Quizás con un plan de intervención y protocolos competentes, otra hubiera sido la historia.
Es función de nuestras autoridades poner orden con lineamientos eficientes. Se trata de vidas y no hay más oportunidades. De hecho, para el exmandatario Martín Vizcarra, los protocolos de intervención no fueron los adecuados. Si el ex jefe de Estado lo dice, es que algo debe estar fallando.
Pichanga en el Callao
Este hecho sucedió hace poco donde un hombre falleció luego de que un grupo de personas que se encontraba jugando fulbito, y por ende, violando las normas sanitarias contra el covid-19 en el Callao, se negara a ser intervenido por la Policía.
Eran solos dos efectivos policiales frente a un grupo que aprovechó ser más que ambos agentes para darles una golpiza. Lamentablemente, se perdió una vida nuevamente por una mala intervención policial. Y es que, ¿cómo enviar solo a un par de policías al frente, cuando era casi obvio que los vecinos que jugaban se iban a negar a ser intervenidos? Es entendible que los policías acaten órdenes y vayan a las zonas mencionadas por sus superiores, pero… ¿no sé pensó el riesgo que pudo tener?
Marcha Nacional
Sabemos por redes sociales e incluso por los medios televisivos, cuya trasmisión continuó en horas de madrugada, que el nivel de violencia de aquella noche del 14 de noviembre fue totalmente desmedida. Se empezaba a comparar a la Policía con aquella institución “títere” de los años noventa bajo el orden de Alberto Fujimori.
No hay que negar que hubo infiltrados entre los jóvenes que marcharon para generar violencia, porque este artículo tampoco pretende crear la idea de “solo culpan a la Policía, en la marcha hubo terrucos”. Pero hay que admitir que la Policía, esta vez, no cuidó a su pueblo, sino que obedecía únicamente órdenes; disparó perdigones hiriendo a periodistas, brigadas voluntarias e incluso al personal de la Defensoría del Pueblo. En esa línea, la CNDDHH registró 112 personas heridas, 41 desaparecidos y dos personas fallecidas además de un acto de violencia sexual hacia una joven que fue intervenida con su pareja por imprimir volantes para la marcha.
Sobre la reforma policial
No es la primera, y seguro no será la última vez, en que la Policía se verá bajo críticas por su funcionamiento o por como ejerza su autoridad.De hecho, luego de la caída de Fujimor, se prometió una reforma policial y militar, pues para la población, la Policía era corrupta e incompetente. Y razón no les faltaba.
La ansiada reforma llegó y estableció políticas policiales como la erradicación del abuso y fortalecimiento de conducta de los oficiales, trasparencia estructural y respeto a los derechos humanos, entre otros. Puntos que hoy debemos preguntarnos si nuestra Policía cumple o no.
Si bien han pasado años de la reforma, la cual no produjo en sí un cambio significativo en ese momento, debería ahora establecerse nuevos parámetros en torno a los operativos policiales, un filtro en admisión, administración, etc. Lo cierto es que nuestra PNP necesita una reestructuración en su reglamento disciplinario o una reforma hecha por personas competentes en el área. Es necesario y urge un cambio, si es que queremos evitar contar nuevas desgracias y enfrentamientos entre la Policía y la población, sobretodo para restaurar la confianza de los peruanos en sus autoridades.