Britney, Led Zeppelin, Queen, Jonas Brothers. Estos son algunos de los componentes del arroz chaufa musical con el que crecí. La concientización de esta fusión -influenciada por la radio, música de mi padre y hermanos, mi contacto con el mundo de Ares (qué vieja) y Youtube – me llevó a indagar por qué me gusta lo que me gusta, musicalmente. Ojo, no soy una experta, solo curiosa. Pero claro, en mi ignorancia pensé que sabía, y recurrí a decir en algún momento que la música de antes era “mejor”, cuando en realidad hay mucho que rescatar de la música pop actual.
¿A qué suena el pop? Un par de “reventadas” o drop genéricas, una base “tucutún” de reggaetón, un sonido pegajoso -y meloso- de alguna artista repitiendo coros una y otra y otra vez. A veces sí. En ocasiones prendo la radio y escucho 4 canciones seguidas y todas me suenan igual, como una receta con medidas exactas dando un resultado aburrido y común. Sin embargo, hay producciones que tienen bastante condimento, solo que no le damos la oportunidad de probar más de un bocado. Para hacer este artículo más digerible, lo dividiré en dos partes: Forma y Fondo.
Parte I: Forma
Hora del throwback. Es común relacionar la música clásica con un público elitista, instruido y/o intelectual. ¿Me creerías si te digo que obras de Mozart, Bach y Vivaldi tienen la misma lógica armónica que “Fly Me to The Moon”, popularizada por Frank Sinatra o “I Will Survive” de Gloria Gaynor? Las últimas dos son canciones sumamente populares, y además -espero no te pierda acá- descienden en quintas. Si tienes curiosidad sobre este tema puedes ver un video completo aquí. La música hoy en día también utiliza ese descenso. Las siguientes dos oraciones puedes obviar si no te interesa teoría musical. Bruno Mars en “That’s How I Like It” canta subiendo de tono entre el cambio de octavas, al igual de Ariana Grande en “Thank u, next” (la canción, no el álbum completo). Esto sucede también en la sonata KV 310 de Mozart.
Volviendo al lenguaje común, la forma interesante de la música pop se puede ver en la mezcla de géneros, la cual es posible aún más hoy por la tecnología de la producción y la “democratización” de la música (ahora más gente puede exponer su propia música por las redes sociales). Gracias a la globalización, podemos acceder a música de todo el mundo. Pondré como ejemplo uno de mis álbumes favoritos del 2018. En el álbum “El mal querer”, de la artista española Rosalía, se fusiona el trap, pop electrónico y flamenco. “Malamente”, la primera canción de dicho álbum rompió récords en España. De igual manera pasa con el álbum X100pre de Bad Bunny, en donde los samples de trap pueden hasta parecer de pop punk, como por ejemplo en la canción “Tenemos Que Hablar”. En “Otra Noche en Miami”, aparece un sintetizador en onda pop. Utilizaré a estos dos álbumes y a “Thank u next” como referencia para la segunda parte porque bueno, me los sé de memoria y no se puede acotar toda la música pop actual (lo lamento, Jonas Brothers).
Parte II: Fondo
Cuando vemos un capítulo de una serie y nos gusta, nos provoca ver toda la temporada. Esa es la lógica que aplico con una canción y su respectivo álbum. Hay una narrativa que respetar, una historia que contar, partes por desarrollar. La reina pop del último año ha sido Ariana Grande. Si hacemos una chequeada rápida al Hot Billboard, en menos de un año sacó dos álbumes: Sweetener y Thank u Next. El primero, contenía canciones que trataban sobre alcanzar al éxito siendo tan joven, el atentado terrorista que hubo en su concierto de Manchester, la ilusión del enamoramiento que sentía por su entonces prometido Pete Davidson, entre otros. Se llamó “Sweetener” porque trataba de ver el lado dulce y positivo de la vida, a pesar de todo. Pasaron unos cinco meses y su nuevo álbum Thank U Next vio la luz del día. En esos cinco meses, su ex de muchos años había fallecido por una sobredosis, y por si fuera poco terminó su compromiso con Davidson. Entonces, Thank u next, a pesar de tener melodías alegres, toca temas que van desde la ilusión de vivir en una relación utopía estable (“Imagine”), la necesidad constante -y consciente- de atención (“Needy”), hasta la culpabilidad que siente al tener a alguien que está para ella, pero no es quien quiere que esté presente (“Ghostin”). Un poco denso para un álbum pop cualquiera, ¿o no?
Con respecto a “El Mal Querer” de Rosalía, la artista española contó que el álbum era originalmente su tesis para graduarse de la Escuela Superior de Música de Cataluña (#TesisGoals). Se basa en la obra de autor anónimo del siglo XIV “Flamenca”. Cada canción le corresponde a un capítulo. La historia trata sobre una mujer que se mete en una relación tóxica: se casa con un hombre, en su ignorancia, extremadamente celoso y territorial. Tiene celos “del aire cuando pasa, por levantarte el cabello, y del oro que te viste, por amarrarse a tu cuello” (“Pienso en tu mirá”). Conforme avanza el álbum, busca juntar las fuerzas y librarse de esa relación, que tomado riendas de su vida.
Por último pero no menos importante: el conejo malo. Yo al principio fui escéptica. Nunca fui fanática del trap, ni de sus samples, ni mucho menos de Bad Bunny. Principalmente me parecía…igual todo. Pero “X100pre” denota la dualidad de la personalidad del artista: el lado clásico lujoso ostentoso urbano y el lado solitario, nostálgico y consciente. En el video de “Caro”, en donde habla principalmente de que todas sus cosas son…caras (hasta su “flow”), se muestra a una mujer que se hace pasar por él en casi todo el video. No es una mujer voluptuosa que está semidesnuda, como muchas veces ocurre en videos de música urbana latina. En el video “Solo de mí”, canción que trata sobre una persona que quiere finalizar una relación con alguien territorial y violento, otra mujer se hace pasar por él. Tampoco es el “prototipo” de mujer objetivizada. Trata explícitamente sobre la violencia contra la mujer. En una industria tan deshumanizadora al cuerpo femenino, resulta apropiado que Bad Bunny haya adoptado una estética diferente. No solo para estar al día con las tendencias inclusivas, ni para inspirar imitación por parte de sus pares, sino para concientizar a sus oyentes. Bad Bunny, al ser popular (o pop), llega a miles de personas.
Condenar a la música popular de siempre ser genérica puede hacerte perder de producciones que pueden trascender. Este arte auditivo (y complementariamente visual) cuenta con diferentes ingredientes -instrumentos, voces, letras- que convergen en un resultado interesante: puede ser dulce, amargo, agridulce. También puede ser terrible. Pero sobre todo, puede ayudarte a comprender tu propia contemporaneidad, lo que está pasando a tu alrededor, lo que está pasando a personas al otro lado del mundo. La música pop, hoy en día, es todos y para todos.
PD: si eres más de rock y sigues mirando por lo bajo géneros contemporáneos solo dejaré en constancia que “Run” de Foo Fighters, en palabras de Dave Grohl, utiliza en la batería un ritmo de reggaeton. Saludos y Dios salve a Taylor Hawkings.
*la imagen destacada no pretende infringir derechos de autor*
Editado por: Renato Hurtado.