Mi primera vez fue distinta, emocionante e incierta
El pasado domingo 07 de octubre se realizaron las Elecciones Regionales y Municipales en todo el país. En ellas, más de un millón y medio de personas votamos por primera vez. Si bien en este grupo se encuentran adultos, personas de la tercera edad y jóvenes, esta vez quiero enfocarme en los 1, 113,469 pulpines que cumplimos la mayoría de edad durante los meses –o años- previos a la contienda y que estrenamos nuestro derecho/responsabilidad de escoger a las autoridades de nuestra ciudad o distrito por los próximos cuatro años.
Somos la Generación Z, centennials, post millenials o como prefieran llamarnos.
Las elecciones definitivamente han cambiado desde que éramos pequeños. Ahora, ya no necesitas pagar 0.50 céntimos para descubrir dónde está tu mesa de votación, eso lo puedes saber con tan solo poner tu DNI en la página de la ONPE. Tampoco tienes que pasar el esfuerzo (?) de ir a votar al otro lado de tu distrito, puedes elegir si quieres hacerlo en el colegio de la esquina o, incluso, donde estudiaste (aunque con tiempo, pulpín). Ni siquiera hemos pasado por la experiencia del dedo índice manchado de tinta azul. Una mínima mancha de sello, que hasta se sale sola, es lo máximo a lo que llegamos, considerando que con el voto electrónico tu único recuerdo es el sticker en tu virgen sección de constancia de sufragio. La realidad es que esta primera experiencia ha sido una muestra tangible de las medidas que, para bien, se han ido implementando a través de los años.
Lamentablemente, no todo es color de rosa y hay algunas costumbres que se mantienen igual. Somos la generación que escuchó a sus padres hablar sobre lo que ocurrió en la época del terrorismo y los vio mantener fuertes y diferentes posturas con respecto a lo que una autoridad debe o no representar, o lo que debe o no hacer. La generación que creció escuchando “roba, pero hace obras” y “hay que escoger el mal menor”; pero sobre todo “cuando seas grande, las cosas van a ser distintas”. Sin embargo, ¿ha sido así? El Perú ha vivido una crisis política en los últimos meses y sinceramente nadie se centró en la campaña electoral hasta su última fase. Muchos, me incluyo, no decidimos nuestro voto hasta un día antes. Más allá de los resultados, podemos y debemos ponernos a reflexionar sobre si es que la tan dañina idea del mal menor se quedó en la generación de nuestros padres o ha sido adoptada por la nuestra. Porque aunque los representantes cambian cada cuatro años, una idea tan impregnada en la mentalidad de una sociedad no lo hace tan rápido.
Tengo que resaltar que no todos estuvieron en esta situación. Muchos jóvenes supieron aprovechar sus herramientas y lo que conocen desde que eran pequeños: las redes sociales. Facebook, Twitter y hasta Instagram se volvieron espacios de debate, difusión y reflexión. No creo haber sido la única que ha escuchado a un adulto quejarse de la falta de “levantamiento” de los jóvenes actuales. Lo que muchos no ven, es que el levantamiento sí existe y se impulsa pero desde otra plataforma. Cuando se necesita marchar, se marcha, pero no siempre es el caso. Los jóvenes hemos aprendido que una simple publicación se puede hacer viral y tener un área de influencia considerablemente amplia. Un argumento bien planteado, un video que explique los planes de gobierno y hasta un meme pueden ayudar en la decisión de un votante. Los jóvenes hemos aprendido a hacer política en el día a día, no necesariamente siendo parte del grupo juvenil de un partido político, sino hablando y compartiendo sobre ella.
El proceso electoral ha cambiado y debe seguir haciéndolo. No solo en su forma, sino en el significado que tiene para sus participantes. Esta vez fue nuestro turno, pero a nosotros se suman inesperada y rápidamente los que obtienen la legalidad entre el 08 de octubre y el 09 de diciembre de este año. Digamos que en el 2018 estamos premiados.
#ReferéndumYa
El martes pasado, el presidente Martin Vizcarra convocó un referéndum para el 09 de diciembre próximo. Este es un mecanismo utilizado para consultar a la población sobre la aprobación de un proyecto de ley, y si bien no es un proceso electoral en sí, es un derecho que por primera vez vamos a cumplir. Así que, esta vez, no lo hagamos a medias. Tomemos esto como una segunda oportunidad para analizar durante estos dos meses qué vamos a marcar, para no dejarnos llevar por el arrastre o para no decidir a último minuto. Una segunda oportunidad para entender el significado de estos mecanismos democráticos como lo que son: actos tangibles, valiosos, relevantes e importantes de nuestra vida como ciudadanos. Una segunda oportunidad para repetir lo bueno y cambiar ideas que ya deberían estar en el pasado. Una segunda oportunidad para no tomar en poco nuestra juventud y demostrar que podemos tener una primera vez informada, consciente y segura.
Elegimos al político que creemos merecer (?)
