El pasado domingo 16 de enero, la refinería La Pampilla S.A.A., perteneciente a la transnacional Repsol YPF S.A., reportó un derrame de petróleo «mínimo» en el mar de Ventanilla, producto del fuerte oleaje registrado como consecuencia de la erupción del volcán Tonga. ¿Qué sucedió realmente?
Todo comenzó el pasado sábado 15 de enero, fecha en la que distintos medios internacionales informaron sobre la erupción del volcán submarino Tonga, ubicado en Oceanía, en donde se advertía que, en las distintas costas del Pacífico Sur, podrían ocurrir tsunamis. Producto de ello, países como Ecuador y Chile alertaron a los ciudadanos a evacuar sus costas, mientras que la Marina de Guerra del Perú informó que la explosión no generaría un tsunami en el litoral peruano.
Ello se indicó, debido a que no cumplía con los tres aspectos del protocolo de aviso: un sismo de magnitud mayor de ocho grados, que el epicentro ocurra en el fondo marino, y que no sea de gran profundidad la maravillosa discrecionalidad. Desafortunadamente, el aviso de que sí había riesgo de tsunami fue tardío, lo que ocasionó, además de pérdidas materiales, la muerte de dos mujeres en las playas de Lambayeque. Al respecto, querido lector, es de especial importancia recordar que, para que el Estado advierta oportunamente de estos riesgos, primero, deberá adquirir la tecnología necesaria. Esta, por ejemplo, fue conseguida por el país colindante del sur luego del terremoto de 2010 que ocasionó tsunamis de hasta 14 metros de altura que arrasaron con sus localidades.
Ahora bien, con un poco más de contexto, podemos comenzar a analizar lo que sucedió con la refinería La Pampilla. Al día siguiente de la erupción volcánica, ellos reportaron un incidente mínimo, donde se derramaron 0,16 barriles de petróleo y que el área afectada era de dos metros y medio cuadrados. Aun así, indicaron que el incidente había sido controlado. Sin embargo, Rubén Ramírez, titular del Ministerio del Ambiente (Minam), luego de reunirse con representantes de la compañía, calculó que, en realidad, se habían derramado 6 000 barriles de crudo en el mar peruano y que se habían extendido hasta las costas de Ventanilla, Santa Rosa y Ancón. Asimismo, dentro del recorrido del crudo, este llegó a afectar la fauna de las islas que se encontrasen en su camino.
Respecto a ello, en teoría, la refinería debería haber contado un plan de contingencia para responder rápidamente a casos como este; sin embargo, el alcalde de Ventanilla informó que solo quince trabajadores con palas y recogedores se habían aproximado para realizar las labores de limpieza #NoSeasMalo. Como era de esperarse, Osinergmin suspendió las actividades en la terminal de La Pampilla para evaluar las instalaciones y, así, determinar las causas del derrame. Un detalle que no se debe perder de vista es que la empresa empezó a realizar las labores de limpieza casi tres días después del pequeño incidente, lo cual no impidió que el crudo se extienda por el mar territorial. Y, como cereza del pastel, Mirtha Vásquez, presidenta del Consejo de Ministros, informó que la refinería recién estaría contratando una empresa para la remediación.
En respuesta a la falta de acción de la compañía, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), advirtió que el plazo de limpieza y remediación era de 10 días hábiles, y, en caso no cumplan con ello, la multa podrías ser de hasta 30 mil UIT equivalentes a S/. 138 millones. En la misma línea, la Procuraduría Pública Especializada en Delitos Ambientales señalo que la compañía deberá pagar una indemnización por el daño ambiental que el derrame de este recurso está ocasionando en el territorio marítimo.
A mi consideración, si bien la Marina de Guerra del Perú no informó oportunamente del riesgo de tsunami, de todas formas, resulta alarmante que una refinería que, conceptualmente, procesa sustancias derivadas del petróleo, que no son precisamente amigables con el medio ambiente, no haya contado con un plan de contingencia frente a una eventualidad como un derrame de petróleo, que es un riesgo propio de la actividad que realizan. Si bien estimo que esto va a ser terminar siendo como un partido de ping-pong, donde ambas partes tiran a la otra cancha la pelotita en representación de la responsabilidad, tanto el órgano como la empresa tienen su cuota de infracción. Habrá que ver si, a futuro, se ponen las pilas para prevenir hechos como este.
Finalmente, antes de despedirme, quisiera hacer un llamado a la conciencia, ya que, como ciudadanos que aclaman que los responsables se hagan cargo, también nosotros debemos ponernos la camiseta para que nuestro consumo sea responsable con el medio ambiente. Y ojo, no necesitas de una gran acción como comprar un auto Tesla, sino que puedes empezar utilizando bolsas de tela, por ejemplo. Así también, parece ser pertinente poner sobre la mesa la migración de combustibles fósiles hacia otras fuentes de generación de energía como la solar y eólica. Sigamos trabajando como un equipo y aportemos con acciones que contribuyan como el donar nuestro cabello o ser voluntarios en la limpieza de las playas.
Edición: Claudia Barraza