Todos tenemos amigos que nos ha regalado la vida. Ellos a los que de cariño llamamos hermanos y que son los que nos apoyan sin importar lo que cueste, amigos incondicionales, amigos del alma. ¿Cómo es que somos capaces de conectarnos con algunas personas de forma tan especial?
Hay muchas cosas que damos por hecho tan solo por existir…por ejemplo, que no estamos absolutamente “solos”. Somos producto de dos seres humanos y al menos uno de ellos (u otro) se hace cargo de nosotros desde que nacemos. Desde el principio de nuestra historia se nos encarga a alguien más y es recién cuando vamos creciendo y descubriéndonos que nos entendemos mejor, justamente a medida que nos apartamos del resto. Pero, así como nos vamos volviendo cada vez más independientes, vamos formando lazos que entendemos mejor y que se hacen más fuertes.
¿Qué sería la vida en eterna soledad?
Cuando uno está con las personas correctas, siente más, es más. Porque el mundo que habita tu piel no es el mundo al que pertenece todo lo que eres. El hombre se construye a partir de su experiencia con todo lo que lo rodea. Si es que consideramos que cada uno de nosotros tiene una esencia, el primer ser con el que interactúa es “consigo mismo”, con aquella parte de sí que alberga todo lo que puede ser en potencia y que termina en la yema de sus dedos. Más allá de sí mismo, en contacto con esa barrera que le da espacialidad del ser humano, están primero las personas de su círculo más cercano y luego el resto de la sociedad. Todas son galaxias enteras que están en expansión, al igual que el individuo inicial, y también pueden elegir hasta qué punto conectarse con el resto del universo.
¿Cómo establecemos relaciones con quienes están a nuestro alrededor?
Se requiere voluntad. Hay que dar un paso al costado para salir del aislamiento y permitir la conexión con personas ajenas a nuestras cuatro paredes bien denominadas cuerpo. Pero hay miedos que se aprenden y la única forma que tenemos de salir de nosotros mismos es comunicándonos con el resto. Es así como vamos forjando relaciones de distintos tipos, dentro de las cuales las más hermosas son las de amistad.
Eudora Welty, escritora estadounidense (Premio Pulitzer 1973), plantea que la amistad fue la primera y, quizás, la mejor maestra de comunicación. Ella sostiene la hipótesis de que aprendimos a expresarnos mejor enseñándonos el lenguaje para promover la amistad. De esta manera, ambos surgieron alimentándose para acercarnos los unos a los otros. Esta y otras reflexiones, junto con cartas, fábulas y otros escritos de personajes como Emily Dickinson y Aristóteles se encuentran en su compilación de elogios de la amistad titulada The Norton Book of Friendship (1991), una antología de definiciones y muestras de amistad de autores de todos los tiempos.
La amistad es uno de los tipos de relación en el cual se interactúa de forma más sincera. Y es que es difícil entablar amistades verdaderas que no surjan de la pura expresión de uno mismo a través de la cual uno encuentra otra persona al otro lado de su realidad que son compatibles con su forma de ser, con su esencia y con lo que uno quiere ser. Creo que en este punto es donde muchas veces suceden los quiebres más importantes entre las personas que no les permiten acercarse más. Porque tiene sentido que uno no esté hecho para ser amigo de todo el mundo, sólo de unos cuantos, de quienes consideremos que valen la pena ser receptores de toda nuestra realidad y a quienes estemos dispuestos a escuchar en todas sus formas.
Podemos cambiar una y mil veces a lo largo de nuestras vidas, pero hay amigos que se quedan y que se transforman con nosotros de modo que seguimos teniéndoles la misma consideración a pesar y después de todas nuestras experiencias…casi como si hubiera un campo de fuerza a nuestro al rededor que nos permite seguir sosteniéndonos el uno en el otro. Y aunque no se hable mucho de eso, hay que cuidar también la amistad y aprender a hacerla crecer y crecer con ella.
Pd: les dejo esta canción, Lean on me de Bill Withers, una de mis favoritas de toda la vida