El 26 de enero del 2021 el Presidente de la República, Francisco Sagasti, anunció nuevas medidas para controlar la segunda ola de la pandemia por Coronavirus. Estas incluían una cuarentena focalizada a nivel regional, dividiéndose en 3 niveles: extremo, muy alto y alto. Ninguna región en Perú se encuentra en una situación moderada, pues a diario se registran más de 5000 contagios y 200 muertos por Covid. Como es usual, ante esto, los bandos se formaron en las redes sociales y sus ideales fueron aclarados en los comentarios.
Con las elecciones generales a la vuelta de la esquina y la crisis sanitaria agravándose cada día más, está sucediendo lo inevitable: los líderes políticos aprovechan el pánico con el fin de asegurar algunos votos adicionales para abril. Lamentablemente, lo único que están logrando es dividir cada vez más a la población. Candidatos como Rafael López Aliaga o partidos como UPP se oponen a la cuarentena y se suman a los personajes enemigos del gobierno de turno. Ya no importa si comparten los mismos ideales políticos o convicciones ideológicas, pues lo único que parece unirlos es la necesidad de demostrar su oposición al gobierno y sus medidas. La manipulación de las masas está a la orden del día y, lamentablemente, muchos ciudadanos sucumben y toman parte en esta guerra sucia impulsada por lo peor de nuestra arruinada clase política.
Muchas personas tomaron la decisión de oponerse a la cuarentena, condenar al gobierno y boicotear las medidas sanitarias impuestas. Sin embargo, dentro de toda esta verborrea basada en artículos conspiranoicos, nació una causa importante que muchos ignoraron (o que quizá fue utilizada con fines malignos). No se trataba solo de un rechazo injustificable a la cuarentena, sino manifestarse por aquellos que viven del día a día, aquellos que no tienen más que sus negocios y no están dispuestos a perderlos.
La pandemia en números
Según el titular del MEF, el PBI, que sufrió una caída del 40% en el 2020 (de las peores recesiones a nivel mundial), se recuperó desde que comenzaron las fases de reactivación económica luego de la cuarentena en julio de 2020, llegando a alcanzar, en diciembre del año pasado, niveles similares al 2019. La economía peruana, en líneas generales, demostraba sanación célere, e incluso apuntaba a crecimiento.
Pero, tal como pasó con la primera ola, el golpe a la economía era (y sigue siendo) inminente en esta segunda ola. Las marchas convocadas para el 31 de enero (primer día de la nueva cuarentena) tienen como principal slogan un rechazo feroz al encierro, argumentando que es insostenible para los peruanos que viven del día a día, o aquellos que no tienen más que sus negocios y que no están dispuestos a perderlo.
Perú no es el único país con una crisis económica desencadenada por el Coronavirus. El hoyo político en el que nos encontramos en cuanto a opciones para las próximas elecciones es sabido, y varios están dispuestos a hacer lo que sea con tal de aumentar algo, al menos para que su nombre aparezca con el menor porcentaje al último puesto en las encuestas.
¿Cómo recibe el mundo una nueva cuarentena?
En Holanda se registró la más reciente manifestación, no en contra de la cuarentena, sino porque el gobierno holandés impuso un toque de queda que rige desde las 8:30 pm hasta las 4:30 am, en vista del aumento de contagios en el país. El 26 de enero se registraron 180 arrestos en el país europeo. También se registraron arrestos en Bélgica, Austria y Hungría, por actos de violencia durante una convocatoria para marchar en contra de cuarentenas impuestas por sus gobiernos.
La principal motivación fue económica, por la necesidad de un sector de la población de no detener la actividad económica del país, según lo recaudado por distintos medios holandeses e internacionales. Tanto los manifestantes como la represión policial fueron violentos.
Hablan las redes
Las redes sociales tratan de ignorantes a aquellos que cuelgan carteles en sus negocios con el hashtag #PararEsQuebrar. Reprochable. Los gobiernos del mundo retoman cuarentenas, espantados ante los repuntes que se suscitan alrededor del mundo y lo que esto significa para el sistema de salud público. Pero hoy, ya casi año y medio de pandemia, muchos concuerdan en que respetar las cuarentenas se ha vuelto un lujo. Las autoridades se encuentran en una encrucijada porque el pueblo sufre, por un lado, los estragos de este bendito virus que no se va, y por otro, por la pena e impotencia de ver desvanecer sus ahorros, ver caer las puertas de sus negocios sin saber si algún día volverán a levantarse.
Los planes de acción fallan, las cuarentenas dañan por partida doble, la gente no para de perder. ¿Qué hacemos? Lamentablemente, esta pandemia nos tiene sin respuesta a todos. Además, saca lo peor que cada uno tiene para ofrecer: la falta de empatía y la falta de pensamiento crítico. Nosotros, como ciudadanos que nos desarrollamos en nuestra burbuja, tenemos una visión muy particular y limitada de la realidad como para sentenciar a aquellos que no se pueden dar el lujo de “respetar” la cuarentena. Apoyemos, pongamos de nuestra parte, no salgamos si no es necesario. Y más importante aún: no nos destruyamos los unos a los otros, pues el virus ya destruyó lo suficiente.