“Se metieron con la generación equivocada”. Esta ha sido la frase que más se ha escuchado durante las últimas semanas y que ha animado a miles de jóvenes peruanos a exigir en las calles algo bastante anhelado: una clase política limpia que represente a la población. La impredecible política peruana ha sido, una vez más, una montaña rusa de acontecimientos que comenzó con la vacancia presidencial contra Martín Vizcarra por parte del Congreso. El que, desde el 9 de noviembre, ha encabezado la ejecución de medidas que afectan directamente el desarrollo de un país azotado por la corrupción. En este contexto, ciertos personajes intentaron salirse con las suyas, pero ¿qué era lo que realmente tramaban y a qué precio?
Reforma educativa
La llegada de Manuel Merino al poder generó preocupación por la continuidad de la reforma universitaria, tras el gran apoyo por parte del Poder Ejecutivo a las universidades con licencia denegada. El expresidente del Consejo de Ministros, Ántero Flores-Aráoz aka. gato fiero, incluso, sostuvo que estas deberían tener una segunda oportunidad.
El acceso a una educación superior de calidad es un problema latente en el Perú. En las últimas décadas, el número de universidades ha aumentado significativamente, pero no la calidad educativa. Entonces, a pesar de que muchos alumnos cuentan con títulos universitarios, es complicado que estos se inserten al mercado laboral, lo que aumenta el desempleo y, según la investigación de los economistas peruanos Pablo Lavado, Joan Martínez y Gustavo Yamada, también incrementa la probabilidad de subempleo.
Asimismo, la baja calidad en la educación superior también atenta contra la investigación e innovación en el país, fundamentales para el desarrollo. Cabe recordar que, durante la breve presidencia de Merino, se aprobó el dictamen del bachillerato automático, política que limita la producción de conocimiento científico, que es ya pobre en el Perú.
Presupuesto público 2021
Otro motivo de preocupación tras la toma de poder de Merino fue la proximidad de la fecha de aprobación de la Ley de Presupuesto Público 2021. Si bien luego de un estudio técnico, el Ejecutivo envió una propuesta al Poder Legislativo; el 30 de noviembre, el Congreso será el encargado de aprobar este documento. El presupuesto incluye las actividades de inversión proyectadas por el Estado para el próximo año; sin embargo, aún puede ser modificado por el Legislativo de acuerdo con los requerimientos de cada región.
Es así como la bancada ha enviado peticiones al Ministerio de Economía y Finanzas solicitando presupuesto para proyectos de las diferentes regiones a las que representan. Su implementación implicaría adicionar S/ 5 358 millones, cifra ocho veces mayor a la propuesta por el Ejecutivo, que representa la tercera parte del presupuesto destinado al Ministerio de Salud para el año 2021. Así, la proporción destinada al Congreso de la República sería el 4.5% del presupuesto total, a comparación del 0.5% de participación que inicialmente se le había asignado.
Pero ¿cuál es el riesgo? Los fondos del Estado no son infinitos. Estos se financian principalmente con los impuestos que pagamos todos los peruanos y con deuda. Ante una hipotética concentración de poderes, se podría asignar arbitrariamente este presupuesto sin tener consideraciones técnicas. Así, se generarían desequilibrios fiscales que podrían ser insostenibles en el futuro. Además, al tener un fondo de maniobra tan grande, se generan espacios para la corrupción, un mal que ya bastante daño ha causado.
La negociación con el medio ambiente: ¿qué nos jugamos?
Al día siguiente de la juramentación de Merino, el congresista Omar Chehade presentó un proyecto de ley que buscaba modificar artículos de la “Ley del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental”. Estos cambios harían más flexible la obtención de un certificado ambiental en un proyecto de inversión. Es decir, aligerarían el procedimiento de la evaluación de impacto ambiental con la justificación de reactivar la economía.
Aparte de arriesgar las poblaciones vulnerables y el patrimonio natural, estas medidas ponen en juego el desarrollo sostenible. Nuestro planeta cuenta con un stock de capital natural limitado (bosques, fauna, etc.) que es insumo para producir y también para brindar servicios ecosistémicos. Cuando abusamos de su consumo sin asegurar su preservación, comprometemos el bienestar futuro. Sin un certificado que asegure una buena valorización del impacto ambiental va a ser difícil un desarrollo sostenible. Finalmente, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Perú es uno de los diez países con mayor biodiversidad y uno de los más sensibles al impacto del cambio climático. Debemos cuidar nuestra diversidad para dejar un mundo más verde a futuras generaciones.
Definitivamente, la semana del 9 al 17 de noviembre marcará la historia de nuestro país porque se logró evitar que se atente contra la reforma educativa, el presupuesto público y el medio ambiente. Estas últimas son solo algunas de las cosas que hemos logrado con las marchas. La participación política de la ciudadanía debe mantenerse frente a medidas que amenacen al bienestar público. Los jóvenes peruanos han representado esa ruptura de la indiferencia y el conformismo que tanto se necesitaba. La “Generación del Bicentenario” demuestra que juntos somos capaces de lograr un cambio que dé pie a un desarrollo. La historia nos demuestra que el camino al bicentenario no ha sido fácil, pero los sueños y aspiraciones de millones de jóvenes por un Perú mejor ayudarán a superar los desafíos: ¡gracias, Perú!
Edición: Claudia Barraza