Una de las palabras más sonadas últimamente es mafia… “Los Intocables ediles” de La Victoria, “Los cuellos blancos” del Callao, “Los correcaminos del Sur” en Arequipa o el mismo Odebrecht podrían calificar como mafias. Hoy más que nunca parece que vivimos rodeados de mafias, pero… ¿qué sabemos de ellas y su funcionamiento?
1. Un poquito de historia…
La palabra mafia (o maffia) tiene un origen claro: sur de Italia, finales del Siglo XIX. La maffia la formaba una élite reducida que ejercía la violencia según su conveniencia. Esto les permitía obtener grandes beneficios y garantizar un cierto orden social (¡por ello incluso podían ser aliados del Estado!). En teoría no había otra manera de mantener el control sobre un territorio: reinaba la “ley del más fuerte”.
Lo que sucede en La Victoria con “Los intocables ediles” ejemplifica este fenómeno. El anterior alcalde Elías Cuba, serenazgo y bandas criminales tenían un acuerdo para manejar el territorio a su gusto: beneficiarse y mantener un cierto “orden social”. Tal cual el comportamiento de una maffia. Enfrentarse a ello es ahora una tarea titánica que se está realizando valientemente. Este es un caso clave a seguir para entender mejor el comportamiento de las mafias locales en el país.
2. Mantente oculto y reinarás
La clave para el funcionamiento de cualquier mafia es el aspecto clandestino, el operar desde las sombras. Por ejemplo, los “Cuellos blancos del Callao” (Hinostroza y compañía) funcionaban así, lo cual les permitía mantener dentro de la organización criminal a jueces, políticos y hasta al presidente de la FPF, Edwin Oviedo (por confirmar su culpabilidad). Las consecuencias: tráficos de influencias, “favorcitos” y sentencias negociadas.
Para enfrentar una organización clandestina se necesita una profunda investigación (recordemos el gran impacto que tuvieron los CNM audios difundidos por IDL el año pasado), y también hacer acuerdos con testigos claves. ¡La información es oro! Al descubrir las redes ocultas dentro de la estructura social, judicial y política del país, se está dando un paso importante para construir institucionalidad, algo tan importante para el Perú.
3. Los benditos intereses empresariales (mal defendidos)
Estos días es inevitable pensar en Odebrecht y compañía, quienes defendieron sus intereses en base a una sistema estructurado de coimas y corrupción. Es curioso notar que incluso algunos empresarios se creían intocables (cual mafiosos italianos del Siglo XIX) debido a su importancia para la inversión privada y el dinamismo económico; sin embargo, esto está cambiando.
Hace unos años hubiese sido difícil escuchar una declaración como la realizada por el Ministro de Economía Carlos Oliva: “Si por combatir a la corrupción va a caer el PBI, bueno pues mala suerte. Lo principal es combatir la corrupción con una mirada de mediano y largo plazo”. La evidencia respalda al Ministro: Daron Acemoglu (el mismo autor de “¿Por qué fracasan los países?”) presentó un estudio donde mostró que las consecuencias negativas de las mafias en el sur de Italia persistían en el mediano y largo plazo (hasta 100 años), debilitando terriblemente el Estado y las instituciones. ¡Qué no nos pase la mismo!
Por ello, además de justicia, hay que buscar un cambio de mentalidad. Es necesario reflexionar más sobre la ética en los negocios, la corrupción y los conflictos de interés. Las mafias empiezan como un juego, pero crecen, ganan poder y destruyen toda institucionalidad. No dejemos que el monstruo crezca y nos coma.
PD: ¿Quieres saber más sobre la operación de las mafias en el Perú? No te pierdas el artículo de este jueves 31 de enero en Voz Actual sobre el difícil caso de La Victoria.