¿Por qué la gente cae tanto en los fake news? ¿Por qué la gente vota por animales marinos, artículos de escritorio o colores cálidos? ¿Por qué preferimos las ofertas terminadas en 9? ¿Por qué «se sabe» que Perú será goleado cada vez que juega contra Brasil? ¿Por qué «todos los hombres somos iguales»? Ante todas estas preguntas, dejando de lado el componente emocional y racional propio de decisiones “más pensadas”, la psicología levanta la mano y brinda una posible respuesta: los sesgos cognitivos.
¿Qué son?
Un sesgo cognitivo es una interpretación errónea no consciente de la información disponible que ejerce influencia en la manera de procesar los pensamientos y tomar decisiones. El concepto fue introducido por los psicólogos Kahneman y Tversky en 1972. Así, vale aclarar que un sesgo cognitivo se diferencia de un prejuicio social justamente por su capacidad de condicionarnos de manera inconsciente a comparación de este. Entonces, cuando nuestro cerebro actúa por sí solo para ahorrarse energía, ya sea basándose en las experiencias previas o en el normal discurrir de las cosas, se ve influenciado por estos criterios involuntarios.
Queda clara la gran influencia que pueden tener los sesgos cognitivos en la forma que vemos todo. Sin embargo, se debe resaltar que estos están determinados por implicaciones culturales, influencia social, motivaciones emocionales o éticas, así como distorsiones en la recuperación de los recuerdos y la memoria, entre muchos otros. De esta manera, nuestras decisiones se ven afectadas en diferentes situaciones: la forma de hacer ciencia, la elección de la música a escuchar, la preferencia por un producto, la manera de gastar el dinero, entre otros.
¿Cuáles son los más comunes?
1. Los Heurísticos de disponibilidad, representatividad y de anclaje.
Si alguna vez dijiste que todos los hombres somos iguales, todos los políticos roban (con esta no parece sesgo, pero sí lo es) y que si apruebas parciales ya pasaste el curso, entonces estuviste aplicando estos tres atajos mentales. Así, cada vez que emitas un juicio considerando la primera información disponible, atribuyas características por analogía y tomes decisiones sobre la base de un punto referencial, piénsalo mejor para no caer en alguno de ellos. Y no lo digo yo, lo dice la ciencia economía conductual.
2. El sesgo de confirmación
Todos alguna vez hemos caído en alguna noticia falsa, ¿por qué? Porque probablemente reafirmaba nuestra posición sobre un tema o simplemente flojera para investigar más. Esta es la tendencia a buscar, interpretar o recordar información de manera que confirma o favorece creencias y suposiciones muy arraigadas. Y es que, quién no quiere tener la razón siempre, ¿verdad?
3. El sesgo de negatividad
Las personas prestan más atención y le dan mucha más importancia a experiencias e información negativa en lugar de aquellas más positivas o neutrales. Un artículo anterior profundiza más este sesgo, pero podría resumirse en 3 palabras: Miss Universo 2015. Probablemente no sepas el nombre de la ganadora de ese certamen; pero sí que sabes el error cometido por el señor de la imagen de abajo, ¿no?
4. El efecto Halo o aureola
¿Primera cita? ¿Primera entrevista de trabajo? ¿Socializando presencialmente después de 2 años? Si respondiste afirmativamente a alguno de estos casos, probablemente ya aplicaste o te aplicaron este sesgo. Básicamente, el efecto Halo señala que, si ves a una persona con un rasgo positivo, esa impresión positiva se extenderá a sus otros rasgos y también ocurre a la inversa cuando se trata de rasgos negativos.
5. Otros
La lista de sesgos cognitivos pendientes es larga, solo por mencionar algunas vistas previamente: el sesgo de retrospectiva («Te lo dije, jugamos como nunca y perdimos como siempre»), el sesgo de status quo («¿Votar por gente preparada que nunca ocupó puestos públicos? Noooo, mejor la gente con experiencia en el robo cargo»), el efecto Dunning-Kruger o sesgo de la sobre confianza («¿Recuerdas a alguna persona que hable como si supiera del tema, pero en realidad no sabe ni dónde está parado? Esta no es una referencia política #ElpollodeSchrödinger»), el efecto Bandwagon o sesgo de arrastre («¿Sigues las modas o no? Oh, ¿no sigues ninguna moda? Pues, esa es una moda»)
¿Hay alguna forma de evitarlos?
Lamentablemente no. Al ser involuntarios e inconscientes es muy probable que sigamos tomando decisiones aplicando alguno de ellos. Sin embargo, aunque no existe una forma infalible de evitar caer en ellos, ser consciente de su existencia y sus características puede ayudarnos a identificarlos cuando se presentan. Aprender a identificar los sesgos cognitivos puede ser una habilidad muy útil en la vida diaria, solo debemos darnos el tiempo necesario para decidir o, en su defecto, para no fregarla tanto en nuestra próxima decisión.
Edición: Isabella Solimano